En la foto: Trabajador ascendiendo una de las columnas metálicas de la Torre Latinoamericana.
Por Roberto Ortiz Escobar.
Este año, Cineteca Nacional digitalizó un rollo de nitrato con imágenes de la construcción de la Torre Latinoamericana. De escasos 7 minutos y sin créditos ni sonido, sorprenden las imágenes del levantamiento de las estructuras metálicas, así como el trabajo de albañiles de lo que ha sido un edificio emblemático de la modernidad arquitectónica del siglo XX en la Ciudad de México, ubicado en la esquina del Eje Central Lázaro Cárdenas y Madero. El inmueble de 42 pisos fue el más alto del país de 1956 a 1972, cuando fue desplazado por el World Trade Center, ubicado en Insurgentes Sur y conocido al principio como Hotel de México.
Titulado [Construcción Torre Latinoamericana], las imágenes sobre este proyecto arquitectónicamente ambicioso, debió filmarlo un fotógrafo profesional, ya que los encuadres y las tomas del trabajo in situ son precisas, dando una idea de la dimensión arquitectónica con estructuras metálicas levantadas desde finales de los cuarenta en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Otra aportación de esta producción en 35 mm. (sin año de producción), es la edición ágil que constata la vinculación espacial del edificio con el entorno urbano inmediato de construcciones añejas como la Casa de los Azulejos y el Palacio de Bellas Artes, y los edificios Guardiola y del Banco de México. Aparece, además, una calle aledaña y un edificio al que se introducen bloques de piedra y ladrillos en uno de sus pisos, que podría ser de la misma construcción de la Torre Latinoamericana o parte de la remodelación de algún edificio contiguo.
Si bien existen estas tomas abiertas, la mayoría de los encuadres de la estructura metálica se centran en los levantamientos y colocaciones de columnas metálicas por una grúa y las labores específicas de trabajadores en los andamios. Buena parte de las tomas podrían pertenecer al tercer nivel espacial del edificio, donde se ubica el mayor número de pisos.
El corto expone la instalación de una obra magna en el ramo ingenieril y registra el trabajo rudo y peligroso al que se expusieron los trabajadores, como aquel albañil parecido a un equilibrista semejante a Harold Lloyd en “El hombre mosca” [1], quien cuelga de las manecillas de un edificio, sin caer al aire por su habilidad corporal en una escena de antología cómica. En el corto de nitrato, uno de los albañiles de la Torre Latinoamericana sube las estructuras metálicas confiando en la destreza de su físico, sin cuerda o andamio, como atenuantes a un eventual accidente drástico. Llama la atención también que los trabajadores no usen casco metálico sino simples sombreros.
Trabajador picando un bloque de piedra, al fondo, La Casa de los Azulejos.
De aceptable resolución cinematográfica, este rescate fílmico constata el relieve de un edificio diseñado arquitectónicamente por Manuel de la Colina y Augusto H. Álvarez, construido entre 1948 y 1956 por iniciativa de La Latinoamericana Seguros de Vida, S.A. Erigido en el Centro Histórico, fue ejemplo de la modernidad arquitectónica y espacial de la capital, apuntalando la ruta de construcción de edificios elevados con muchos pisos, sustituyendo gradualmente (en los últimos años de manera galopante) a las construcciones familiares de una o dos plantas o a los edificios de oficinas y negocios de verticalidad escasa.
El famoso inmueble de cristales y acero resistió tres temblores fuertes en 1957, 1985 y 2017, entre otras cosas, gracias a un sistema hidráulico de flotación de pilotes de concreto y materiales ligeros en su base.
En el cine mexicano el edificio ha funcionado como espacio escenográfico en algunas películas de diversas épocas. Aludo dos obras de ficción donde la verticalidad arquitectónica del inmueble tuvo una connotación sexual, de acuerdo a lo dicho por un historiador y una crítica de cine.
