* El viaje que llevó de las primitivas sombras en la caverna al desarrollo del cine documental

Por Juan Francisco Urrusti y Ana Piñó Sandoval

Contar historias tiene una función crucial, sirve para darnos cuenta, es nuestra manera original, arcaica, natural de generar conciencia. Pues el documental es, como afirma Jean Vigo, “un punto de vista documentado”, y en este rubro entran todas las historias ejemplares que sirven para la supervivencia de la tribu. En un segundo momentum resulta que contar historias también sirve para conseguir exactamente lo contrario: para evitar que nos demos cuenta, para manipular la conciencia. Son las historias que alteran los datos de la realidad con el propósito de inducir una visión del mundo que sirva para controlar a la tribu, conseguir el poder  y  conservarlo.

Fue hace 100 años -es decir, prácticamente hoy por la mañana  -que irrumpió en el mundo el ojo vertoviano, más perfecto, capaz de captar la realidad al vuelo y revelarnos sus inabarcables aspectos [1].  A cien años de la aparición  de este ojo ciclópeo poderoso porque puede alterar el espacio, el tiempo, nuestra percepción y nuestra conciencia, el torrente mediático nos ahoga con imágenes que destruyen nuestra capacidad de imaginar y con historias que sirven tan solo para esclavizarnos, para crearnos necesidades, para engancharnos a la cadena del mutuo consumo, para hacernos sentir pequeños y desechables. En enorme  desproporción son mucho menos las historias e imágenes producidas y difundidas con el objeto de hacernos más libres, sabios, completos, más conscientes. Y si esto vale para todo el mundo, en el caso de México esta desproporción, es insultante y peligrosamente mayor. 

En México la falsa conciencia que se ha ido enseñoreando de la conciencia del homo televisensis  teleaztequensis nos tiene acorralados, bajo amenaza de aniquilación y homogeneizados en nuestra ignorancia tele inducida.

Hay urgencia de historias que contrarresten, que reviertan este déficit, porque los signos de la crisis son abrumadores y, aún así, los dueños del poder insisten en los mismos, falaces argumentos. ¿Cuánto tiempo más el mundo puede seguir aumentando el desequilibrio en que se encuentra? Pareciera que hoy,  la humanidad,  y la vida misma –como el bisonte o  el mamut hace milenios- están en peligro de desaparecer a corto plazo. 

El cine –y el documental, en particular- está en estas circunstancias muy lejos de agotar las historias que pueden –y deben- contarse, para crear la conciencia que contribuya a transformarnos en el sentido vislumbrado, el de la recuperación del anima mundi y la construcción de una conciencia ética que parta del darse cuenta. El cine a que me refiero –no sólo el documental- potencia una “visión espiritual consciente” del mundo, y apunta a encontrar y reorientar el sentido de la vida en nuestro corto tránsito por este planeta. El documental se reinventa formalmente todo el tiempo, en busca de nuevas maneras de contar historias. Durante la última edición de Escenarios 2009 –el seminario internacional de documental producido por el Centro de Capacitación Cinematográfica, y de cuyo comité organizador formaron parte los documentalistas Christiane Burkhard y Juan Francisco Urrusti- constituyó  todo un panorama de  historias/ películas para mirar en esta dirección; y aunque la maratónica muestra no nos hizo individuos más competitivos o más exitosos -recordemos que el individualismo está en crisis-, sí nos hicimos mejores humanos, es decir, más conscientes.

Pienso, por ejemplo, en las presentaciones de Godfrey Reggio de sus documentales Koyaanisqatsi y Naqoiqatsi, que nos demuestran que el futuro ya nos alcanzó y que el hombre masa ya llegó y…acaso ya sea parte de nosotros. Aunque no nos hayamos dado cuenta todavía. Gianfranco Rosi, en Below sea level, encuentra la belleza y la sensibilidad perdidas en las ciudades, en un campamento de trailers donde viven personas cuyo problema sea tal vez el ser frágiles, vulnerables y faltos de egoísmo o ambición y estar inmersos  en el mundo caníbal de la dictadura del consumo y del mercado. 

Estos documentales a los que me he referido, pero también los presentados en Escenarios 2009  por  documentalistas mexicanos de vanguardia como Eugenio Polgovsky (Los herederos), Yulene Olaizola (Intimidades de Shakespeare y Víctor Hugo), José Manuel Cravioto (Los últimos héroes de la Península), Isabel Muñoz Cota (Su mercé), Maricarmen de Lara (Voces silenciadas)  y también Juan Carlos Rulfo y Carlos Hagerman ( Los que se quedan), posiblemente nos abran a entender mejor lo que pasa en el México real–tan diferente del México imaginario de las telenovelas- y por lo tanto nos preparen a tomar mejores decisiones para superar la inercia que nos impide cambiar. Son películas que contienen claves para nuestra supervivencia y que, como los cazadores pintados en las cuevas, van al encuentro de destinatarios ávidos por conocerlas, descifrarlas, compartirlas y que las lleven al campo de la acción, esto es, a conseguir que el mundo posible, ese que está afuera de la cueva, deje de ser inalcanzable.

Notas

[1].   “…Soy un ojo fílmico, soy un ojo mecánico; una máquina que muestra el mundo solamente como yo puedo verlo. En adelante y para siempre prescindo de la inmovilidad humana: yo me muevo constantemente, me acerco a los objetos y me alejo de ellos, me deslizo entre ellos, salto sobre ellos, me muevo junto al hocico de un caballo al galope, me introduzco en una muchedumbre, como delante de tropas que se lanzan al ataque, despego con un avión, caigo y me levanto con los cuerpos que se caen y se levantan. Liberado de la tiranía de las 16-17 imágenes por segundo, liberado de la estructura de tiempo y espacio, coordino todos los puntos del universo, allí donde puedo registrarlos. Mi misión consiste en crear una nueva percepción del mundo. Descifro pues de una manera nueva un mundo desconocido para ustedes.”  (Dziga Vertov)

Bibliografía: 
Boorstin, Daniel J. : Los Creadores. Crítica, Barcelona, 2005 
Colombres, Adolfo: Teoría Transcultural del Arte. Hacia un pensamiento visual independiente.  Serie Antropológica. Ediciones del Sol, Buenos Aires, 2004 
Wagensberg, Jorge: La Rebelión de las Formas. O cómo perseverar cuando la incertidumbre aprieta. Metatemas 84, Barcelona, 2004.











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El cazador-recolector de imágenes. Parte 1