Por Jean-Pierre Garcia
En exclusiva desde Cannes
“Alpha” de Julia Ducournau (Francia, 2025). En competencia oficial
Poco se sabía sobre el contenido de Alpha, la nueva y esperada película de Julia Ducournau, ganadora de la Palma de Oro en 2021 por Titane. Así que muchos esperaban, si no una obra maestra, al menos una gran sorpresa. Y la hubo, aunque no exactamente donde imaginábamos.
La verdadera revelación de Alpha no está en su historia, sino en la actuación de Tahar Rahim, reconocido actor que deslumbró en Un profeta de Jacques Audiard. Aquí interpreta a Amine, el tío de la joven Alpha, un heroinómano al borde de la muerte, con el cuerpo marcado por los signos de una misteriosa epidemia. Rahim, en un registro extremo y comprometido al estilo del Actor’s Studio, perdió cerca de 20 kilos para encarnar a este personaje frágil como una estatua de porcelana. Y lo logra: insufla vida y emoción a una historia que, por desgracia, se siente torpe y caricaturesca.
Porque, más allá de su interpretación, Alpha se pierde en su propio discurso. ¿De qué epidemia se trata? ¿Sida? ¿Otra enfermedad metafórica? No lo sabemos. El guion —no lineal, fragmentado— juega con la cronología y apuesta por el miedo como eje narrativo, un miedo que se esparce como el viento rojo de una leyenda nacida en los montes de Cabilia, Argelia.
La madre de Alpha, interpretada por Golshifteh Farahani, es una médica que corre desesperadamente para salvar a su hija y a su hermano. La actriz iraní está magnífica: carga con el peso del miedo como si fuera un síntoma más de la enfermedad. Si alguien muere, ella se siente culpable. Una figura trágica atrapada en una tormenta que no alcanza a controlar.
En una entrevista con Vanity Fair (especial Cannes), Ducournau declara: “Esta es una reflexión sobre cómo se propaga el miedo y cómo afectó a toda mi generación”.
Una intención clara, sin duda. Pero incluso al buscarle múltiples capas a las heridas que plantea la cinta, no logramos entender del todo qué impulsa a la directora ni a su guion.
Los decorados, el vestuario y el tratamiento de la luz están cuidadosamente construidos. Visualmente, la película impacta. Pero al final, todo se siente frío, forzado, artificial. Una pena.
Quizá Tahar Rahim obtenga una merecida recompensa del jurado por su entrega. Aunque, a estas alturas del festival, hay varios actores que también sobresalen con fuerza.