Por Daniel López
Rafa (Dani Rovira) se encuentra en un vaivén de mujeres, evitando audazmente a las vascas, por el recuerdo de su antiguo amor, Amaia (Clara Lago). Todo transcurre con normalidad hasta que Koldo (Karra Elejalde), el padre de Amaia, llega por sorpresa a Sevilla y, arrepentido por alejarlo de su hija, le da la noticia de la boda de ella con un catalán, alguien que se cree menos español que incluso un vasco . Koldo y Rafa viajan a Barcelona para impedir la boda y reconquistar a la novia. Lo que no saben es que en el novio, Pau (Berto Romero), un hipster de pies a cabeza, ha construido un país catalán libre y soberano de España para que su “iaia” (abuela en catalán, Rosa María Sardá), viva sus últimos años felices y con la oportunidad de ver a su nieto casarse. Pero todo, todo, saldrá fuera del plan de la boda.
“Ocho apellidos catalanes”, que llega este fin de semana a las lasa mexicanas, es la nueva película del director Emilio Martínez-Lázaro (“Las palabras de Max”, ganador de Oso de oro, 1978) con la colaboración de los guionistas Borja Cobeaga y Diego San José. Un equipo que ha probado las mieles del éxito tras su precuela “Ocho apellidos vascos (2014), filme que aparte de apabullar a sus contrincantes en taquilla, fue galardonado con el premio Goya 2015 en actor revelación, actor y actriz de reparto. Ahora tratan de repetir el éxito y, al menos lo lograron nuevamente en España durante el 2015 con la película más taquillera por arriba de los blockbusters de Hollywood ¿Pero, fuera de España será igual?
“Ocho apellidos catalanes” es un filme inmerso chacoteramente sobre los conflictos regionalistas de su propio país. Los gags refieren a los estereotipos sobre sevillanos, catalanes, vascos, gallegos y madrileños entre otras regiones del país Ibérico. Bromas muy propias que quizás del otro lado del Océano Atlántico no podamos notar con claridad, sin tomar en cuenta la mezcolanza de idiomas que se hablan y que llegan a confundir a aquellos que no se encuentren familiarizados con los acentos, pero que, para su apoyo, se ofrecen subtítulos. Eso sí, la película tiene un ritmo fresco, burlón y actual.
“Ocho apellidos catalanes” no trata de ir más allá de una comedia para españoles, para un público que vive en su realidad, con una historia básica y que desde el principio sabemos en qué va a terminar, pero eso qué importa, al final del chiste todos nos reímos, sin mayores complejidades. Una película con lo necesario para hacernos pasar un momento agradable en la butaca y que nos da un respiro de las películas de habla inglesa que dominan la cartelera.