Por Sergio Huidobro
Desde Morelia, Michoacán
Una pausa para una aclaración. Hablaremos con detalle de la magnífica “La forma del agua” (The Shape of Water, 2017) más adelante, cuando se acerque su debut en la cartelera comercial mexicana. Para entonces no dejaremos de hablar de ella, de su ímpetu sensorial, sus muchas capas creativas (que van desde el kitsch hasta la alegoría erudita, todas presentadas con el mismo amor por sus fuentes) y su disección de la xenofobia como motor de cierta identidad americana. Todo eso y más es el cuento de Guillermo del Toro, protagonizado por la pareja de amantes más estridente desde Bonnie y Clyde: una muda hipersexual y un ajolote hiperproteico.
Hoy toca hablar de su creador y de su ascendencia en el cine hispano. El encuentro accidental de del Toro con otro homenajeado de esta edición del FICM, Felipe Cazals, en el recibidor del hotel Virrey de Mendoza ocasionó muchas fotos y pocas reflexiones. Uno y otro atraviesan la recta final de un año intenso: Cazals, aplaudido por lo alto en el pasado Festival Internacional de Cine de Berlín (Berlinale), ha visto en torno suyo una atención de la crítica internacional que no por tardía resulta menos justa para uno de los autores más sólidos del cine hispanohablante en los setenta, aquella década poblada de nuevos cines, nuevas olas, manifiestos, revisiones y descubrimientos.
El año Cazals quedó coronado con el lanzamiento de “Canoa” (1976) como parte de la colección Criterion, un acierto que evocó aquel otro año de gracia en el que el cineasta, capitalino formado en Francia, estrenó la propia “Canoa”, “Las poquianchis” (1976) y “El apando” (1975) en menos de 24 meses. Sin embargo, fue “Los motivos de Luz” (1985) la cinta elegida por el propio Cazals para ser presentada en una copia restaurada en Morelia.
Hermana aparentemente menor de la tríada mencionada, el drama protagonizado por Patricia Reyes Spíndola y Ana Ofelia Murguía está basado en un sonado caso real de nota roja. Celebrada en su día por la comunidad cinematográfica, “Los motivos de Luz” fue enterrada en la noche de los Arieles 1986 por “Veneno para las hadas” y tuvo tenues renacimientos en formatos caseros, desde el VHS al DVD, sin que llegara nunca la atención pública que tenía bien merecida.
El cruce accidental de Cazals con uno de sus mayores pupilos generacionales, Guillermo del Toro, quedó apenas registrado en un efímero tuit del director de “Bajo la metralla” es un momento que resume, aunque sea por accidente, dos procesos de aprendizaje en el cine hecho en México durante el último medio siglo. Uno, el de las propuestas impulsadas por el grupo Cine Independiente que agrupó a Cazals, Ripstein y otras figuras como Rafael Corikidi o Tomás Perez Turrent, y el cine derivado, unos quince años después, de esa apertura de puertas y ventanas.
Durante la clase magistral impartida con motivo del estreno de “La forma del agua” en el FICM, Del Toro habló del encuentro con Cazals, quien le dijo, en palabras del tapatío, que la cinta recién reconocida con el León de Oro era una exhalación largamente contenida por del Toro durante nueve largometrajes, desde “La invención de Cronos” (1993) hasta “La cumbre escarlata” (2015). Y lo es, tanto como el cine de Cazals fue una bocanada de aire libre guardado por el cine nacional durante el medio siglo que lo antecedió.