Por Hugo Lara Chávez
Efraín Alcaraz Montes de Oca alias “El Carrizos” robó la casa de Luis Echeverría cuando éste era Presidente de México. Con la ayuda de otro ladrón, burlaron la vigilancia militar y entraron a su mansión de San Jerónimo, donde tomaron joyas, ropa y todo lo que quisieron. Al paso de los días, con la policía pisándole los talones, “El Carrizos” tuvo que regresar el botín y entregarse, pero fue absuelto para evitar el ridículo en que había dejado al Ejército.
Alcaraz es también conocido como “El Rey de los Zorreros”, es decir, de los maleantes que entraban a hurtar a las casas por las ventanas. Este sujeto resulta la figura estelar del documental Los Ladrones Viejos. Las Leyendas del Artegio, del director Everardo González, aunque hay que darle su justo lugar a los otros participantes: Jorge Calva Márquez alias “Fantomas”, Arcadio Ocampo Anguiano “Xochi” y Raymundo Moreno Reyes “El Burrero”, todos ellos hábiles ladrones que actualmente purgan condenas en prisión.
Los artegios se refieren a las técnicas y trucos para robar sin causar violencia e, incluso, sin que los ladrones se hagan notar por sus víctimas, al modo de los finos carteristas, como aquel del que se cuenta en el filme que le robó la suya al presidente Adolfo López Mateos, en las narices de sus escoltas y la multitud.
El director del filme ya había dado muestras de su habilidad para el retrato social en La Canción del Pulque (1999), y en Los Ladrones Viejos enriquece su propuesta a través del testimonio de los cuatro hampones y de un conjunto de imágenes de archivo de cine y televisión (incluidos segmentos con Guillermo Ochoa y Lolita Ayala en sus años de esplendor), que evidencian una escrupulosa investigación. Además, ofrecen sus puntos de vista dos veteranos policías, el teniente Mauro Morales y el sargento Marco Villarreal.
Con esas voces que se entretejen, González confecciona una mirada sobre el mundo criminal del México reciente, de los años 70 y 80, donde muestra a estos seres marginales en toda su complejidad, con su cinismo y miseria pero también con sus emociones de carne y hueso, vulnerables a su entorno familiar y a conceptos como la culpa, el honor y la dignidad. Por eso, cuando al “Carrizos” alguien le pregunta si se siente orgulloso de ser “ratero”, repara y dice: “Ladrón, señor”.
La fascinación por estos criminales es inocultable, pero el director mantiene a raya la tentación de hacer una apología cuando se asoma a los temas de fondo, como la corrupción de los cuerpos policiacos (se tocan a figuras como Arturo “El Negro” Durazo o Jorge Téllez Girón “el Drácula”), los sistemas de tortura que han privado en las cárceles mexicanas, o la impunidad de un régimen lleno de injusticias sociales.
Los Ladrones Viejos. Las Leyendas del Artegio tiene los atributos para ganarse un lugar entre los documentales que, además de su valor histórico y político, han ascendido como una opción legítima de entretenimiento, a lo que han contribuido cineastas como Michael Moore con Farenheit 9/11 o Juan Carlos Rulfo y En el Hoyo. En suma, este filme se constituye en un referente para entender la asociación de tres males recurrentes en la historia del país: la corrupción, la miseria y la impunidad. Y Los Ladrones Viejos son, tan solo, una de sus consecuencias.
Los Ladrones Viejos. Las Leyendas del Artegio se presenta en el marco del 14º Festival Cinematográfico de Verano de Filmoteca de la UNAM, en Cinépolis Perisur del 17 al 23 de agosto.