Por Hugo Lara Chávez

El actor Gabino Rodríguez es uno de los rostros más reconocibles del
cine mexicano contemporáneo. No es que sea un galán convencional sino
todo lo contrario: encarna al mexicano promedio, al muchacho de la
calle, de origen popular. Su expresión y su fenotipo lo vuelven
inconfundible, como se ha hecho notar en filmes como Perpetuum mobile y El verano de Goliat, ambas de Nicolás Pereda, el joven director que lo ha adoptado como su actor-fetiche.

No obstante su juventud, ya tiene una filmografía respetable, pues también ha actuado al servicio de Paul Leduc en Cobrador: In God we Trust, Rubén Imaz (el otro director con el que se le asocia) en Familia Tortuga (2006) y Cefalópodo (2010), Marisa Sistach en El brassier de Emma (2007), Carlos Cuarón en Rudo y Cursi (2008) y más recientemente en Asalto al cine (2011), de Iria Gómez Concheiro, que este año participó en Sundance.

De trato amigable y bromista, tuvimos oportunidad de conversar con él
en Rennes, Francia, durante la celebración del festival de aquella
ciudad. Rodríguez critica de forma directa los vicios heredados de la generación de Felipe Cazals así como la postura de una nueva generación frente al cine, entre otros aspectos. También habla de su nuevo proyecto con Nicolás Pereda, Los mejores temas.

CorreCamara ¿Cómo te vinculaste con el cine?

Gabino Rodríguez: Mi papa trabajó en una distribuidora en sus años
mozos, entonces tenía amigos que trabajaban en el cine, en cuanto sus
amigos necesitaban niños pues decían “háblenle al Gabino”, y pues a mí
me encantaba me alejaba de mi casa un rato y me daban dinero.

CC: ¿Toda la vida has trabajado?

GR: Si, en cine si, empecé de niño pero medio me valía madres, tan no
me gustaba, no me hacía mucha gracia, que me pase a Biología, dije -No,
esto si tiene sentido. Después cuando estaba en Biología empecé a
trabajar con Jesusa Rodríguez y  me metí al CUT y ya después empecé a
trabajar por mi cuenta, pero ya en serio.

CC: Tu cara es más conocida por el cine que para el teatro

GR: Al cien por ciento por el cine, el teatro me llegó mucho después,
que empecé a clavarme más, me di cuenta que si era una disciplina que
tenía su profundidad; porque en el cine es una disciplina  mezclada con
el ego. La actuación de cine está muy heavy porque hay una expectativa
de algo que nunca llega, más que para Gael (García Bernal) y para Diego
(Luna); pero hay muchas personas intentando llegar a ser algo que creo
que ni siquiera entienden bien qué es, pero es entre ser famosos y algo
raro. Y hay muchos actores increíbles, pero hay muchos actores que yo
veo muy confundidos.

CC: Sin embargo, el espacio que no te da la televisión te lo da el cine

GR: Sí, el cine es mucho más abierto en ese sentido, da más cabida a
diferentes fenotipos, por lo general la dirección de casting en México
es bastante incipiente a mi gusto: establece parámetros muy rígidos en
cuanto a qué personas hacen qué cosa. Por ese tipo de ideas Jorge
Zárate no ha hecho los papeles que debería, por ese tipo de ideas, será
difícil verlo en un papel de empresario.

Es un tipo de intermediarios que el cine debería eliminar por completo.
Me parece ridículo que un director de cine mexicano, haga un casting,
que le pague a una persona por ver a los mismos cuarenta actores que
han visto en todas las películas: Me  parece que, o no hizo la tarea el
director, o no sé qué piensa que el otro va a ver. Si es Estados Unidos
y  hay en Los Ángeles cuarenta mil actores, Nueva York  treinta  mil 
australianos llegando, evidentemente los directores no pueden estar al
tanto de esa índole, pero en México me parece ridículo que un director
diga “tengo esta historia y no sé quién la pueda interpretar, voy a
llamarle a un director de casting” ¿Qué no ha estado pensando esa
historia, en los últimos seis meses?. Me parece que es de esas cosas
que tomamos de la industria para vernos profesionales, pero para mi
gusto nos vemos limitados

CC: Con la mirada nueva del cine mexicano, como el cine de Pereda e Imaz, puede parecer que te empapeles

