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Reporte de la semana

2005-03-05 00:00:00

Argentina 8, México 6. Presencias crecientes y menguantes en Guadalajara

Buenos Aires. Marzo 2005. Una multitud hormigueante se mueve a lo largo de la céntrica Corrientes, en el corazón de Buenos Aires, una avenida que comparten librerías, cafés y teatros al por mayor. El ambiente agitado de esa tarde de sábado es contagioso. En el interior de un café, el crítico de cine Fernando Madedo define así al "nuevo cine argentino": "En contraste con el cine anterior, es un cine que ha modificado el contenido y la forma cinematográfica, es un cine que en su origen está más ligado al realismo, con métodos independientes, con temáticas jóvenes y sociales, que en parte da cuenta de un entorno que se ha derrumbado, algo que tiene que ver políticamente con los diez años del menenismo y la decadencia social".

A lo largo de la conversación, Madedo desliza un evidente ánimo de renovación que parece envolver a la industria cinematográfica de la Argentina. Esa misma impresión tuve la noche anterior. A las tres de la madrugada he visto por televisión de forma azarosa una mesa redonda en la que participan varios críticos argentinos, todos jóvenes, discutiendo apasionadamente sobre este nuevo cine. Lo que parece un entusiasmo generalizado se debe a la irrupción de una joven generación que se ha agrupado bajo la etiqueta del "nuevo cine argentino", varios talentosos directores y productores que están dando de qué hablar en los festivales internacionales de cine, donde su reputación ha ascendido considerablemente, desde hace unos diez años para acá.

No en balde, resulta significativo que en el XX Festival Internacional de Cine de Guadalajara, que comienza este viernes 11 de marzo, se encuentren registradas en su sección oficial de cine iberoamericano siete largometrajes argentinos y uno más en coproducción con España. Se trata del país que más largometrajes aporta en competencia, por encima de México. La delegación argentina viene representada con lo más granado de sus cineastas, entre los que destacan Pablo Trapero con "Familia rodante", Lucrecia Martel con "La niña santa" y Carlos Sorín con "El perro".

"Básicamente se trata de una generación de directores jóvenes, formados en las escuelas de cine" –explica Madedo— "que fueron surgiendo y consolidándose en los últimos años. Se trata de un grupo de realizadores conscientes de su oficio cinematográfico, que reflexionan acerca de él, que se plantean para qué hacer cine y que se proponen realizarlo a partir de sus conclusiones". Mirar todo el texto

Un cine con apoyo oficial

En términos de producción, ha sido fundamental el apoyo del gobierno argentino, a través del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), por medio de subsidios que se otorgan y de ciertas medidas proteccionistas que han procurado. "Además, el Festival de Cine Independiente de Buenos Aires, que comenzó en 1999, resultó ser un buen complemento, un espacio pensado para darle un lugar a la producción independiente, que en ese momento era incipiente", asegura Madedo.

La historia del nuevo cine argentino se remonta a mediados de los noventas. Algunas producciones resultan claves para comprenderlo, como "Historias Breves" (1995), un filme formado por un conjunto de cortometrajes dirigidos por nuevos cineastas, como la misma Lucrecia Martel, Israel Adrián Caetano, Daniel Burman y otros, hoy figuras emblemáticas del cine argentino. Este experimento resultó tan exitoso que, según cuenta Madedo, las primeras funciones estaban a reventar. "Además —explica— la crítica hizo su contribución, pues avaló este nuevo cine y no le cortó la cabeza".

Enseguida, aparecen otros ejemplos destacados: "Rapado" (1991), de Martín Rejtman , estrenada también en el 95, "Prohibido", de Andrés Di Tella (1997), "Buenos Aires viceversa" (1997), de Alejandro Agresti, "Pizza, birra, faso" (1997), de Caetano y Bruno Stagnaro , una de las más simbólicas de todo este conjunto; "Picado fino" (estrenada en el 98) de Esteban Sapir; "Fuga de cerebros", de Fernando Musa, "Mundo grúa" (1999), de Pablo Trapero, filme ganador del primer Festival de Cine Independiente de Buenos Aires, y "La ciénaga" (2000), de Martel, entre varias más.

En general se trataban de producciones hechas con pocos recursos, varias de ellas filmadas en 16 milímetros, con cámara en mano, con actores no profesionales, que se aproximaban a los entornos obreros y marginales de Buenos Aires, a la problemática de los jóvenes de estas zonas y a los conflictos de la brecha generacional.

De forma paralela, también logra posicionarse un cine más comercial, más cercano a la escritura del cine de género de Hollywood. Este es el caso de cintas como "La hija de la novia" (2001) o "La luna de avellaneda" (2004), ambas de Juan José Campanella, e incluso "Nueve reinas" (200), de Fabián Bielinsky , que mereció un remake de Hollywood recientemente, bajo el título de "Criminal".

"A medida que fueron transcurriendo los años —describe Madedo—, el nuevo cine argentino logra atraer el interés del capital privado y eso permite una evolución en las condiciones de la producción. Ese sería el caso, por ejemplo, de Â'Un oso rojo' (2002), de Caetano, que ya está trabajada con actores profesionales, con base en la estructura de género, que tiene aporte de productoras importantes, en fin".

