Por Domingo Rojo

El peligro nuclear es un motivo recurrente del cine de Hollywood, especialmente a partir del inicio de la Guerra Fría, a mediados del siglo XX. La creación de las armas nucleares y su empleo en las estrategias militares, tuvo un profundo efecto en la conciencia colectiva a nivel mundial. De esta manera, se indujo el pánico atómico prácticamente a todos los niveles, con respecto a los presuntos daños directos y colaterales previstos en una guerra nuclear. Todo ello dio materia prima a una extensa literatura de ciencia ficción muy fecunda durante la Guerra Fría debido a la tensión entre las dos superpotencias (EU y URSS). La aparente inevitabilidad de este conflicto en caso de un enfrentamiento  condujo a muchas personas a considerar que guerra nuclear y Tercera Guerra Mundial son sinónimos en la práctica.

En este muestrario de películas no están todas las que son ni son todas las que están; y es que hemos incluido un poco de todo, de lo bueno a lo malo y del thriller a la comedia, con el propósito de ofrecer un panorama de la amenaza atómica vista por el cine de ese país.

El día que la Tierra se detuvo (The Day the Earth Stood Still, Robert Wise, 1951)     

Unos visitantes extraterrestres llegan a nuestro planeta para advertir a la humanidad sobre el peligro atómico, con un discurso totalmente antiarmamentista. Dirigida por Robert Wise, este es un clásico de las películas de serie B norteamericanas, que durante los años cincuentas proliferaron cobijadas por la ciencia ficción para aludir a temores colectivos de la era macarthista, como la xenofobia, el comunismo y la amenaza atómica.     

Dr. Insólito (Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb, Stanley Kubrick, 1964)     

Esta obra imprescindible de Stanley Kubrick es una parodia mordaz sobre la Guerra Fría y la posibilidad de una confrontación nuclear, en la que se ridiculiza al ejército y su paranoia anticomunista, además de que alerta sobre el resurgimiento del nazismo. En el reparto destacan George C. Scott y un versátil Peter Sellers, en tres papeles distintos.        

Siete días de mayo (Seven Days in May, John Frankenheimer, 1964)     

Este thriller político tiene por escenario la Casa Blanca, donde se fragua una conspiración cuando el Presidente de Estados Unidos intenta firmar un tratado de desarme nuclear con la Unión Soviética. La película plantea el dilema de la Guerra Fría: sostener una frágil paz mediante la construcción de más y más bombas o acordar el desarme confiando la seguridad nacional en la buena fe del enemigo. El reparto lo encabezan Burt Lancaster y Kirk Douglas.     

Operación Trueno (Thunderball,  Terence Young, 1965)     

La amenaza atómica es una excusa argumental para una de las extravagantes aventuras del agente 007, James Bond, encarnado aquí por Sean Connery. Esta vez, Bond debe hacerse cargo de un maloso megalomaniaco que se ha apoderado de dos bombas nucleares con fines evidentemente perversos.        

El síndrome de China (The China Syndrome,  James Bridges, 1979)     

En este thriller, Jane Fonda y Michael Douglas interpretan a unos reporteros de televisión que indagan sobre un accidente ocurrido en una planta nuclear y sus pesquisas los conducen hacia una intriga de proporciones mayúsculas. En esta cinta, las posibilidades de una catástrofe atómica no se deben a razones militares, sino a situaciones de otra índole no menos alarmantes.     

Un día después (The Day After, Nicholas Meyer, 1983)     

Producida para la televisión originalmente, esta película fue todo un fenómeno en su momento, pues puso al día el enorme pánico del pueblo norteamericano sobre la amenaza nuclear. Un día después es el relato, narrado desde el punto de vista de la gente de la calle, de lo que acontece luego de un ataque en una devastada ciudad de Estados Unidos.    

Juegos de Guerra (War Games, John Badham, 1983)     

Un hacker mozalbete (Matthew Broderick) se infiltra en la computadora que controla el arsenal nuclear de Estados Unidos e inicia, involuntariamente, un juego que puede desatar la III Guerra Mundial. El desquiciamiento de las computadoras es el pretexto para fantasear sobre lo vulnerable de los dispositivos militares, desde la amigable perspectiva de un héroe adolescente.     

