* Gracias a una labor de investigación emprendida por David Wood, fue rescatada una “guía visual” de un proyecto
fílmico de Salvador Toscano, la materia prima del libro “Fragmentos.
Narración cinematográfica compilada y arreglada por Salvador Toscano
(1900-1930)”. El libro es obra de Pablo Ortiz Monasterio, Ángel Miquel y el mismo Wood, editado por el Consejo Nacional
para la Cultura y las Artes, el Instituto Mexicano de Cinematografía,
la Fundación Toscano y la Universidad de Guadalajara. CorreCamara
reproduce un adelanto de su contenido.
Por David Wood*
En la Quinta Los Barandales, hogar del archivo de la Fundación Toscano en Ocoyacac, Estado de México, se encontraron recientemente dos pequeñas y polvorientas cajas de cartón, llenas a reventar con antiguas tarjetas de índice numeradas a las cuales estaban fijados con esquineros unos cuatro mil fotogramas. Las cajas, marcadas ‘Memorias de un mexicano’, parecían contener el storyboard del célebre y consagrado documental histórico compilado por Carmen Toscano en 1950 a base del enorme acervo fílmico acumulado por su padre Salvador –ingeniero, camarógrafo, empresario y pionero del cine– durante los años tumultuosos del Porfiriato tardío y de la Revolución mexicana. Pero al examinarlas con cuidado, las cajas resultaron contener algo más intrigante.
“Los últimos treinta años de México”, anuncia la primera tarjeta de la serie: “narración cinematográfica compilada y arreglada por Salvador Toscano Barragán”. Se trata de la primera tarjeta de una serie de algo más de quinientas (por no mencionar otra serie de tarjetas no numeradas, que suman más de seiscientas), ordenadas cronológicamente, cada una marcada con una descripción, una reflexión o una interpretación de una escena ilustrada por fotogramas correspondientes: un gran índice de imágenes filmadas durante las primeras tres décadas del siglo veinte. Pero esta no es la voz del narrador subjetivo de Memorias de un mexicano –el personaje ficticio, nostálgico, bombástico, nacionalista y elocuente, encarnado en voz en off por Manuel Bernal. El narrador de este guión de montaje contenido en las tarjetas habla en otro registro: a veces más distanciado, otras veces cercano a la acción; varía entre la más seca descripción, la diatriba fulminante y, por partes, una barroca reflexión altamente poética sobre los eventos del conflicto armado. Es la voz, sin duda, no de Carmen Toscano, sino de su padre el pionero, el propio Salvador.
Al comprar un cinematógrafo Lumière en 1897, el ingeniero Salvador Toscano Barragán inició una carrera de varias décadas como camarógrafo, exhibidor, coleccionista y empresario itinerante del cine dedicado a retratar tanto la bella época del Porfiriato tardío como los tumultuosos años de la Revolución a través de la imagen en movimiento. Si bien la suerte no siempre acompañaba a Toscano en sus negocios durante los últimos años porfirianos, el estallido de la Revolución en 1910 despertó el hambre de información entre los espectadores del cine y levantó las fortunas de productores de “vistas” cinematográficas como Toscano. En común con sus competidores –entre ellos los hermanos Alva y Jesús H. Abitia– Toscano realizaba reportajes y programas de noticieros para que sus públicos se mantuvieran al tanto de los últimos sucesos de un país en revuelta, y cuyas vías de comunicación eran aún pocas y precarias. Pero su afán de historiador –además, seguramente, de un interés económico en seguir beneficiándose de sus materiales antiguos– lo llevó a acumular durante estos años un vasto acervo de imágenes cinematográficas documentales, ya fueran filmadas por él o por sus socios, o adquiridas de sus competidores mediante la compra o el intercambio. Este acervo formaría la base de lo que sería una de las grandes innovaciones de Toscano en la narración cinematográfica: una serie de largometrajes históricos de varias horas de duración, entre ellos distintas versiones actualizadas de una Historia completa de la Revolución –compiladas desde 1912 hasta la década de 1930.[1] Mientras la historia internacional del cine documental ha consagrado (no sin razón) las compilaciones de la Revolución rusa –La caída de la dinastía Romanov (Esfir Shub, 1927) y Tres canciones sobre Lenin (Dziga Vertov, 1934) están entre los ejemplos más conocidos– por lo general están ausentes de estas historias las compilaciones mexicanas, en muchos casos realizadas antes de sus contrapartes soviéticas y, extraordinariamente, durante en lugar de después de los conflictos que narran. Sin duda alguna el que ninguno de los largometrajes de Toscano, ni casi ninguna otra compilación mexicana, hayan sobrevivido a lo largo de los años ha sido clave en su exclusión de las historias del cine.2
