Por Perla Schwartz
  

Recientemente finalizó en el Centro de Capacitación Cinematográfica el encuentro Escenarios 2011 Territorios al Límite; entre los documentalistas extranjeros invitados estaba Boris Gerrets, director de “People I could have been and maybe am”, proyecto filmado en Londres, a través de la cámara de un teléfono celular: “La calidad de la imagen de un móvil me recuerda la época del cine mudo, quise experimentar y si puse algunos intertítulos fue para permitir que la narración fuera más comprensible y fluida.”
  

Este documental premiado por la FIPRESCI en el Beldocs de Rusia 2011, se centra en Sandrine, una guapa brasileña que se encuentra en la capital inglesa a la búsqueda de marido y de Steve, un mendigo que lucha contra las drogas y que en la poeta Precious encuentra a una cómplice amorosa.
Cuenta Gerrets que conforme avanzó la filmación, el trabajo adquirió tintes de ficción: “Londres es una ciudad con muchos entrecruces, donde cohabita mucha gente de diversos orígenes, pero que hacen caso omiso los unos de los otros. Están ahí pero no interaccionan”.
  

En dicho lugar el realizador conoció a sus dos protagonistas centrales y se dio a la tarea de seguirlos con el objeto de involucrarse, en la medida de lo posible, en sus vidas cotidianas; el filmarlos a través del celular le permitió hacer énfasis en la espontaneidad: “Lo cotidiano se convierte en un momento cinematográfico, hay una total sincronicidad. Estás como partícipe de una vida y al mismo tiempo vives a través del ojo de la cámara, además, con ésta puedes lograr giros de 360 grados sin problema alguno.”
  

Boris Gerrets trabaja y vive entre Londres y Amsterdam, se declara profundo admirador de Jean Luc Godard y de los documentales realizados por Agnès Varda: “A mí me interesa captar las miradas de las personas y es cuando sé que éstas pueden funcionarme delante de mi cámara, aposté por una película casi sin palabras, donde el peso mayor estuviera en la imagen”, detalla sobre “People I could have been and maybe am”.
  

En cuanto al montaje de su atractivo trabajo, que es un fragmento de la poesía que puede subyacer en una gran ciudad, el cineasta comenta: “Filmé por cerca de dos años, por ello mismo fue un tanto difícil editar, sobre todo, me guié por engrandecer lo pequeño, la épica de lo cotidiano, todos esos aspectos de la caleidoscópica condición humana, la reflexión de la relación madre e hijo, la búsqueda amorosa, la orfandad emocional, entre otros temas.”
  

En la actualidad, Boris Gerrets se encuentra preparando un trabajo fílmico con un grupo de jóvenes discapacitados que viven en África Occidental, sobrevivientes de los desastres de la guerra; con ellos quiere emprender un viaje simbólico: “Estamos viviendo un mundo donde queremos esconder los mecanismos del poder, maquillarlos, como artistas debemos de descubrirlos”.