Curiosamente, la fuerte crisis económica que afectó a Argentina hace un par de años estableció un nuevo orden en la producción de aquel país. Lo que resultaba un gran obstáculo para hacer cine a raíz de la devaluación, abarató los costos de la producción publicitaria para las firmas internacionales, que gradualmente comenzaron a invertir en el talento argentino y a propiciar una derrama económica que, a la postre, ha favorecido a los productores privados.

El público tiene la palabra

Pero en contra de este buen momento creativo del cine argentino, todavía existen fuertes resistencias para atraer al gran público. Como ocurre en México, la competencia con el cine de Hollywood es bestial. Ocupa cerca de un 80 por ciento en pantalla, con una difusión masiva, con una distribución de muchas copias, con una promoción avasalladora.

El INCAA ha intentado instrumentar ciertos remedios. Las coproducciones internacionales han sido fundamentales. Y en el capítulo de la exhibición, el INCAA. empezó a hacerse de salas destinadas únicamente para la producción argentina. Una política proteccionista, pero que de alguna manera ha servido para contrarrestar la masiva descarga de Hollywood. "El Instituto también ha emprendido una política relativa a la cuota de pantalla –detalla Madedo—, que por regla obliga a los exhibidores a dejar en cartelera a las películas argentinas un tiempo suficiente para atraer al espectador".

Las películas del nuevo cine argentino se basan mucho en la reputación que cada una va ganando en su recorrido por festivales internacionales, y eso ha ayudado a que el público se interese en verlas.

Nuevo cine vs. Nuevo cine

Esto que los argentinos llaman su "nuevo cine" parece que se ha gestado a la par de lo que en nuestro país se ha querido identificar bajo un membrete semejante, el "nuevo cine mexicano", del que por estos días ya nadie se acuerda, acaso tan solo de los resabios de cintas como "Bajo California" o "Amores perros", ejemplos acabados de algo que se acerca a un nuevo cine mexicano . Pero más allá de los sobrenombres, en buena medida más artificiales que reales, hay numerosas diferencias que obligan a examinar los caminos divergentes que han tomado ambas cinematografías, históricamente paralelas, por razones geográficas, económicas e idiomáticas.

Los números son elocuentes. En 1995, en aquel país sudamericano se estrenaron 33 filmes argentinos. En 2004 esa cifra ya se había duplicado, exactamente con 66 cintas. En México, en cambio, las estadísticas son poco alegres: en 1995 de un total de 297, pasaron por la cartelera comercial 41 películas mexicanas contra 17 estrenos nacionales en 2004, de un total de 270.

Esta tendencia decreciente parece sustentar las razones para que los organizadores del Festival de Guadalajara hayan decidido cancelar en definitiva lo que era una muestra dedicada en exclusiva al cine mexicano para abrir el certamen a las producciones de otros países. La otrora gran fiesta del cine mexicano es ahora un festival más, que debe ganarse su lugar en el circuito de los festivales internacionales, especialmente entre los más reputados de nuestro hemisferio, como el Festival de La Habana, del Mar del Plata, de Cartagena e incluso del joven festival de Morelia, entre otros.

Esta conversión ha supuesto cerrar la puerta a unas veinte producciones mexicanas que fueron rechazadas para formar parte del programa oficial. Los organizadores decidieron renegar del maloliente olor de sus orígenes, un cine alicaído y barato, como si se tratara de una familia de nuevos ricos. Así, México compite con la ridícula cantidad de cuatro largometrajes en la categoría de largometraje mexicano de ficción, una sección condenada al exterminio: "Club Eutanasia", de Agustín Tapia; "La última noche", de Alejandro Gamboa, "El baile de la Iguana", de Marcel Sisniega e "Historias del desencanto", de Alejandro Valle. Dos más son las que participan en la categoría de cine iberoamericano: "El Mago", de Jaime Aparicio, y "Noticias Lejanas", de Ricardo Benet. En cambio, las categorías de cine documental y cortometraje figuran como los espacios más generoso para nuestros cineastas.

Bajo la realidad de los números, habría que revalorar las declaraciones del presidente Vicente Fox casi al año de su administración ( Reforma , 3 octubre 2001): "Desde el principio hemos sumado esfuerzos para que ese repunte no sea temporal (refiriéndose a la cinematografía mexicana). "Queremos que haya películas de acción, de aventuras, de ciencia-ficción, de todo, con calidad". Más adelante aseveró "el compromiso es que para el 2006 se hagan 60 películas nacionales, más del doble de las que se hacen actualmente". La verdad de las cosas es que la producción no se ha incrementado (sigue siendo una treintena de películas al año), y los mecanismos para promoverla están fallando tanto que, en vez de abrirlas, le cierran las puertas al cine mexicano. (H.Lara. correcamara.com)

* Fernando Madedo es colaborador del sitio otrocampo.com, en el que participan diversos académicos e investigadores del cine argentino.