Por Jean-Pierre Garcia
En exclusiva desde Cannes

“El Agente Secreto” (O Agente Secreto) – Kleber Mendonça Filho (Brasil, 2025) – En Competencia

No se dejen engañar por el título. Aquí no encontraremos una película de espías al estilo James Bond ni al modo de John Le Carré, tampoco un policial convencional (aunque abunden los personajes de uniforme). Sería más preciso definirla como un thriller político, aunque incluso esa etiqueta se queda corta para capturar la esencia de este filme. En el Brasil de Kleber Mendonça, espiar al prójimo parece haberse convertido en deporte nacional, donde hay que temer más a un policía que a un delincuente – cuando encuentras dos agentes, es tu dinero lo que les interesa, no la búsqueda de criminales.

Mendonça nos transporta en el tiempo desde las dictaduras militares de los años setenta hasta la actualidad. Seguimos a Marcello, perseguido por la policía, que decide cambiar de aires y partir a Recife en su Volkswagen amarillo. La falta de gasolina lo obliga a detenerse en una estación de servicio perdida en la nada, donde un empleado le ayuda mientras, a cincuenta metros, yace un cadáver abandonado. Al reanudar su viaje, dos policías aparecen – no para ocuparse del cuerpo sin vida, sino para registrar el auto de Marcello, esperando sacarle algún dinero. Pero él solo lleva un paquete de cigarrillos a medio consumir.

Al llegar a Recife, Marcello visita a su madre y familia. Descubrimos que tiene un hijo cuidado por los padres de su difunta esposa. La película teje dos historias paralelas: por un lado, las complejas relaciones familiares (padre/hijo, hijo/abuelo); por otro, la instalación de Marcello como pseudo-funcionario policial, escondido en una comisaría. Debe mantenerse oculto porque ya han pagado a un sicario para asesinarlo.

La búsqueda de Marcello lleva a los perseguidores a seguir a su suegro, jefe de cabina en un cine céntrico de Recife. Estas escenas respiran nostalgia por los cines de antaño, aquellos templos de pantallas gigantes y salas abarrotadas que años después se convertirían en centros de donación de sangre, vacíos de magia pero llenos de otra clase de esperanza.

Estos cruces narrativos revelan los peligros de aquella época dictatorial, donde las amenazas provenían de caciques corruptos. Un viaje en el tiempo desvelará quién está detrás de las violencias que acechan a Marcello – no por motivos políticos, sino para robarle sus inventos como investigador. El asesinato de su esposa aparece como otro eslabón en esta cadena de silenciamientos, particularmente de voces femeninas.

La película conecta tres momentos históricos clave, mostrando sus huellas en la arquitectura urbana, esa mezcla de guerra y paz, trabajo duro y manipulación. Este tercer largometraje de Mendonça delinea con precisión los mecanismos de represión y resistencia. Con lucidez y alejándose de los finales felices que solía ofrecer la “cinelandia” recifense del pasado, el director construye un relato contundente.

Estoy seguro de que el jurado no olvidará esta obra brasileña, que ya ha conquistado a la crítica en Cannes. El actor principal, por su parte, se perfila como fuerte candidato al premio de interpretación.

Por Jean-Pierre Garcia

Jean-Pierre García es crítico e historiador de cine, fundó y dirigió el Festival Internacional de Cine de Amiens, Francia, de 1980 a 2011, que muestra cine del mundo entero y ha desarrollado un papel muy importante en lo que se refiere al apoyo a jóvenes directores de África, Asia y América Latina. Organizó varias retrospectivas y homenajes al cine mexicano y participó en el libro Luz, cámara, acción: cinefotógrafos mexicanos. En 1996, creó el Fondo de Apoyo a Desarrollo de Guiones del Festival de Amiens. Ha sido integrante y presidente de varios jurados internacionales en Europa, África, Asia y América Latina. Es experto en políticas de financiamiento y apoyos a cines del hemisferio sur.