La caza al Octubre Rojo (The Hunt for Red October, John McTiernan, 1990)   

Un almirante soviético decide desertar con todo y su flamante submarino nuclear, pero para evitarlo, la KGB hace creer a Washington que se trata de una agresión, emprendida por cuenta propia del disidente. Es la primera película sobre el personaje de Jack Ryan y en ella se establecen los patrones que habrían de seguir las películas del género en la era del fin de la Guerra Fría.   

El Pacificador (The Peacemaker,  Mimi Leder, 1997)     

Dos agentes  del gobierno norteamericanos (Nicole Kidman y George Clooney), deben detener a un terrorista serbio que se ha apoderado de armamento nuclear ruso para hacerlo detonar en Manhattan. El tema atómico es abordado como objeto de entretenimiento con limitadas pretensiones creativas pero con amplias aspiraciones lucrativas.     

Trece días (Thirteen Days,  Roger Donaldson, 2000)     

Kevin Costner protagoniza este thriller político acerca de la crisis de los misiles en Cuba durante la administración del Presidente John F. Kennedy, en 1962. Se trata de una historia inspirada en el momento más álgido de la Guerra Fría. La narración está planteada desde el interior del grupo cercano a Kennedy y, en general, ofrece conjeturas difusas sobre el intríngulis político que se tejió alrededor de este episodio.   

La suma de todos los miedos (The Sum of All Fears,  Phil Alden Robinson, 2001)  






The Sum of All Fears está basada en una novela de Tom Clancy. A partir de la supuesta existencia de una bomba atómica perdida hace 30 años en el Medio Oriente, un grupo neonazi europeo urde un intrincado complot para apoderarse de ella y hacerla estallar en Estados Unidos. Con ese objetivo, fabrican una coartada para hacer ver a Rusia como el responsable del ataque. Su intención es propiciar una guerra nuclear entre esos dos países y, de ese modo, abrirse paso para dominar el mundo. Jack Ryan (Affleck), un joven analista de la CIA, es incorporado al grupo cercano del director de esa agencia, Bill Cabot (Morgan Freeman), con quien trabajará para conjurar la amenaza de la guerra, que parece inevitable una vez que explota la bomba.   

El gran conflicto de The Sum of All Fears es que es una película hecha con la perspectiva anterior al 11 de septiembre, pero que será valorada después de esa triste fecha. En virtud de la lectura que obliga el cambio de entorno, resulta paradójico que los absurdos de la trama se escuden tras la excusa del entretenimiento. Por eso es que las proezas del protagonista lucen por momentos increíbles, salvo el hecho —que no es un detalle menor— de que es incapaz de evitar la explosión. 

En su descargo, el director ha afirmado que el mensaje central de está película es el antiarmamentismo, una línea discursiva afianzada en el horror nuclear. En todo caso, debe decirse que The Sum of All Fears es una película que funciona con la eficiencia de los patrones del cine de espías y que le ayuda, sin duda, el vínculo con una tragedia real muy fresca en la memoria colectiva, pues al fin y al cabo el miedo también es un producto de la globalización.

También el Santo le entra al quite

No sólo el cine hollywoodense le ha entrado al tema del pánico atómico, las amenazas y el terrorismo nucleares, otras cinematografías también lo han hecho, desde perspectivas diferentes. Un caso curioso y alucinante en la filmografía mexicana es el siempre curioso y alucinante Santo, el Enmascarado de Plata, que en la divertida película Santo el Enmascarado de Plata vs ‘La invasión de los marcianos‘ (Alfredo B. Crevenna, 1967) se enfrenta a unos extraterrestres rubios y fuertes que liderea el personaje a cargo del inolvodable Wolf Ruvinskis y que invaden la Tierra para exterminar a la raza humana, por el peligro que supone para el universo su uso de armas nucleares. 

Además de ver al Santo, que es de por sí un fabuloso entretenimiento, vale la pena admirar a Ruvinskis en uno de sus papeles más exóticos, que pronuncia frases como las que siguen: “De
ahora en adelante hablaremos en español, que es el idioma utilizado en
el país a donde nos han destinado, y que los terrícolas llaman México”
Una auténtica joya.