Por Juan Pablo Russo
Noticine.com-CorreCamara.com
“Mariposa” (2015), cuarta película de Marco Berger (“Plan B”), estrenada en la pasada Berlinale, y ya en salas argentinas antes de participar en el Festival de Sebastián, explora el mundo de las realidades paralelas a través de una relación amorosa vivida por los mismos personajes en dos temporalidades y espacios diferentes. La película parte de la idea sobre la teoría del caos y qué pasaría si las decisiones tomadas fueran otras.
Romina (Ailín Salas) y Germán (Javier De Pietro), viven una misma historia de amor en dos mundos paralelos. En uno son hermanos y están sometidos a un deseo que deben reprimir. En el otro entablan una extraña amistad, donde cada uno elegirá como pareja al mejor amigo del otro (Julián Infantino y Malena Villa).
Berger, posiblemente el máximo representante internacional del cine gay argentino, provoca varias rupturas con respecto a su obra pero siempre dentro de un estilo que ya lo caracteriza. Por primera vez pone una pareja protagónica heterosexual y construye una historia fragmentada, alejada de toda linealidad. A pesar de estos cambios, que lo engrandecen, desde el plano inicial uno puede reconocer el estilo personal que une a toda su filmografía. Tiene una forma de manejar los tiempos, encuadrar, musicalizar, única.
También es un gran narrador y si cabía alguna duda bastará con solo ver los quince minutos iniciales y los mecanismos de cohesión que utiliza para no dejar nada librado al azar. En “Mariposa” recurre a una misma historia de amor con un tinte de fantasía. Dos personajes en diferentes tiempos y espacios se gustan pero por diferentes motivos deberán reprimir lo que sienten (un punto característico en su filmografía). Ambas realidades no sólo estarán atravesadas por los protagonistas, sino también por el entorno que los rodea y que de la misma manera se duplicarán en ambos mundos.
Otra de las características de Berger es la de crear erotismo sin la necesidad de mostrar demasiado. Una cámara que sugiere, que se posa sobre los cuerpos. Roces, gestos y palabras serán más erotizantes que lo explícito de un cuerpo desnudo. Por supuesto que no estará ausente el ya clásico “plano bulto”, marca registrada dentro su obra. Si bien “Mariposa” propone una historia heterosexual también juega con el homoerotismo, la ambigüedad y con una historia gay paralela que irá avanzando a lo largo del metraje.
Decir que “Mariposa” es la mejor película de Marco Berger sería contradecir lo ya dicho con anterioridad, y no porque no lo sea, sino porque las otras también lo son. Lo que no resulta contradictorio es decir que sin dudas es un autor que no para de crecer, y lo hace sin traicionarse a sí mismo ni al público. Tener coherencia estética, ideológica y narrativa no es algo que se le puede atribuir a muchos directores, pero sí a Marco Berger.