“Los Fabelman”
Por Matías Mora Montero
Desde Morelia
El pasado sábado 22 de octubre se inauguró el 20° Festival Internacional de Cine de Morelia, conocido a la par como el FICM. Este día de inauguración fue, en gran parte, un día dedicado a la nueva película de Alejandro González Iñárritu, “Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades”.
Y el día de ayer, domingo, se dio ya la oportunidad de ver varias películas dentro del marco del festival. Obras de magníficos directores que ahora repasaremos, en específico tres películas muy diferentes entre sí y las cuales lograron llenar sus respectivas salas en Cinépolis Centro. Estas tres cintas vendrían siendo: “Los Fabelman” de Steven Spielberg, la cual se presentó junto al corto “VOCES LEXUS” de la marca Lexus; “Huesera” de Michelle Garza Cervera; para cerrar con “Close” de Lukas Dhont. Sin más, hablemos de estas tres obras. Trataré de ser breve, pero presiento que de la primera, la pasión que me provocó tomará lo mejor de mí.
“Los Fabelman”
Spielberg ha entrado nuevamente en una época dorada en su carrera. El año pasado nos entregó su “West Side Story”, una película llena de vida donde el cineasta indicaba un sentido de rejuvenecimiento con su técnica; la preocupación dada era que se mantuviera como una singularidad en este tramo de su trayectoria. Me alegra mucho informar no sólo que ese no es el caso, sino que el buen Steven ahora nos trae una de sus películas más entrañables, un nuevo clásico asegurado.
Recordemos, antes que nada, el hecho que Spielberg nos ha dado películas como “ET.”, la saga de “Indiana Jones”, la obra maestra que es “Jaws”, la magistral “Minority Report” y podríamos seguir nombrando cintas que se han establecido en la cultura popular, enriqueciendo la conexión que la audiencia tiene con el cine. Spielberg, podríamos asumir, ha sido responsable por miles de cinéfilos y cineastas, cuyos ojos brillaron y su boca se quedó bien abierta al ser testigos de dinosaurios habitando junto al humano o niños cuyas bicicletas alcanzaban el poder de volar. Sus películas siempre han logrado enfatizar la magia del cine americano, la mirada infantil masterizada con tal de alcanzar un nivel de empatía raramente superado por sus contemporáneos. Su aspiración a la emoción, al terror del mar, de lo desconocido, de los errores humanos, logrando implementar, desde sus obras más familiares a sus dramas más complejos, un sentido de dilema que rara vez falla en impactar al espectador. Spielberg llega a justamente ser un inicio en la nadada que el ser toma en el gran mar del cine. Uno, adentrándose en el amor que va acumulando hacia el medio, descubre filmes y cineastas de todo tipo, cuyo prestigio e historia nutren al por-siempre-espectador, pero eventual e inevitablemente tenemos que regresar a Spielberg. Porque aquello que tanto nos capturó de pequeños no sólo se mantiene, también se fortalece.
Creo que hice un poco evidente que Spielberg es una figura y un artista de alta importancia para mí, alguien que siempre ha impulsado mi amor por el cine, desde que me tocó ver a ese pequeño y extraño extraterrestre exhalar el deseo de llamar a casa. Así que algo imperdible para mí en el festival era poder ser testigo de su nueva película, “Los Fabelman”, la cual ha resultado ser una obra autobiográfica donde todo aquello que hace grande a Spielberg se luce como no lo ha hecho en años. De una vez lo digo, esta es de sus mejores películas y aunque recién la vi ayer, tengo la seguridad de llamarla una de mis películas favoritas de todos los tiempos. Empezando por el inicio, un detalle que me gustaría mencionar previo a adentrarme a relatar la trama de la película.
La cinta empieza con los papás (Paul Dano y Michelle Williams) de un joven Sam, un claro inserte del propio Spielberg, llevando a su pequeño hijo al cine por primera vez. El niño se muestra aterrador, ante la idea de la oscuridad del lugar y las “personas gigantes” de la pantalla, incluso duda si quiere entrar al lugar. Sin embargo, no tarda en entender el por qué su madre le describe al cine como sueños, sus ojos cobran una nueva vida al observar aquella gran pantalla, se inclina hacia adelante y justamente mantiene su boca bien abierta. Spielberg vivió aquello que nos llegó a provocar a tantos de nosotros y es así que decide abrir su película… ¡Qué cosa tan más bella! La primera de fácil más de siete veces que lloré durante el metraje de la cinta. La película, en vago resumen, se adentra en los conflictos de la familia Fabelman, mientras el joven Sam descubre su interés por el cine, realizando películas con sus amigos más cercanos y su familia, descubriendo la complejidad de la vida.
