Leticia Carrillo/Enviada
  

San Miguel de Allende, Gto.- La directora argentina Lucrecia Martel recibió la noche del sábado 24 de julio un homenaje por parte del Festival Internacional de Cine Expresión en Corto, quien le otorgó su máximo reconocimiento, la Cruz de Plata.
  

Un día después de la ceremonia, la autora de ‘La Ciénaga’ ‘La niña sin cabeza’ y ‘La niña santa’ concedió una entrevista a diversos medios de comunicación –entre ellos CorreCamara.com- a los que les compartió su visión sobre el cine de mujeres, el de autor, el político, el encuentro con el público a través de sus películas, la exhibición y distribución del cine en Argentina, la piratería y las etiquetas con que la prensa cataloga a los realizadores. Aquí presentamos la primera de dos partes de la entrevista.
  

¿Puede haber algo llamado Cine Femenino?
  

Lucrecia Martel: Me parece que sí, hay gente que ha estudiado mucho y asegura que eso existe y es bastante probable que sea así, pero yo no soy una especialista en ese asunto. Lo único que me molesta es cuando me piden que conteste en nombre de las mujeres, yo no represento a nadie, todas las mujeres tenemos vidas y sentires particulares y no voy a hablar en nombre ni en defensa de nadie porque se me hace una falta de respeto a las demás mujeres.
  

¿Cómo ha sido tu experiencia como mujer cineasta en un país como Argentina?
  

LM: No creas que porque en Argentina hay muchas mujeres directoras significa que es un país igualitario pero es cierto que ahora hay un porcentaje similar de mujeres y hombres en casi todos los trabajos, las mujeres estamos en todos lados, las responsabilidades son, cada vez más, compartidas.
  

¿Qué encuentras en el cine como creadora?
  

LM: Yo creo que como no fui una buena escritora o porque me regalaron una cámara y me sentí con una cierta habilidad para hacerlo, terminé en el cine. A mi lo que me interesa es compartir con otros una visión del mundo para ver qué es lo que piensan los demás, uno hace cine para encontrarse con la gente.
  

Muchos piensan que las personas que hacen películas como las que yo hago, odian a la masa, que son elitistas; a mi lamentablemente la masa es la que me ha odiado y rechazado. Casi todos los directores hacen las películas para compartirlas con el mayor número de gente y ese es mi caso.
  

¿Cómo te sientes acerca de que a veces el público no entienda tus películas, no encuentre el camino para acercarse a ellas o simplemente no desee verlas?
  

LM: Es lamentable porque en el momento te afecta mucho pero por suerte, las películas duran más que las personas y atraviesan más tiempo que el que uno va a atravesar, yo no sé lo que vayan a pasar con las películas, quizá se encuentren con un público.
  

Esta dificultad para que el público se acerque a ciertas películas en Argentina ¿tiene que ver con un problema en la distribución y exhibición del cine nacional en tu país?
  

LM: Sin duda, sobre todo, tiene que ver con la promoción de las películas, también con que no todas las películas están hechas para ser éxitos de taquilla, esa es una fantasía creada por la industria. Parece que para que algo sea exitoso tiene que ser consumido por millones de personas y bajo ese criterio, la pésima comida tendría que ser la mejor porque es consumida por mucha gente; parecería que lo que es consumido por todos es lo más bueno y con el ejemplo de la hamburguesa nos damos cuenta que no es así. En el cine también puede pasar lo mismo, no hay una correspondencia entre el gusto de todos y una axiología de lo bueno y lo malo.
  

¿Qué piensas de que a nivel exhibición de películas haya un intercambio muy pobre entre los países iberoamericanos?
  

LM: Hablando solamente de México y Argentina, en mi país los actores del cine mexicano, Pedro Armendáriz, María Félix y Dolores del Río, eran tan estrellas como aquí. ¿Cómo fue que quedamos tan separados? Fue cuando Estados Unidos tomó parte en el manejo del mercado del cine en nuestro continente, hay una política económica que sigue siendo un éxito para ellos. Por ejemplo, las salas multiplex en Argentina son propiedad de distribuidoras como la Paramount y la Warner Brothers y pedirles que exhiban películas argentinas es como solicitarle a un expendio de Coca Cola que venda limonada mexicana, no lo aceptaría, es tan simple como eso.
  

En este sentido ¿cómo ves el hecho de que la gente acceda a tus películas, a través de la piratería?
  

LM: La piratería resultó un prejuicio para la gran industria pero un beneficio para los autores, yo he ido a muchos lugares donde mis películas sólo se han visto en la versión pirata, entonces ¿qué voy a estar en contra de la piratería? Pero creo que debemos de modificar el mercado para que el poder de la piratería sea a favor de la industria cultural, quizá se trata de un asunto de eliminar a mediadores para que el dinero llegue directamente a los creadores, tal vez esa es la transformación que se necesita.
  

¿Cómo ha sido llegar con tu cine al público de otros países?
  

LM: Me queda una sensación de que soy afortunada y que hay una gran casualidad en todo este proceso; yo creo en mi capacidad pero también creo que he tenido una suerte gigantesca.
  

Cuando el guión de ‘La ciénaga’ ganó en Sundance, el Jurado me pidió que lo tenía que cambiar completamente y yo no lo hice porque no sabía como realizar de otra forma la película y ahora me pregunto: ¿qué hubiera pasado si les hubiera hecho caso a algunos importantes miembros de ese Jurado que me dijeron que mi película trataba del alcoholismo? Tal vez no le hubiera interesado a nadie.
  

Yo he sido, por decirlo de una forma, víctima de mucha suerte: haber ganado ese premio de Sundance que puso plata para filmar la película, después que haya interesado en otros lugares, que una empresa importante haya querido producirla, eso no lo puedes planificar.
  

EN LA IMAGEN: Lucrecia Martel con la Cruz de Plata del Festival Internacional de Cine Expresión en Corto