Por Ali López

Los asesinatos ocurridos en Villisca, Iowa en 1912 han inspirado historias sobrenaturales, que según no pocos, rondan la casa. A más de 100 años de los trágicos sucesos, el afamado creador de la serie Black Box, una de los seriales de horror más vistos en la red, Tony E. Valenzuela,  presenta una cinta que se inspira en lo sucedido, pero que no se concentra en tratar de resolver el caso, sino en las secuelas paranormales que ha dejado dicho suceso.

Dos amigos, Caleb (Robert Adamson) y Denny (Jarrett Sleeper) entusiastas cazadores de fantasmas para su canal de vídeos en Youtube deciden entra a la casa embrujada de Villisca. Pero su perfecta armonía se ve quebrada cuando Jess (Alex Frnka) entra al juego. Es una chica proveniente de la ciudad, que a causa de su vida y mente abierta sufre de acoso gracias a un vídeo de ella que circula en la red. Los tres no sólo que tendrán que librar a los fantasmas que habitan la morada, sino a los que se encuentran dentro de ellos.

“La maldición de Villisca” (Tony E. Valenzuela | USA | 2016) es una cinta convencional de horror; con sucesos premeditados, jump scenes cronometradas y personajes maléficos de poca monta. Pero, más allá de ser una película predecible, contiene en su manufactura momentos interesantes. Es cierto que la elaboración visual de los fantasmas puede ser simple, pero tras esa simpleza hay algo que incomoda. La utilización de un espacio cerrado, muy claustrofóbico, con maniquíes rígidos que asustan más por su inmovilidad que por lo que puedan llegar a hacer, crea un ambiente que hasta a los más osados invitará a la incertidumbre.

Otro aspecto interesante de la película es que, aunque sus personajes caen en el escalafón de lo ordinario, con arquetipos y estereotipos definidos desde el primer segundo, estos contienen un matiz poco visto. La chica que huye no es la pura y virginal, es una chica que tiene un problema sexual definido, y que recae en la mojigatería, pero no en la suya; la liberación sexual es su estandarte. El experto en lo paranormal es un chico gay que es perseguido por esos fantasmas internos que no le permiten ser, y la fortaleza la encuentra en lo que es, no lo que se busca que sea. Así, la maldición y la fantasmagoría es igual de arcaica que los sucesos, y para terminar con el antiguo siglo hay que aceptar el nuevo.

Una cinta de horror que como tal no funciona mucho, pues los gritos y sustos no son su fuerte. Una cinta que se queda corta con las demás películas del género que la rodean, pero que no se queda tan rezagada como se espera. Mensajes crípticos es lo que contiene, y en ella hay un camino para salir de lo ordinario, que a final de cuentas, es la apuesta no sólo del cine contemporáneo, sino del horror de la última época.