Por Ulises Pérez Mancilla
Acapulco. Como parte del homenaje a Lorena Velázquez en el FICA, se presentó Cartas a Elena, la ópera prima de Barajas Llorent, director bajacaliforniano de 45 años que debuta tras algunos años de realizar comerciales regionales producidos por Peter Odio al norte del país. Se trata de un sentido melodrama instalado en el contexto de la migración, que aparece fuera de tiempo tras el auge por este tipo de temática en el cine mexicano, pero que se instaura de manera digna al final de la fila, aportando una visión devastadora/esperanzadora de la soledad, centrando su mirada en los que se quedan, pero ésta vez, en un grupo de ancianos que habitan el de por sí sufrido y doliente estado de Chihuahua.
Por siete años, el director debutante pensó que moriría tras enterarse que tenía leucemia y decidió recorrer el país a manera de duelo por su enfermedad. De la gente con quien se entrevistó en estos viajes es que nace la historia de Cartas a Elena, posteriormente ubicados en el paraje de Creel, en una comunidad en la que Teo (Jorge Galván), el viejo cartero del pueblo lee a la gente las cartas enviadas por sus hijos que además de recibir una minucia de dólares, son abrumados con la malas noticias que a la distancia, pesan más que la ausencia misma de sus seres queridos, hasta que Teo adopta a Emilio (José Eduardo), un chico que tras quedar desamparado, le enseña el oficio y éste, al no comprender el mal augurio que representa decir la verdad, comienza a mentir para beneficio del pueblo.
La fuerza de Barajas para levantar el proyecto es innegable y este es uno de esos casos en que el corazón puesto detrás del producto se sobrepone al resultado final de la película, que más allá de su construcción básica, que a ratos la hace ver como un capítulo de La Rosa de Guadalupe, se redime más allá de sus brotes de realismo mágico y ejes patinados para contar una historia sincera acerca de la necesidad de creer para estar bien, sobre el planteamiento ético de la mentira como paliativo contra la desolación, con un tinte crítico matizado sobre las ironías de la migración y la falta de oportunidades. Llorent reúne a un elenco de primeros actores de pasado cinematográfico glorioso y presente televisivo solvente que se erige destacado a través de actuaciones lideradas por Carmelita Salinas, cuya poderío histriónico logra imponerse como de costumbre en forma orgánica al melodrama más cursi. Xavier López Chabelo, Roberto Sosa padre, Ana Luisa Peluffo, Irma Dorantes, Elsa Cárdenas, Lorena Velázquez, Hugo Macías, Miguel Alcaraz y Jaime Jiménez Pons, quien también funge como productor asociado.
Todos ellos, inspirados por un realizador bienintencionado que se gana a creces el beneficio de la duda alrededor de su trabajo. Y es que, Cartas a Elena es una película que se disfruta sin prejuicios y que indirectamente, redime la imagen violenta de Chihuahua y se instaura en el mismo contexto (casi terapéutico) de amplia valía social que retoma el cortometraje La espera, del CCCero Miguel Salgado, cuya realización se hizo con el apoyo del gobierno de Chihuahua y con la participación directa de los lugareños como parte del equipo de trabajo.
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