Por: Lorena Loeza
Star Wars o La Guerra de la Galaxias -como la conocimos en México y Latinoamérica- llega a estos primeros 40 años de vida más que saludable y en pleno proceso de expansión intergaláctica, iniciando una nueva serie de películas, con nuevos personajes y un nuevo modo de abordar la historia para una nueva generación.
Y para inicio de la reflexión, habría que decir que no hay un solo modo de aproximarse a un fenómeno tan complejo en lo artístico, lo literario, lo cinematográfico, lo cultural. George Lucas creó -sin saberlo en su momento- todo un universo de realidad alterna en dónde la fuerza es la guía para entender las complejas luchas primigenias entre el bien y el mal.
A caballo entre el género épico, la ciencia ficción, el melodrama y la opera espacial, Star Wars en realidad es una auténtica saga, que nos cuenta la vida a través de generaciones de Anakin Skywalker y sus descendientes. Mucho se ha hablado de la complejidad del orden de la narración, que comienza cuando Anakin ya está convertido en el ícono de la villanía, pero en realidad, eso obedece a la ingenuidad con que el propio Lucas aborda su obra en los inicios.
Star Wars, a new hope, (Star Wars, G. Lucas, 1977) la primera de las películas que vimos, se estrena a fines de los setentas, aunque en realidad debería ser la cuarta en el orden de narración. Lucas sienta en esta primera entrega las bases del relato, que se convertiría también en una nueva filosofía de vida para las generaciones venideras.
Una simple estructura basada en el esquema del mito del héroe, narra un cuento de batallas, princesas, héroes, un villano despiadado y un castillo por tomar y destruir. Y si bien resulta todo un éxito de taquilla gracias a este enfoque, la verdad es que mostraba mucho más que los relatos clásicos en donde una persona debe enfrentar duras pruebas que le hacen descubrir su verdadera naturaleza, su carácter de elegido.
La cinta parecía poco novedosa en ese particular aspecto. Las sagas con crónicas de batallas heroicas son un recurso narrativo que data desde las sagas vikingas a o la mitología griega. El mismo George Lucas admite la influencia de relatos clásicos e incluso de la serie de libros El señor de los anillos, de la cual fue lector voraz en su juventud, del cine épico de Akira Kurosawa y de Flash Gordon.
Hay que decir que todo ello es fácilmente reconocible en las primeras películas. Las figuras del ladrón y la princesa, el mago, el brujo o el castillo hacen de este cuento sin tiempo una gran historia, dirigida en su momento al público juvenil, pero que acabó siendo tan profunda que tomó por asalto también al público adulto.
Y es que el Universo expandido de Star Wars aporta elementos místicos que la convirtieron en toda una filosofía popular y referente espiritual para muchas personas.
Sin embargo, el asunto es más simple de lo que parece. Lucas toma algunos principios budistas y judeo cristianos para dotar al Universo Star Wars de una referencia espiritual que le diera un sentido místico y universal a su relato.
El resultado es el culto a la fuerza, que no es Dios, pero sí un aliento de vida y consciencia que hace que todo funcione y tenga sentido. La fuerza sustituye la versión “humanizada” de un Dios todopoderoso, marcada por la dualidad. Hay que recordar que la fuerza tiene un lado oscuro en donde se sitúa, el odio, el miedo y el sufrimiento, siendo el reto encontrar el equilibrio en la fuerza para que exista también en el plano de la realidad.
Este planteamiento, sencillo, básico y esencial, encontró resonancia y sentido en una época donde los valores tradicionales era cuestionados en medio de la desesperanza y la búsqueda de un nueva razón de la existencia, que caracterizaba a occidente al término de la década setentera.
Si la idea de la Fuerza es análoga a la de Dios y los Jedi parecerían su orden sacerdotal, Vader y los Sith serían algo así como Satanás y sus ángeles caídos. Las interpretaciones judeo cristianas de la Saga son las más comunes, aunque también hay elementos que la colocan cerca de otras filosofías orientales, como el budismo.
Lucas ha narrado que construyó la idea mística de la fuerza inspirado en tradiciones antiguas de diferentes orígenes. En el fondo, hay una lógica en ello, y es que si de contar batallas épicas que tienen como origen la confrontación ancestral del bien contra el mal, no hay filosofía o religión que no se haya ocupado antes de darle contenido, místico o espiritual. Y haciendo una analogía espacial, las mismas inquietudes deberían existir en todo el universo expandido de Star Wars.
El caso es que el tema de fuerza, convirtió a las cintas prácticamente de culto y engendró una de las más grandes comunidades de fans del mundo. Las sabias frases de Yoda, el Maestro Jedi milenario, serían consideradas tan reveladoras como las de Confucio o el propio Buda. La idea de la virtud en la orden Jedi, va asociada a la del autocontrol e incluso el celibato, como sucede en otras órdenes sacerdotales.
A medida que la historia empezó a avanzar en las secuelas filmadas hasta la fecha, el asunto espiritual fue tomando un papel cada vez más relevante dentro de las historias. Sabiendo que los seguidores de la Saga aplicaban muchas de las enseñanzas de Yoda y la orden Jedi en su vida cotidiana, éstas fueron cada vez más elaboradas, tratando de que este elemento fuera inspirador para las y los espectadores.
Además de ello, valores como la lealtad, el amor, la solidaridad, el compañerismo y la rebeldía frente a lo injusto, fueron ocupando lugares cada vez más definidos en la trama, al grado de colocarse como contexto que da sentido a las guerras, las alianzas, las estrategias.
El tránsito de Anakin Skywalker de elegido por la fuerza a ícono del lado oscuro, es sin duda la columna vertebral de un contenido que no solo es heroico, sino que toca las fibras sensibles ligadas a las preocupaciones humanas: el amor, el temor a la muerte y el sufrimiento. Ya convertido en Darth Vader, encarnará la corrupción de la pureza al tomar conciencia de que falló en la prueba de mantener el control incluso frente a las pruebas más dolorosas que puede enfrentar una persona.
Pero acaso el principal mérito de la saga en este tenor, sea el de mostrar las virtudes de la fuerza de un modo más que inspirador. Sin sermones tediosos, Lucas termina por sugerirnos ir por el buen camino, nunca dudar en ser parte de una resistencia rebelde y contestataria cuando algo nos parezca injusto. Y si la cosa se pusiera fea, nunca hay que dejar de confiar en que la Fuerza siempre nos acompaña.