Por Daniel López

Un pueblo mexicano rutinario y silencioso, no sumergido más allá de sus necesidades básicas. Hasta que un día las nubes se abren y una escalera se deja ver, de ahí desciende Lucifer (Gabino Rodríguez) con su astucia se hace pasar por un ángel que va a enseñarle al pueblo la verdad, la luz que presuntamente han carecidos. Lupita (María Acosta), Emanuel (Jerónimo Soto Bravo) y su nieta María (Norma Pablo) viven y dudaran en cruzar la pequeña franja entre el bien y el mal, una línea tan delgada que no sabrán en que lado están.

“Lucifer” es la nueva película del director y guionista Gust van Den Berghe, con la que concluye su trilogía que componen “Little baby Jesus of Flandr” (2010) y “Blue Bird” (2011). “Lucifer”  comienza con un breve prólogo y de ahí la historia se parte en tres: Paraíso, Pecado y Milagro. Tres historias  contadas en una pequeña familia y sus respectivos malestares. Las actuaciones son sobrepasadas por la simpleza del pueblo, que en su actuación llena la pantalla de naturalidad. Los pocos actores profesionales, se ven cara a cara con la improvisación y equivocaciones de los actores del pueblo. Van Den comenta que él mismo se sentó durante horas en la puerta de la iglesia para invitar a los habitantes del pueblo a orillas del volcán Paracutín a actuar. Y con sutileza se fue ganando a los habitantes que entre risas, dudas y torpeza se postraron frente a la cámara. “Después de grabar exhibía algunos fragmentos en el pueblo. Todos quedaron maravillados, nunca pensaron participar en una película”, explica el cineasta belga.

“La película es abstracta. Si hay esquinas es un mundo cortado”, comenta Van Den y así se concibe, con el formato Tondoscope (formato de círculo perfecto). Durante 108 minutos el mundo se observa a través de un círculo en la pantalla, que nos muestra un mundo surreal, lleno de infinitos y todo fuera de él, es inexistente. El formato es entretenido y el referente es el juego para niños: caleidoscopio. Así, luce el filme, con diferentes planos circulares, pero que al gira el tubo la realidad se tergiversar para construir una contexto sin límites.

Sin duda es un acierto por el Festival Distrital traer filmes con éstas características y es un privilegio para un pueblo “olvidado” ser parte de ésta experimentación visual. La historia queda ajena de la fotografía que nos ofrece Hans Brunch Jr, fotógrafo de cabecera de Gust van Den. La fotografía habla por sí sola, un viaje que llega a ser cargante para el ojo pero que al final remonta a una pintura de Roger van der Weyden o Jan Van EycK, pintores barrocos siglo XV. Llenos de imágenes religiosas, detallistas y sin borde alguno que limite su irrealidad, lo que nos suma a una percepción infinita.

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Director: Gust van Den Berghe. Pais: México, Bélgica 110 min.