Por Perla Schwartz
La dictadura y la represión que se vivieron en la historia reciente de Argentina, se erigen como una gran metáfora en “La mirada invisible”, tercer largometraje de Diego Lerman (“Tan de repente” y “Mientras tanto”). A pesar de ser una película en la que aparecen varios personajes, dos son los centrales, la opacada Marita (con una soberbia interpretación de Julieta Zylberberg) y su tiránico jefe Biasutto (Osmar Núñez): ellos son la fuerza motora de la película.
Entre ambos se establece un creciente tour de forcé, ambos gravitan en una ambigua órbita de víctima y victimario, es más lo que esconden que aquello de lo que se atreven a hablar, es más lo que callan que lo que dialogan.
La novela “Ciencias morales” de Martín Kohan , Premio Herralde 2007 es el punto de partida del guión de la autoría del propio Lerman en colaboración con María Merian, un texto sumamente cinematográfico puesto que da mayor peso a la imagen cinemática que a la palabra hablada.
La historia se desarrolla en la Argentina de 1982, poco antes de que se desencadenara la Guerra de las Malvinas. El escenario central es el Colegio Nacional de Buenos Aires que se erige como una especie de fortaleza-prisión, un lugar donde impera un sistema disciplinario sumamente represivo, que tiene como objetivo central aplicar severas reglas al alumnado, el que para sobrevivir debe de mantener una actitud estoica.
En ningún momento, los estudiantes le pueden reclamar nada a la maestra Marita, deben optar por una actitud sumisa, aunque no estén de acuerdo con el regaño.
Una aplastante monotonía, un laberinto de esperanzas resquebrajadas recorren el filme de Diego Lerman que apuesta por poner en primer plano una serie de detalles como una mirada fugaz, el roce de un cuerpo, una sonrisa que se desdibuja y se ahoga en la tristeza más profunda.
En “La mirada invisible”- una de las películas que conformó la programación de la 52ª Muestra Internacional de cine de Cineteca-, pareciera que no ocurriera nada, pero sí sucede el devenir de un tiempo inmóvil que amenaza con congelar todo sentimiento de redención. Este mes de julio se estrena en Cineteca Nacional.
Y para muestra basta un botón, Marita no es tan fuerte como aparenta ser, la muchacha tiene una serie de severos problemas psicológicos, entre ellos, el de una sexualidad reprimida, por ello se complace en ser la “celadora de los alumnos” al tiempo que una voyeur-espía de cada uno de sus actos, incluso los más mínimos.
Ella les impone a los otros una carga disciplinaria, que es incapaz de autoimponerse. La puesta en escena de “La mirada invisible” es austera, está presidida por un gran rigor, destaca el manejo que hace el director del “·fuera de campo”, lo que imprime una mayor violencia emocional a la narración.
La última secuencia es de antología y reafirma lo que Diego Lerman ha intentado hacer a lo largo de su filme, una metáfora y un alegato en torno a una época oscurantista, que a la fecha es una profunda herida en el pueblo argentino.
“La mirada invisible”. Argentina 2010. Dirección: Diego Lerman, Guión de él mismo en colaboración con María Merián en base a la novela “Las ciencias morales” de Martín Kohan. Fotografía: Álvaro Gutiérrez, Música: Jacobo Villalobos. Intérpretes: Julieta Zylberberg, Osmar Núñez, Marta Lobos, Diego Vegizzi, Duración: 95 minutos.