En primera instancia estaría “Dos mundos y un amor” (México, 1954, de Alfredo B. Crevenna), actuada por Pedro Armendáriz (arquitecto Ricardo Anaya), Irasema Dilián (Silvia Anderson) y José María Linares Rivas (Alfredo Andersen) en los papeles centrales. La historia truculenta de resabios traumáticos infantiles en Ricardo, refiere la construcción de la Torre Latinoamericana a través del arquitecto, quien se hace cargo de la obra después de denunciar la falla de un colega. Un anterior intento de suicidio del arquitecto (remediado por Silvia Andersen, la novia pianista de relieve internacional) sugiere un complejo de inferioridad, a la vez que la desmedida apuesta por el éxito profesional, lo que lo lleva a la separación de su pareja amorosa, resuelta favorablemente por el melodrama ramplón de final feliz. El historiador de cine Emilio García Riera relacionó simbólicamente el machismo arrollador de Ricardo, con la edificación vertical de la Torre Latinoamericana [2].
La alusión fálica se hace presente también en la comedia de los noventa “Sólo con tu pareja” (1991), que le significó el pasaporte a Hollywood a Alfonso Cuarón. La connotación sexual masculina queda remarcada en la altura mayor de la Torre Latinoamericana, hasta donde llega el publicista Tomás Tomás (Daniel Jiménez Cacho) para suicidarse, ante el equívoco de padecer sida por sus relaciones promiscuas con tantas mujeres, entre otras, con la azafata Clarisa (Claudia Ramírez), vuelta heroína de la cinta [3]. La euforia etílica compartida en los momentos previos del pretendido suicidio por personajes variopintos, hacen de “Sólo con tu pareja” una comedia de enredos que, en los noventa, puso como referente arquitectónico y turístico a la Torre Latinoamericana.
Si observamos el cine mexicano de la época de oro, determinados edificios del Centro Histórico se convirtieron en referente invariable del rostro capitalino que integraba construcciones del pasado (la Catedral Metropolitana, el Palacio Nacional, el Edificio de Correos, el Palacio de Bellas Artes) y la torre-logotipo de la modernidad de mediados del siglo XX llamada Torre Latinoamericana. Era el rostro de una ciudad que presumía a la provincia su cosmopolitismo, así fuera de fachada arquitectónica. Como las artes plásticas también han plasmado este edificio, actualmente se presentan en una exposición del Museo Soumaya de Polanco los esbozos del mural “Pesadilla de guerra, sueño de paz”, donde Diego Rivera se remitió a la construcción de la Torre Latinoamericana (por cierto, el mural fue censurado por las autoridades de Bellas Artes después de exhibirse por primera vez ahí).
De 181.3 metros de altura y un peso de 24,100 toneladas, en 1997 la Torre Latinoamericana fue declarada Patrimonio Monumental de México.
Dos trabajadores en uno de los pisos de construcción. Al fondo, el Palacio de Bellas Artes.
NOTAS:
[1]. “El hombre mosca” (Safety Last, Estados Unidos, 1923, de Fred C. Newmeyer y Sam Taylor). Con Harold Lloyd.
[2]. “Pedro Armendáriz grita a Irasema Dilián: ‘¡Construiré para ti el edificio más alto de América Latina!’, y en efecto, una suerte de magna erección simbólica del macho mexicano se traduce en los 42 pisos (él quería que fueran 43) de la Torre Latinoamericana, desde cuya cima puede el hombre ver a la ciudad a sus pies…” (“Historia Documental del Cine Mexicano”, tomo 7, pág. 172, edición de 1993).
[3]. “…lo único antihigiénico y barroco en la vida de Tomás Tomás son sus costumbres sexuales. Su departamento, preservado merced a la divina trinidad del microondas, la computadora y la video, estaría casi vacío de no ser por la manía de los conitos de papel, de obvias connotaciones fálicas, manía a la que más tarde se sumará el tema de la Torre Latinoamericana-el gran falo de la ciudad…” (Verónica Maldonado, “Dicine”, N° 50, III-1993).
El corto [Construcción Torre Latinoamericana] se exhibirá en la conmemoración del “Día Mundial del Patrimonio Audiovisual” el lunes 28 de octubre a las 19:00 horas en la Sala 9 de Cineteca Nacional.
*Las fotos que acompañan el presente artículo se incluyen únicamente como apoyo al contenido del texto, cuyo cometido es de difusión cultural.