Texto y fotos por Lía Rueda
Una dramaturgia, dirección y actuación de Valentina Garibay. Una obra bien pensada, con muy buen ritmo. Una tenista rubia engreída con olor a mandarina llega de Nueva Zelanda a competir con una tenista sencilla y entregada por completo al tenis. Su pasión por este deporte la obsesiona un poco, trata de ser demasiado perfeccionista, amante del gran jugador Andre Agassi. Tiene una amistad muy peculiar con el profesor de tenis, quien le deja de hacer caso porque llegó la rubia de Nueva Zelanda. Se cuestiona: ¿por qué nada de lo que quiere se le hace? Tiene una racha rara y no entiende por qué.
La vida es como un juego de tenis, debido a las similitudes en la forma en que se desarrollan y se enfrentan tanto la vida como el tenis: ambos requieren concentración, estrategia, manejo de frustración y la capacidad de adaptarse a situaciones imprevistas, como lo son la victoria y la derrota. No siempre se gana, y hay que aprender a perder también. La forma en que se manejan estas situaciones determina el éxito a largo plazo. Cada acción tiene sus consecuencias. Aprender a ajustarse a las diferentes situaciones y tener resiliencia. El juego mental es elemental para el éxito y el fracaso, pero la perseverancia es fundamental para alcanzar las metas que uno se proponga en la vida, en el aquí y ahora.
Todo sucede en una cancha de tenis en los años noventa, donde los colores fluorescentes son la moda y la música no es la mejor, que digamos, de esa época. Sin embargo, ella, apasionada de su walkman, va a entrenar todos los días para ganar la competencia contra la presumida rubia de Nueva Zelanda.
Este monólogo pasa de la envidia a la reflexión. ¿Por qué siempre estamos compitiendo en la vida? ¿Por qué siempre queremos ser los mejores? ¿Por qué nunca es suficiente? Y así, miles de preguntas en su cabeza tratando de descifrar su autoestima. ¿Por qué el ego y la competencia no la dejan estar en paz? ¿Será que la rubia creída de Nueva Zelanda le gane o se quede con su profesor de tenis?
Sin duda, es un monólogo donde se nota que la actriz Valentina Garibay se entrega en cuerpo y alma, ya que sus movimientos en el escenario se fusionan con un movimiento impecable, como el de una bailarina profesional, sin dejar de parecer una tenista profesional. El reto es que tendrá que hacer una muerte súbita en la final de un Grand Slam (se refiere a cada uno de los cuatro torneos más importantes del calendario anual, considerados los más prestigiosos y que ofrecen la mayor cantidad de puntos de clasificación y premios económicos). Entre la música sonora de Pedro de Tavira, la iluminación de Ingrid Sac y la fuerza de esta apasionada actriz, cautiva al espectador y hace una atmósfera fluida.
Este monólogo fue seleccionado en 2020 por el Festival Internacional de Dramaturgia Contemporánea de DramaFest México-Rusia. La producción es de Jennifer Soler, con la asesoría de Richard Viqueira.
“Grand Slam” se presenta en el Foro La Gruta del Centro Cultural Helénico, ubicado en Avenida Revolución 1500, Col. Guadalupe Inn. Tiene una corta temporada del 23 de junio al 29 de julio de 2025, los lunes y martes a las 8 p. m. Para adolescentes y adultos.




