Por Ali López

“La langosta” (The Lobster| Yorgos Lanthimos| Irlanda-UK-Grecia-Francia-Holanda-USA| 2015)  se presenta  en nuestro país como parte de la Muestra número 60 de la Cineteca Nacional. La película se centra en una distopía, que bien puede estar sucediendo en un futuro no muy lejano, donde es obligatorio que los adultos cuenten con una pareja; de no tenerla, son enviados a un hotel especial (especie de campo de concentración disfrazado) para hallar a su media naranja, si no lo logran, dicho humano será convertido en un animal, eso sí, de su elección. La trama sigue la trágica historia de David (Colin Farrell) quién después de divorciarse de su esposa (cuando ella lo deja por alguien más) tiene que ir al hotel mencionado, y tras un fallido intento de re-enamorarse, huye de dicho lugar para refugiarse con los solitarios, forajidos que buscan, a todo costa, evitar las relacionas amorosas. Así David descubre que la libertad en cuanto a estar o no con alguien es escasa.

“The Lobster” es una ciencia ficción inteligente, una de las más notables de esta década. Siguiendo la línea estética y narrativa de “Her” (Spike Jonze|USA|2013), “La langosta” se concentra no en los avances tecnológicos, sino en los devenires humanos y sociales que pueden traer el uso de la ciencia a favor o en contra de lo establecido por el contrato social. ¿Qué pasará (qué está pasando) con las relaciones humanas ante el uso de diferentes y modernos medios de comunicación? Eso se pregunta la mencionada cinta de Jonze. La de Lanthimos tiene una condición futurista un poco más de ficción que de ciencia, pues ese mundo que se plantea, con la obligación de tener pareja, tiene un sustento menos concreto, pero, su profundidad no se basa en las consecuencias sociales de este aspecto, sino en el carácter individual de lo que las relaciones significan. Y es ahí, en el individuo, donde podemos concentrarnos.

El individuo como esponja humana que no hace más que absorber lo que le dispara la presión social. Primero, tener una pareja, formar una familia, ser feliz y demostrarlo al mundo. Así es la vida en el hotel. Donde el objetivo único es el encontrar a alguien más. ¿Pero qué hay que hacer para lograrlo? En los personajes que rodean a David podemos ver los diferentes caminos que puede tomar. El Hombre Cojo, interpretado por Ben Whishaw, concentra su atención en los defectos ajenos para hacerlos propios. Sacrifica su propia sanidad corporal para transformarse en lo que su compañera necesita; el sacrificio del amor llevado al extremo, a lo irracional. Porque así es el amor, el sacrifico del uno por el otro, la conjunción de los defectos y la formulación de la mentira como red de salvación. Este personaje logra su objetivo, encuentra una pareja; ahora este romance estará a prueba, tendrán que demostrar a los jueces, la sociedad entera, que son el uno para el otro (porque están ahí por decisión de los otros no de ellos, crearon esa pareja para poder ser exhibidos como triunfo de lo estipulado). Tal vez no lo logren, pero el objetivo siempre es hacerlo; así que si se encuentran con problemas irreconciliables, el hotel les proporcionara un niño, niña en este caso, que ayude a que se encuentren razones sólidas para resolver sus conflictos. Los hijos como nueva mentira, sacrificio y conjunción de defectos.

En el personaje interpretado por Ashley Jensen, una mujer que ronda los 50 y es amante de las galletas, vemos la desesperación sexual por conseguir una pareja; ella le advierte a David, tratando de impresionarlo/atraparlo que es capaz de todo en materia sexual; todo, sin que sepamos si realmente lo disfruta o no, en pos de tener a alguien (un hombre) a su lado. Con el personaje de La Mujer Descorazonada (Angeliki Papoulia) vemos esta condición puramente económica de las relaciones humanas/maritales. Una mujer capaz de hacer todo por sí misma, pero que es orillada a ejercer el matrimonio. Al ser una mujer solitaria, es incapaz de doblegar sus sentimientos por el otro. David intenta que sea la mujer con la que comparta sus días, sin embargo, tendrá que sacrificar su esencia humana (sentimental) para estar con ella. Vive una relación sin vivirla, pues no existe un lazo que los una, más que el de la obligación de tener una pareja. Esta mujer pone a prueba el amor de David, destrozando a su familia, y él es incapaz de soportar el pesar, pues entiende que no puede ser un robot libre de sentimientos que pueda vivir algo que no encaja con él.

David huye del hotel, y encuentra a los solitarios, donde vivirá otro aspecto del individuo y lo social.

Los solitarios son la versión suprema del individualismo; huyen del sistema para no caer en sus garras, pero no se conforman con esto, sino que rechazan todo lo que éste les propone. No buscan una pareja, ni permiten que estas existan, castigan a los miembros de su comunidad que insinúen cierta inclinación hacia la vida amorosa, pues eso, para ellos, y sobre todo para su líder (Lea Seydoux) significa la perdida de la libertad. Los solitarios bailan solos, cavan su propia tumba y son entrenados para sobrevivir y no ayudar. Viven en el bosque, entre los animales (antes humanos) que no lograron huir o tener a alguien; animales que no pertenecen a ese entorno como camellos o flamencos. Así la soledad se representa como lo natural, mientras la vida en pareja y familia, se encuentra en la artificialidad, en la ciudad y sus autopistas y centros comerciales. Pero en esa naturalidad David encontrará a La Mujer de vista corta (Rachel Weisz) quien hasta ese momento, sabemos es quien nos ha estado narrando la historia.

El romance entre David y ella se vuelve una teatralidad, pues tienen que esconderse tanto de los solitarios (que no les permiten estar juntos) como de la sociedad misma (que ya no les permite reincorporarse pues no siguieron la línea que les marcaron). Así que ambos inventan un lenguaje, una manera propia de comunicarse y que es, y será, la manera de sortear las trampas del amor. Y nos encontramos con la disidencia, pues cuando a David le dicen que debe tener una pareja, no encuentra el estímulo para buscarla, y cuando se le dice que puede estar solo, busca estar con alguien. Tal vez sea el destino (el amor) el que manda, pero tal vez, haya algo dentro de él que es lo que le dicta su camino.

Cuando David se enfrenta a la decisión de estar con su chica, de cegarse por el amor, sacrificarse y conjugar defectos, la duda lo aborda, y la decisión, su decisión, se  basa en lo individual. Él, David, el único personaje con nombre en la película, él y sólo él, por fin, tiene la oportunidad de escoger, y lo hace, lo hace en base a su propio ego. Porque para que el amor exista deber ser ciego.

El individuo como parte de un todo, y como elemento creado a partir de los demás. Siempre bombardeado por información y por reglas, por un contrato social que firmó sin haber leído y que lo tiene atado al mundo. Parece que no hay elección, y cuando la hay, ésta no puede tomarse sin que afecte a alguien más. El individuo atado a su entorno, una isla que forma parte de un archipiélago, y que no puede ser, ni hacer, mucho más.