Por Luy Mier

No importa que el género de ciencia ficción haya sido poco
frecuentado por el cine mexicano, y cuando así ha sido, la mayoría de
las veces con dudosos resultados.

Pero varios cineastas del país han sido tentados por este género.
Tan ha sido así que eso dio origen al festival de cine mexicano de
ciencia-ficción, llamado El Futuro Más Acá. En este foro se dio un
repaso a clásicos grotescos y baratos como La Nave de los Monstruos
(1959), de Rogelio A. González, o Santo contra la invasión de los
marcianos (1966) o El Planeta de las Mujeres Invasoras (1965).

La verdad es que la evolución del cine mexicano de ciencia-ficción
ha estado sobre todo marcado por el humor, las balandronadas y,
especialmente, por los escasos recursos. Sucedió así con películas como
Historias del Desencanto (2005) de Alejandro Valle, hecha contra todos
pronósticos y presupuestos y que, inemdiatamente después de ser
exhibida, se convirtió en un filme de culto por su extraña factura,
planteamiento y trama.

El
asunto es que el director debutante Alejandro Molina no se ha
intimidado y en abril pasado inició la producción de su ópera prima, De
día o de noche, escrita junto a su socio y también productor del filme,
Roberto Garza Angulo, y protagonizada por Manuel Balbi y Sandra
Echeverría.

Garza Angulo explicó a esta columna que el filme
sigue el tono de relatos como el clásico 1984, de George Orwell, donde
se retrata a una sociedad mediatizada bajo un gobierno autoritario. 

La
historia, que se filmó en el DF y Acapulco, se sitúa en un país
indeterminado donde sucede el insólito encuentro entre un hombre y una
mujer, en una sociedad programada mediante una enzima para que la mitad
de los ciudadanos vivan de día y la otra de noche, por razones de
consumo y sobrepoblación. En esta producción de Arte 7 y Foprocine,
cuyo presupuesto es del orden del millón y medio de dólares, también
participan Fernando Becerril y Juan Carlos Colombo.

Arma filme pieza por pieza. El director Salvador Aguirre (De ida y
vuelta, 2000) inició en abril la filmación de Tres piezas de amor en un
fin de semana, compuesto por tres historias que protagonizan Adriana
Barraza,

Paola Núñez, Daniel Giménez Cacho y Luis Ernesto Franco. El
filme se sitúa en el marco de las elecciones de 2006 y tiene locaciones
en Acapulco y el DF. Las historias se refieren a ciudadanos comunes de
diferentes clases sociales (una mujer ignorada por su familia, unos
swingers y unos vendedores ambulantes) que no transforman el rumbo del
país, pero que viven sus dramas privados en el contexto de un agitado
entorno social.