Por Ali López

La edición número 16 de Macabro presentó dos cintas con una característica en similar, la del encierro.  Películas que muestran al hogar como el lugar de horror, así como el infierno interno que vive cada uno. “El Vecino” (Giancarlo Ruiz | 2017) la segunda cinta Mexicana que se presenta en el festival; y “Huset” (Reinert Kiil | Noruega | 2016) un película que se desarrolla durante la segunda Guerra mundial.

Podemos ver una de las particularidades más notorias del cine de horror actual vista desde dos ángulos, donde el propio entorno, la casa, se vuelve el objeto de horror. La historia, de lado europeo, que no olvida ni perdona las atrocidades. Y el presente, del lado nacional, donde la violencia cotidiana no deja de cuestionarse. Así, el horror habita en monstruos reales, en lo que  vemos y nos consume cada día.

El pequeño cast, y las locaciones mínimas, nos llevan a un micro universo, a una sociedad que ve en su propia isla el infierno que los atormenta. Por un lado la ideología nazi, que no es imbatible, y que como cualquier régimen, pude derrocarse. Por otro lado, la idiosincrasia violenta de México, que huele a sangre, y que entre víctimas y victimarios hay pocas ganas de detener la pelea.

La cinta mexicana, producida totalmente en Tijuana, cuenta la historia de una joven pareja asediada y espiada por su vecino. Los nuevos esposos viven entre disgustos, indiferencias y peleas; sin embargo, cuando ella es secuestrada, la violencia se extenderá más allá de su matrimonio.  La película juega con un tono experimiental, haciendo uso del avance, el retroceso y las velocidades de la trama como si fuera una cinta en una videocasetera. Además de que la cámara encierra sus tomas en encuadres distorsionados y concentrados en romper el cuadro normal.

Más allá de la forma, la cinta propone poco, pues la historia transcurre lenta y predecible; haciendo de la violencia cotidiana un juego caricaturesco, que, aunque no la justifica, tampoco llega la crítica social que aparenta. La cinta cae en muchos aspectos, a pesar del intento de llevarla a un cine no convencional, pues la fórmula, y lo que propone, termina por decaer a los pocos minutos, ya que se vuelve reiterativa y tediosa. Hacia el final de la cinta, una secuencia entrega dividendos a los fanáticos del género, pero fuera de eso, hay poco que disfrutar.

 

 

Por otro lado, la película noruega entrega una mejor dosis de terror. Con características similares en producción, pero con una solidez narrativa mucho mejor. Es verdad que “Huset” va mucho más por el cine narrativo convencional, pero no deja de jugar con los tiempos y espacios cinematográficos para acrecentar el terror.

Dos soldados nazis, y un prisionero noruego, entran a una casa en medio del bosque escandinavo, el frío no les permite pasar la noche en el exterior, pero, dentro de la casa se desatará un infierno de culpabilidades internas que les hará conocer a sus demonios.

Una de las mejores cintas, no sólo de éste, sino de varios Macabros, pues entrega al público lo que busca, secuencias que lo mantenga con el alma en un hilo, y, de vez en cuando, lo haga saltar de su asiento.  La trama no se cae en ningún momento, y logra crear un ambiente de tensión en quién la mira, además de que los efectos especiales, pocos pero necesarios, no sustentan el horror, pero sí ayudan al tono lúgubre. Haciendo uso, también, de los tiempos cinematográficos, pero teniendo mucha mayor fortuna, pues no lo toma como un recurso a explotar, sino con una dosis sutil pero impactante.