Por Hugo Lara

¿Será que algo está pasando en lo que se refiere a la exhibición de
cine mexicano? La semana pasada, la primera de noviembre, era de llamar la atención un hecho poco
frecuente, tal vez inédito en la última década, en un complejo cinematográfico (exactamente
me refiero al Cinemex Universidad): había cuatro películas mexicanas en
exhibición, en el mismo número de salas de las doce que tiene en total. 

Las cintas eran: Morirse está en Hebreo, de Alejandro Springall; La
Leyenda de la Nahuala, de Ricardo Arnáiz; Eros, una Vez María, de Jesús
Magaña, y La Vida en Corto, una compilación de cortometrajes de varios
directores acoplados en una sola cinta.

Además, simultáneamente seguía la exhibición de otros filmes
nacionales en otras salas, como Luz Silenciosa, de Carlos Reygadas;
Malos Hábitos, de Simón Bross, y
Hasta el Viento Tiene Miedo, de Gustavo Moheno. Por si fuera poco, este
fin de semana
entran en cartelera dos películas más: el documental Fraude, México
2006, de Luis Mandoki, y Propiedad Ajena, de Luis Vélez.

Antes de que acabe el año, tendrán que estrenarse otro conjunto,
entre las cuales figuran Un Retrato de Diego, de Diego López y Gabriel Figueroa, y Sultanes del Sur, de Alejandro Lozano.

Tal abundancia de títulos mexicanos permite sospechar que los
números de la exhibición del cine mexicano se están moviendo hacia
arriba, una tendencia natural que sigue el crecimiento marcado en los
últimos años: 24 estrenos nacionales en 2005, 28 en 2006 y, presumiblemente, 40 en 2007.

Esto ha ido de la mano con el aumento en la producción nacional. En
2006 se produjeron más de 60 largometrajes y este año se rondará esa
misma cifra. Parece que el número mágico en la producción es de ese
orden, pues se dice que si se produce una película cada semana del año
se puede hablar ya de una industria en forma, o sea que de 52
largometrajes en adelante todo es ganancia.

O sería ganancia si se llegaran a estrenar todas, lo cual no sucede.
Existe un déficit en cuanto a la exhibición se refiere. En los seis
años del gobierno de Vicente Fox, se quedaron sin ser estrenadas 77
películas nacionales producidas en ese periodo, de un total de 213.

En el primer año de la administración del Imcine de Felipe Calderón,
quedarían presuntamente sin estrenarse unos 20 largometrajes, es decir,
una tercera parte aproximadamente de la producción nacional. Esto es
igual a ninguna mejoría en el rubro de exhibición.

El hecho es que las autoridades cinematográficas, pero también los
miembros de la industria, los distribuidores y productores, han seguido
haciendo las cosas rutinariamente, sin proponer formas que modifiquen
la tendencia de la taquilla a su favor y de forma permanente.

Habría que examinar la recaudación de cada una de las películas
mexicnas estrenadas en octubre y noviembre.  Son positivos en
casos como Hasta el Viento Tiene Miedo y La Leyenda de la Nahuala, pero
poco alentadores para casi el resto de los casos.

En suma, el hecho de que haya tantos estrenos estas semanas
recientes parece más bien una coyuntura accidental, resultado de las
condiciones de la temporada, en la que casi no hay lanzamientos
espectaculares de Hollywood y sobreviene el cierre de año, donde ya no
habrá oportunidad para el cine nacional de sacar mejor tajada de la
taquilla.

La pregunta sigue entonces siendo la misma ¿está pasando algo de
verdad en la exhibición del cine mexicano, o todo es pura ilusión?

Por Hugo Lara Chávez

Cineasta e investigador. Licenciado en comunicación por la Universidad Iberoamericana. Director-guionista del largometraje Cuando los hijos regresan (2017). Productor del largometraje Ojos que no ven (2022), entre otros. Director del portal Correcamara.com y autor de los libros “Pancho Villa en el cine” (2023) y “Zapata en el cine” (2019), ambos con Eduardo de la Vega Alfaro; “Dos amantes furtivos. Cine y teatro mexicanos” (coordinador) (2015), “Luces, cámara, acción: cinefotógrafos del cine mexicano 1931-201” (2011) con Elisa Lozano, “Ciudad de cine” (2010) y"Una ciudad inventada por el cine (2006), entre otros.