CorreCamara.com-EscribiendoCine.com

Buenos Aires. Mientras muchos directores y productores se quejan de Cuevana.com otros eligen estrenar sus películas por dicha vía, como es el caso del argentino Maximiliano Gerscovich que presenta su ópera prima “Stephanie” (2004). Protagonizada por Antonio Birabent y Soledad Fandiño, el film puede verse desde el 22 de diciembre por el sitio de internet más polémico del momento y esta vez con el consentimiento de su autor.

CorreCamara: ¿Qué se va a encontrar la gente frente a Stephanie?

Maximiliano Gerscovich: Con una película muy alejada de las distintas vertientes de la tradición del cine argentino. Se van a encontrar con un planteo formal sobre un recurso clásico, el relato en off, reelaborado de un modo nuevo: durante una partida de póker, un personaje (el que interpreta [2631 Antonio Birabent]) cuenta una historia relacionada con una mujer, Stephanie, que es ilustrada, no desde su punto de vista de narrador, sino desde los cuatro puntos de vista de los demás jugadores, con lo cual, mientras avanza el relato en off,  se sucede un montaje de escenas con cuatro “Stephanie”, parecidas pero diferentes, de acuerdo a lo que imagina cada jugador, permaneciendo siempre constante la presencia del narrador.

CC: ¿La película la realizaste de manera independiente?

MG: Absolutamente. La producción estuvo a cargo de Fernando Baserga, quien cumplió un rol decisivo, no sólo como sostén de todo el proyecto, sino también como una voz fundamental en la construcción de la película. No tuvimos acceso a fondos públicos (INCAA, BAFICI, etc.) ni privados, sean fundaciones, festivales o canales de TV. Fue un esfuerzo muy grande que recayó principalmente sobre las espaldas de Fernando, pero que acompañamos muchos con aportes de toda clase, como la facilitación de locaciones o de vestuario de marcas cedidos a cambio de una mención en los títulos, accesorios de utilería, participaciones de amigos en bolos. Fue una película rodada en ocho días con la ayuda de mucha gente.

CC: ¿Cómo se hace para conseguir actores de renombre cuando se tiene un presupuesto tan acotado?

MG: Los actores que se sumaron al proyecto lo hicieron básicamente porque les gustó la idea y la propuesta de construirla en base a improvisaciones, por supuesto, con un trabajo previo de elaboración de los personajes, en base a estructuras como el contexto, la paradoja, las relaciones dinámicas y el spine. Por otro lado, en términos de costos, el hecho de filmar tan pocos días también nos hizo más accesibles los honorarios. El caso de Soledad Fandiño es especial, porque recién empezaba su carrera y lo hacía en un show de humor en TV y, si bien ese fue el año en el que logró cierta popularidad, tuvimos la suerte de pactar su participación a principios de año. Nos deja cierta satisfacción el haber tenido el ojo como para ver que el germen de una actriz más profunda que avizoramos en ese entonces, fue ratificado en sus posteriores trabajos dramáticos.

CC: La película la filmaste en 2004 y recién ahora se puede ver y no en un cine sino por Internet, ¿a qué se debió la demora y la decisión de estrenarla en Cuevana?

MG: La demora tuvo que ver con que el proyecto fue declarado por el INCAA como de “no interés” pese a lo cual, decidimos filmarla igual. Esa falta de apoyo estatal, sumado a las características poco usuales de la película, la transformaron en un OVNI que nadie en el medio tuvo la osadía de intentar pilotear. El tiempo fue pasando, lo cual tuvo como beneficio la posibilidad de mejorar el montaje y que dio como resultado una película mejor contada. Tras recorrer infructuosamente el medio y ser innecesariamente maltratados por distribuidores y programadores de salas (con honrosas y muy apreciadas excepciones) llegamos a la idea de estrenarla en un web site, siguiendo el modelo de difusión que desde hace un tiempo implementaron las bandas de música, tanto consagradas como indies. Contratamos a Gastón Infantino, de Hiperforma para el diseño del site, y él a su vez nos llevó a vincularnos con Tomás Escobar de Cuevana, coincidiendo muy afortunadamente en un momento en el que su sitio está en el ojo de todas las miradas y está buscando reconvertirlo para fomentar la difusión de películas independientes.

CC: ¿Piensas que de ahora en más ésta será una opción para las películas que no consiguen sala para su estreno?

MG: Por supuesto. Es una opción muy válida para que un público muy grande acceda a trabajos que no cuentan con ninguna posibilidad de ser exhibidos dentro del circuito comercial, obturado por producciones grandes, o del circuito “de arte” dominado por un cenáculo endogámico de personajes que bajan o suben pulgares dictaminando el destino de tantas películas, sentencias por lo general basadas en los dictámenes más burdos del esnobismo cinéfilo.

CC: Hay muchos directores que se quejan de que sus películas están en la red y tú elegiste este medio para que “Stephanie” tenga llegada al público. ¿Esta iniciativa puede llegar a cambiar la mirada de la industria sobre esta forma de difusión?

MG: Lo que haga o deje de hacer la industria, realmente, mucho no me interesa, porque yo no pertenezco ni lo quiero hacer. Me interesaría mucho sí que los realizadores que estén en una situación de marginación como la que pasamos nosotros, tengan un espacio para mostrar sus trabajos

Muchos se quejan de Cuevana y se pasan el día viendo películas por ese canal. ¿Vos sos de consumir películas bajo ésta forma?
Recién con todo esto lo empecé a hacer, sobre todo para ver la calidad de reproducción que me sorprendió mucho. Todavía falta un poco para que sea óptima, pero está muy cerca y definitivamente es muy superior a las proyecciones desde DVDs que ofrecen las “salas de arte”.

CC. ¿La llegada al público bajo la forma online va a ser superior que si su estreno hubiera sido en una sala cinematográfica?

MG: Una película como Stephanie, estrenada sin publicidad en una sala mal ubicada, mal equipada y con entradas caras, puede aspirar con suerte a tener 500 espectadores (entre los que se encontrarían amigos y familiares de todos los que la hicimos). La cifra total de espectadores no la podemos saber, pero tenemos un piso estimado de 200 veces el número que la película haría en una sala del circuito alternativo.

CC: ¿Se vienen nuevas películas de tu parte para ser vistas por la red?

MG: ¡Eso espero! Este año voy a abrir mi propia productora y espero poder hacer uno de los tantos proyectos que vengo desarrollando. Lo que me interesa especialmente es contar historias con un nuevo lenguaje adaptado a las nuevas posibilidades que da Internet. Ni siquiera sé si eso se va a llamar “cine”. Yo creo que estamos ante un cambio de paradigma narrativo similar al que se produjo con la llegada del sonido. Lo que falta crear son las herramientas de este nuevo lenguaje, me refiero a recursos narrativos de imagen, sonido o montaje ya no restringidos al cuadro de la pantalla para ser contemplados, que es la herencia pictórica del cine, sino un nuevo terreno, probablemente más emparentado con la mecánica de los videojuegos, pero puesta en función de una historia, de un mensaje que un artista quiere comunicar pero que además, será completado, rearmado o reinterpretado, ya no imaginaria o psicológicamente, sino físicamente, por el espectador, al que también habrá que encontrarle otra definición porque justamente habrá perdido su rol de mero observador.