Spielberg se abre como nunca, volviendo claro que aquello que lo marcó en esta etapa de su vida siempre ha estado presente. Es imposible ver a los Fabelman y no recordar a las familias e interacciones que han marcado una gran parte de su obra. Su descubrimiento por el cine, por más maravilloso y emocional que llegue ser, se conecta a un tema muy duro de dualidad, donde la familia y el arte parecen crear un desbalance tremendo en el ser. Spielberg lidia con ello en una manera donde comprende que el cineasta, el artista en general, está destinado a una cierta soledad, pero que no tiene por qué estar solo en tal soledad.
Hay muchas complejidades dentro de la película, duras verdades universales y cuestionamientos que demuestran lo lejos que la madurez de Spielberg ha llegado, esto sin perder su icónico sentido del humor. Hay una secuencia que involucra a una novia del protagonista obsesionada con Jesucristo, que tenía a toda la sala muriéndose de la risa y, a la par, en aquellos momentos donde la película se mantenía callada, oías al público sobarse las lágrimas provocadas por la delicadeza y vulnerabilidad que Spielberg se permite. Una película que incluye hasta una aparición de David Lynch, en un papel que hizo a varios de la sala gritar de emoción y es que, vaya, todos los elementos de una película así parecen haber sido cuidadosamente creados para ser una obra que me moviera en cada sentido, provocando que al salir el nudo en la garganta y las mariposas en la panza estuvieran a toda potencia.
Steven Spielberg regresa con la mejor película del año, una obra tan emotiva y delicada que dudo haya corazón en este mundo al que no logré conmover. Parece ser que tendrá su estreno en salas del país por ahí del 26 de enero del próximo 2023.
“Huesera”
Ópera prima de Michelle Garza Cervera, “Huesera” es una película de terror mexicana que cuenta la historia de Valentina, una mujer embarazada que, junto a su pareja, Raúl, siente que está en el punto más feliz de su vida. Hasta que un espectro, que se mueve como araña y que constantemente destroza sus huesos, empieza a acechar a Valentina, causando una paranoia y ansiedad brutal dentro de nuestra protagonista, donde la realidad parece desplomarse a su alrededor, mientras sus seres cercanos la tachan de loca.
La película es bastante creativa en sus secuencias, que adentran a lo más aterrador de la maternidad, donde aquellos temores y culpas toman formas espeluznantes y se relacionan con los hábitos más pequeños por los que Valentina libera su ansiedad, en este caso, tronarse los dedos se vuelve en la pesadilla absoluta. Su temor la empuja al grado de buscar respuestas en rituales oscuros que interactúan con dualidades religiosas y familiares, donde las culpas del pasado regresan con la necesidad de poder verdaderamente cerrar ciclos y enfrentarse a los verdaderos deseos que la protagonista busca perseguir con su vida.
Involucrando un mundo punk-queer feroz, terror corporal, fotografía que se llega atrever a imágenes impactantes con un impresionante uso de luz consistente en ciertas locaciones… Sin embargo, “Huesera” es una decepción, una película que demuestra tener un potencial increíble al que rara vez se atreve lanzarse a explorar. Por cada secuencia fascinante había diez que perdían todo interés en el espectador, una película lamentablemente desequilibrada, cuyas intenciones son lo que más destaca, más no el cómo son llevadas a cabo. Sin más, da lo suficiente para causar interés e intriga en todo aquello que la directora realice a continuación. “Huesera” llegará a cines a mediados de febrero de 2023.
“Close”
La nueva película de Lukas Dhont, “Close”, es una obra íntima donde dos mejores amigos, Remi y Leo, al entrar a la secundaria, caen en cuenta que su amistad se ve amenazada por la reacción que uno de ellos tiene al hostigamiento escolar que sufren. Tras esto, una espantosa tragedia cambia la vida de aquellos a su alrededor.
No sé qué tanto decir de la película, la trama te lleva a un punto que no esperas y a partir de ahí se construye una de las historias más gruesas y trágicas que he presenciado en la gran pantalla, una donde nos es claro que lo más probable es que el protagonista viva por siempre con un gran peso de culpa sobre sí mismo, una en la cual toda la sala, excepto yo que ya había gastado todas en “Los Fabelman”, estaba derramando lágrimas sin cesar.
La primera parte de la cinta es de suma contemplación, secuencias de juegos infantiles y la cotidianidad de la temprana juventud. Dicha contemplación sirve como el arma que se dispara y que sienta las bases para la tragedia. ¿Es la vida cotidiana la razón del por qué sucesos trágicos nos destruyen tanto? Alta posibilidad impuesta por la cinta. Es una película con objetivos claros y, mayormente, bien logrados. El problema creo que viene siendo que tiene un desbalance en su edición, que te llega a sacar de la emoción construida. Puedes estar viendo la escena más gruesa de tu vida, llena de crudeza y, a la par, sentir empatía hacia la situación retratada y luego cortas a un juego de hockey sobre hielo donde niños sonríen.
Quizás Dhont buscaba retratar que “la vida sigue”, pero creo que, lamentablemente, afecta lo que la película tanto se esfuerza en provocar sobre el espectador. “Close” será distribuida por MUBI en México.