Por Perla Schwartz   

Fue en 1959, cuando Claude Chabrol con su segunda película “Los
Primos” se hizo acreedor al Oso de Oro de la Berlinale.  Desde aquel
momento, quedaron asentadas las características de su universo
fílmico,  cintas donde se fusiona la comedia, la tragedia, siempre bajo
una mirada irónica que busca desentrañar los rincones más oscuros y
repelentes de la condición humana, centrándose sobre todo en personajes
de la burguesía francesa.   

Cincuenta años después con “El inspector Bellamy”, cinta que fue
parte del Tour de Cine Francés del año pasado, Chabrol maneja los
elementos descritos, trabaja por primera ocasión con Gerard Depardieu y
entrega una cinta homenaje a dos grandes Georges: a Simenon, el
novelista policíaco belga y a Brassens, el canta- autor galo que sabe
tocar las fibras más sensibles del corazón.   

La ambigüedad moral permea el discurso de este policial, que tiene
como historia paralela, los problemas familiares que Paul Bellamy
(Depardieu con sobrepeso, pero haciendo gala de sus dotes histriónicas)
con su hermanastro alcohólico, bueno para nada, quien va por la vida
con una brújula desorbitada (Clovis Cornillac).   

En cambio Bellamy sostiene una buena relación marital con Francoise
(la deliciosa Marie Bunel).  Su tranquilidad vacacional se ve
interrumpida con la aparición de un asesino confeso (Jacques Gamblin),
quien se apasionó por una joven pedicura y más allá de la infidelidad
matrimonial decidió ir más lejos.   

Mediante un ritmo lento, cadencioso, con bellos paisajes de la
campiña francesa se despliega este thriller romántico de Chabrol, de
los pocos sobrevivientes de la Nouvelle Vague, a sus casi 80 años,
muestra su vitalidad, su gran oficio cinematográfico, su habilidad para
la puesta en escena, el mantener un suspense, salpicado de frases
deliciosamente irónicas y su mirada a una clase burguesa
“pecadora”.     

Conforme Bellamy investiga el caso, él mismo se va autoconstruyendo
y bucea en un pasado donde hay una serie de traumas y secretos que no
se atrevía a confrontar.  La música de Matthieu Chabrol- hijo del
realizador-, es la encargada de enfatizar el dramatismo de ciertas
secuencias.   

En especial, resulta elocuente, la escena donde Bellamy va a hacerse
pedicura con Nadia, la amada del hombre que investiga, y mientras ésta
masajea su pierna, el cineasta parece dar una metáfora acerca de esa
profunda necesidad de afecto, de todo ser humano.   

Si bien “El inspector Bellamy” no es la mejor película de Chabrol,
lo cierto es que no desmerece en su amplia filmografía y como bien se
afirma casi hacia al final de la cinta: “Siempre hay otra historia. Hay
más de lo que los ojos pueden captar.” 

El inspector Bellamy (“Bellamy”). 

Francia. 2009. Dirección y guión: Claude Chabrol.  Fotografía:
Eduardo Serra. Música: Matthieu Chabrol. Intérpretes; Gerard Depardieu,
Marie Bunuel, Jacques Gamblin,  Clovis Cornillac. Duración: 110 minutos

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