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El realizador griego Theo Angelopoulos fue mortalmente atropellado este
martes por un motorista, que resultó ser policía fuera de servicio, en
una pausa del rodaje de su nueva película,  “El otro mar”, cerca del
puerto de El Pireo. Se le trasladó a un hospital ateniense con
traumatismo craneoencefálico, pero los médicos no pudieron mantenerlo
con vida. Tenía 76 años y estaba considerado uno de los grandes maestros
vivos del cine europeo. Ganador de la Palma de Oro en Cannes, realizó
cintas como “Paisaje en la niebla” (1988), “La Mirada de Ulises” (1994),
“La Eternidad y un Día” (1998) o “El polvo del tiempo” (2008).

Theodoros Angelopoulos había nacido en la capital griega el 17
de abril de 1935. De niño presenció la invasión nazi del país y el
subsiguiente conflicto civil helénico, que inspiraron sus primeras
películas. Tras estudiar Derecho se trasladó a Francia para formarse en
su gran afición, el cine. Ejerció como crítico antes de lanzarse a la
dirección. Su carrera incluye una veintena de títulos, muchos de los
cuales participaron en los más importantes festivales del mundo, y
sedujeron más a los críticos que al público, por su estilo lento,
pausado y filosófico.

En una de sus últimas entrevistas, con la
televisión pública griega, había mostrado su interés en hacer una
película sobre la bancarrota de su país y se calificaba a sí mismo como
“un izquierdista en confusión total”.

Angelopoulos fue
homenajeado hace tres años en el español Festival de Huesca, que le
entregó el Premio Luis Buñuel. Entonces, compartió reflexiones sobre el
Séptimo Arte y su propoa vida. Pesimista y nostálgico, el autor de “La
mirada de Ulises” dijo añorar las décadas de los 60 y 70, “una época en
la que existía la esperanza, en la que pensábamos que podían cambiar las
cosas, había referencias y la libertad se sentía en el aire”.

Cuando
NOTICINE.com le planteó la evolución de un público desde el “boom” del
cine de autor hace 40 o 50 años con el momento actual en el que la
minoría es más minoritaria que nunca, el maestro griego dejaba volar sus
recuerdos: “En los 60 yo llegué a París con unos pocos francos en el
bolsillo. Era una época extraordinaria, me daba la sensación de que las
calles cantaban, la vida cantaba… El cine venía de todos lados: el
“Cinema Novo” brasileiro, la “Nouvelle vague”, la “Primavera de
Praga”… Todo el mundo estaba activo, los estudiantes, el cine, la
política, la vida, las chicas… ¿Cómo se puede comparar aquello con el
momento actual?”.

“En aquel momento -añade- había esperanza.
Pensábamos que las cosas podían cambiar y nosotros estábamos
participando en ese cambio. La mejor prueba soy yo mismo: Llegué sin
nada y enseguida me dieron de qué comer y dónde dormir… Ahora la
sociedad es mucho más cerrada. Los más jóvenes sienten un horizonte
cerrado y carecen de un sistema de referencias. Ya no se cree como nos
pasaba a nosotros que todo es posible. Esta es la era de las pantallas
electrónicas. Todo el contacto de los ciudadanos con lo que pasa es a
través de la televisión, y ese medio no es inocente. Tiene una forma de
contar las cosas que es justamente contraria a la del cine”.

Y el
realizador de “El viaje de los comediantes” y “La eternidad y un día”
siguió comparando el ayer y el hoy: “Ahora las salas independientes casi
han desaparecido y sólo hay multiplexes… La gente va al cine, y a
comer, y a comprar… No van a ver “una” película. Para mi el cine es
como una misa, vas a una sala, te sientas para ver y dialogar con la
película, rodeado de cómplices. En este momento -sobre todo entre la
juventud- eso se ha perdido. Cuando voy sólo me encuentro a gente por
encima de 45 años…”.

Al interrogarle por la posibilidad de que
los retratos históricos que ha realizado sobre la Europa del siglo XX
pudieran ampliarse en sus futuras obras al XXI, Angelopoulos reiteró su
identificación: “No, mi siglo es el XX. Desde entonces todas mis
convicciones políticas se han desplomado. De aquellas ideas: cambio,
revolución… ya no queda nada. ¿Con que esperanzas se puede empezar un
nuevo siglo. ¿Qué podría contar a mis nietos?