Tal vez la obra culminante de este largo proceso de compilación histórica de Toscano fue Veinticinco años de vida en la historia de México (1903-1927): documental cuya importancia histórica y cuyo gran alcance temporal no fueron del todo apreciados por un público ya harto de ver historias de un conflicto armado ya superado, y más interesado en conocer las innovaciones técnicas y narrativas del cine sonoro hollywoodense que en volver a ver las ya viejas modalidades del documental de la Revolución.[3] Los últimos treinta años de México –que posiblemente nunca se realizó– es una versión actualizada de aquel documental monumental de 1927; mientras su título parece referirse al período 1900-1930, las últimas tarjetas incluyen todavía otra actualización que llega hasta 1934, con la toma de posesión de Lázaro Cárdenas. A su vez, parece haber servido de base para Carmen Toscano durante su propio arduo trabajo de planear y montar Memorias de un mexicano hacia finales de los años cuarenta, después de que Salvador se desentendiera del mundo cinematográfico: las mismas tarjetas de índice que utilizó su padre tanto para indizar su acervo como para planear sus películas también revelan los apuntes de edición de la hija Carmen. Las tarjetas halladas en estas dos cajas, pues, permanecen como la única huella fotográfica sobreviviente de las compilaciones históricas editadas a lo largo de muchos años por Salvador Toscano: no sólo pionero del cine en México, sino también, sin duda, uno de los pioneros mundiales de todo un género del cine documental.[4].
La vida y carrera de Toscano, el ingeniero, estaban definidas por los dispositivos de la modernidad. Creía firmemente en las propiedades del recién inventado cinematógrafo de registrar, inmortalizar y dar vida a la historia de manera altamente realista, y buscaba con esta última película, en “breves horas”, narrar la historia reciente de México “hac[iendo] retroceder al espectador hasta principios del presente siglo”. El documental empieza en estos años prerrevolucionarios: un tiempo de tranquilidad, de tradiciones folklóricas e indígenas. Pero también una época de progreso material, algo altamente valorado por el ingeniero Toscano, encarnado en la figura del ferrocarril: la “cinta de hierro” que llevara a don Porfirio con tanta rapidez y aclamo popular a la frontera con Estados Unidos para reunirse con el presidente Taft y, mucho más impresionante todavía, a reunir los dos océanos a través del finalmente malogrado proyecto de Tehuantepec. Sin embargo, la admiración de Toscano por los alcances del Porfiriato está amainada por el autoritarismo y la brutalidad del antiguo régimen, y después de las magnas celebraciones del 1910 –que aparecen como una irrupción algo forzada en medio de la lucha por el poder de la época– el mismo ferrocarril interviene a favor de Madero, estadista, hombre de familia y apóstol de la democracia, llevándolo triunfalmente de la frontera estadounidense a la capital de la República para asumir al poder, mientras al viejo tirano otras vías de tren lo llevan al exilio…
* David Wood es uno de los participantes en el Coloquio Internacional de Cine Mudo en Iberoamérica: naciones, narraciones, centenarios, que se llevará a cabo los días 21 y 22 de abril en el Auditorio del Museo Universitario Arte Contemporáneo, en Ciudad Universitaria, UNAM. Uno de los atractivos es la presentación de material inédito de uno de los pioneros del cine silente en México, Salvador Toscano, en la ponencia dirigida por David Wood: Revolución, conmemoración y los tres centenarios: Los últimos treinta años de México de Salvador Toscano (1935).
Notas
[1] Ángel Miquel, Salvador Toscano, Universidad de Guadalajara, Universidad Veracruzana, UNAM y Gobierno del Estado de Puebla, México, 1997.
[2] Un caso excepcional es el de La historia de la Revolución (Julio Lamadrid, 1928), de la cual sobrevive una copia en 35mm en la Biblioteca del Congreso, Washington D.C.
[3] Miquel, Salvador Toscano, 1997, p.88; Aurelio de los Reyes, Bajo el cielo de México (1920- 1924), volumen 2 de Cine y sociedad en México, 1896-1930, Instituto de Investigaciones Estéticas-UNAM, México, 1993, pp.403-404.
[4] Esto no quiere decir que no se hayan encontrado registros escritos de dichas compilaciones de Toscano: véase Miquel, Salvador Toscano, y el CD-ROM Salvador Toscano y su colección de carteles, producido por la Fundación Carmen Toscano, 2003 (investigación y textos: Ángel Miquel).