Por Matías Mora Montero
Desde Morelia

Otro año, otra película de Nico Pereda que sigue su estilo al pie de la letra, con ese manual de particularidades que repite sin cansancio, todas sus películas son la misma: incluyendo su elemento de sorpresa que siempre las mantiene frescas. Es un genio de la repetición, con esta construye su propio universo y un discurso adecuado a cada película.

Su estilo de tomas largas hace de cintas de metrajes cortos paisajes, cada imagen alcanza su punto máximo de apreciación gracias a la paciencia y el cuidado que el cineasta le permite a cada encuadre. Sus composiciones desafían las normas, cortan cuerpos, evocan a lo invisible, lo dramático siempre queda en segundo plano en favor de sus personajes y sus actores, que en el caso del cine de Pereda, son la misma cosa. Sus personajes se acomodan a sus actores, no viceversa, es todo orgánico, escribe a partir de la personalidad de un colectivo de artistas con quienes lleva trabajando años, el principal siendo Lazáro Gabino, quien siempre se llama así en las películas de Pereda, pero en escenarios distintos.

En este caso, con “Cobre” (2025), Lazáro es un trabajador en una mina en Tlaxcala que busca con desesperación que le aprueben días libres por una cuestión de salud que es una total mentira, esto tras encontrarse un cadáver en camino al trabajo. El cine de Pereda, sabio en su forma, ingenioso en su humor, entiende perfecto el principio de Godard que “evoca más lo que está fuera de cuadro”, el cadáver en cuestión nunca sale y como bien comentó el director de fotografía, Miguel Tovar: “desde el título… la película se llama “Cobre” y nunca ves una mina”.

Así es como Pereda construye una cotidianidad, entre esas pausas que rodean a la acción dramática, en donde cada gesto narra. Su forma de rodar, de acercarse al cine creando un ecosistema verosímil, más no buscando el realismo, le permiten interesarse en el realismo mágico, en pequeños destellos de mexicanidad que iluminan un imaginario extraordinario y, ante todo, fino, con el que logra exaltar las dinámicas de género, laborales y hasta interpersonales que rigen la vida del mexicano, sin limitarlo a su nacionalidad y provocando más a un estado de ser, a un deambular entre la poesía y el mundo tangible. Una mezcla sabrosa de una historia creíble y ordinaria con una fantasía que te revela algo siniestro, algo oculto y desconocido, así, de esta naturaleza de ambigüedad alarmante, es el final de “Cobre”.

Nico Pereda, presente ya en dos ediciones seguidas del festival con película pero él ausente, prepara ya su próxima película, marcha rápido, enfocado, abierto al juego y al descubrimiento, se mantiene como uno de los visionarios más únicos del cine mexicano.

Dirección: Pereda; Nicolás
Guión: Pereda; Nicolás, Maldonado; Juan Francisco
Producción: Pereda; Nicolás, Mónaco; Paula
Fotografía: Tovar; Miguel
Sonido: Gaviria; Mercedes, Bussmann; Andrea
Música: Pereda; Nicolás
Dirección de Arte: Pereda; Nicolás