Por Jean-Pierre Garcia
Desde Cannes (en exclusiva)

«Rodin» (Francia, 2017) de Jacques Doillon,  se presentó en la jornada del martes dentro de la sección de la competencia oficial del Festival de Cannes. Es el feliz regreso de este director que no lo habíamos visto en las pantallas de Cannes desde años, pero que tiene filmes muy valiosos como «La Drôlesse»(1979), «La Pirata» (1984), «El pequeño criminal» (1990) o «Raja» (2003).

La trama de «Rodin» comienza en 1880. El célebre escultor Auguste Rodin, a los 40 años, viene de conseguir una encomienda del estado francés para crear una escultura, «Las puertas del infierno». En el mismo periodo, conoce a Camille Claudel que rápidamente se vuelve su amante y su alumna.

La película empieza en un largo plano secuencia que nos hace visitar el taller de Rodin, un taller adonde la camara puede viajar en un universo creativo intenso con paredes de telas, armarios llenos de ensayos y de obras en construcción, estatuas que dan cuerpo a la materia. En medio de este espacio se destaca a Rodin como dios del lugar, inmenso y sutil al mismo tiempo, alto y barbado.  Su cuerpo parece una de sus esculturas de barro o de yeso o de piedra.  Este plano secuencia no quedará de lado a lo largo de la película, pues el universo de Rodin es sinónimo de creación. Rodin habla de la jerarquía clásica y común de la materia: el oro, el bronce, la madera, la piedra y el barro. El gran escultor prefiere de modo acertado empezar siempre con el barro, pues a través de éste puede ver el nacimiento  de su obra y de su creatividad.

Paso a paso nos damos cuenta que lo que importa para él, así como para Camille Claudel, es la creación de su obra-universo. Aunque entre ambos existe una relación de gran sensualidad y de amor carnal, todo lo que pasa entre ellos tiene algo que ver con la misma  creación. Todo lo que les pasa (intercambios apasionados como peleas, regalos y celos, amor o odio…) todo tiene que ver con esa rivalidad entre artistas.

Desde el inicio de la película no salimos de esto. Se necesitan mutuamente, como cada artista necesita un espejo en el que pueda ver con más distancia y amplitud su obra. «Rodin» es una reflexión permanente sobre un tema antiguo como el mundo: ¿Que es ser artista?

Y Jacques Doillon, autor también del guión, nos da repuestas que son preguntas, ¿pues cómo llamar las búsquedas obsesivas para conseguir el detalle en la elaboracion de un personaje, para captar la suavidad y el grano de una piel como ya lo hacían los escultores griegos?. Hablando de Rodin y la creación, el directornos habla también en su película, de forma indirecta, de los cineastas que hacen diez tomas o más hasta que consiguen el mejor plano, el que diga la verdad de su propia mirada.

La película «Rodin» vale por su propuesta mayor: entrar en el mundo del artista, en este caso el arte del escultor  Rodin y, en cierto modo, también el de Camille Claudel, escultora de gran talento. La relación amorosa se desbarranca en la batalla que los opone, una pugna que no es pelea de enamorados o amor imposible, es competencia entre artistas. La diferencia de edad dará ventaja al Rodin que ya era muy conocida cuando Camille iniciaba su carrera.

En esto, Jacques Doillon consiguió una interpretación esplendida y totalmente adecuada a su mirada sobre Rodin: la del actor francés Vincent Lindon. Éste se parece al personaje en términos de aspecto físico, hay algo de un oso grande transformado en herrero, como si fuera unos de estos personajes encerrados en las fraguas del dios Vulcano de la mitología griega. Todo en él es enorme: las manos y la voz, o los gestos cuando acaricia el barro de que surgen las formas. Rodin, según la perspectiva de Jacques Doillon, tiene algo de Honoré de Balzac (autor prometeo cuya obra inmensa transcurre en la estatua que Rodin nos propuso). Los dos son hombres que trataron de transformar la materia (el barro o el ser humano) en obras del tamaño de dioses antiguos, a medio caballo entre seres humanos y monstruos.

Izïa Higelin, la intérprete de Camille Claudel, da energía a su personaje pero Jacques Doillon privilegió al personaje de Rodin, a quien realmente sigue la cámara, incluso en los tiempos felices de la pareja. El filme no se interna en el lado oscuro de esa relación, es decir, a la locura de Camille Claudel, como si esta gran escultora no tuviera méritos propips sin su relación con Rodin. Es una pena, pues se sabe que Camille Claudel destruyó una gran parte de sus esculturas en una crisis de demencia antes que se la llevaran al psiquiatrico.

El desarrollo y el final de la historia de amor entre Auguste Rodin y Camille Claudel ya son detalles que cada cual podrá descubrir mirando la película. Por favor, no se la pierdan cuando tengan oportunidad de verla en México, en festivales, y en salas. Se trata aquí de una de las grandes películas de este Cannes 2017.

Rodin de Jacques Doillon
Francia -2017
Cannes 70 : En competencia

Por Jean-Pierre Garcia

Jean-Pierre García es crítico e historiador de cine, fundó y dirigió el Festival Internacional de Cine de Amiens, Francia, de 1980 a 2011, que muestra cine del mundo entero y ha desarrollado un papel muy importante en lo que se refiere al apoyo a jóvenes directores de África, Asia y América Latina. Organizó varias retrospectivas y homenajes al cine mexicano y participó en el libro Luz, cámara, acción: cinefotógrafos mexicanos. En 1996, creó el Fondo de Apoyo a Desarrollo de Guiones del Festival de Amiens. Ha sido integrante y presidente de varios jurados internacionales en Europa, África, Asia y América Latina. Es experto en políticas de financiamiento y apoyos a cines del hemisferio sur.