Sí, yo tengo un proyecto de ser como los tres Bichir ¡pero juntos! (ríe,
en referencia a los hermanos actores Demian, Bruno y Odiseo Bichir). Mi
participación en todas estas películas tienen que ver con una relación
personal y de trabajo con esas personas que me convidan de sus
proyectos, porque es una relación que antecede a la película. No es que
terminaron un guión y se pusieron a buscar actores y a ver a quién
conseguían. Por lo menos, en el caso de Rubén (Imaz) y Nicolás
(Pereda), de Bernardo Arellano tiene que ver más con construir
relaciones, y a través de eso poner los castings de las películas, que
es un proceso más artesanal que la pretensión industrial del director
de casting en un medio. No hay 100 actores de cine en México. Si no
conocemos a esos actores nosotros los del medio, me parece que estamos
en la provincia.

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En Perpetuum Mobile (2010), de Nicolás Pereda

CC: ¿Tú llegaste a estas películas no por un director de casting, sino por la relación con los cineastas?

GR: No, también trabajo con los directores de casting, y evidentemente 
me ocasiona muchos problemas hablar mal ellos y de su trabajo.

CC: Pero no son muchos…

GR: No son muchos, son cuatro o cinco tal vez; pero cada vez nacen
figuras de esto, y siento que nace todo lo que no necesitamos, todo lo
accesorio, y seguimos dejando de lado la pertinencia del dónde tiene
estar puesto el acento, o donde tendría que estar el asunto de hacer
películas.

CC: O de venderlas, porque dicen que quién vende las películas son los actores

GR: Evidentemente. Sé que no voy a ser Martha Higareda, nunca voy a
vender eso y no lo pretendo, y está bien. Yo creo que ella es una
actriz que puede vincularse con el mercado de una manera padre e
interesante; pude llegar a vender las películas, y hay otros actores
que nunca vamos a vender muchas películas.

CC: Tú saltaste del cine al teatro, del teatro al cine ¿cómo fue ese proceso?

GR: Fue más natural, yo empecé a hacer teatro y al cine regreso por mis
amigos, tenía muchos amigos de cine, debo haber hecho más de 20 cortos
estudiantiles en el CUEC y en el CCC.  Poco a poco me dejaron de parecer menos divertidas las películas
convencionales. No me interesaría jamás en la vida actuar en una
película de (Felipe) Cazals, me parece que esa generación nos dejó de
legado una forma de hacer cine que es más dañino que benéfico. Aún así
concretaron muchas instituciones más allá de ellos y que ahora dejaron
historia, pero creo el legado estético que nos dejó esa generación es
más bien problemático.

CC: ¿Por qué?

GR: Toda esa generación, en todas las disciplinas artísticas, hay un
fenómeno que tiene que ver más con el patriarca y con la relación
piramidal que con el artista. Eran artistas, a mi modo de ver,
cincuenta años después y es muy fácil criticarlos, que dejaron una
estructura piramidal y al artista como un ser intocable, incomprendido
y hasta mal humorado, al cual habría que temerle un poco, y francamente
las películas de Cazals sólo son temidas por las tres personas que
tiene al alrededor,  porque son películas  inofensivas, en el sentido
amplio de la palabra, inofensivas artísticamente, en su diálogo con
México, en su diálogo en la cinematografía mundial

CC: Y con la taquilla…

GR: Creo que habría que romper esa relación como de maestros que
tenemos mucho en México, monolítica y piramidal. La idea de un
director, desde que empezó el cine en México, tenía que ver con escalar
puestos; uno empezaba en un lugar recogiendo cables, y  poco a poco iba
escalando hasta llegar a ser director.  Mientras entendamos la vida así
y mientras entendamos el cine así, creo que no hay para dónde hacerse,
seguiremos haciendo películas insuficientes; en la manera en cómo se
relacionan con el espectador, en la manera en cómo se piensan, en la
relación entre los creativos que hay. La misión para mí de esta nueva
generación sería  romper con estas escrituras del pasado y hacer algo
un  poco más divertida

CC: Eso que comentabas de la  postura generacional, ¿existe una postura
política ideológica algo de ese nuevo grupo contra esa generación
anterior?

GR: Yo creo que si hay una postura, no sé si política y tampoco sé si
es un grupo cohesionado, pero hace poco hubo un intento por parte de
este grupo de proponer que el FOPROCINE hiciera películas que fueran
mucho más baratas: con un millón de pesos se puede hacer un rodaje y el
estado debería de subsidiar ese tipo de prácticas. Se armó una especie
de discusión al interior  de un grupo entre jóvenes cineastas que me
parecía muy sana  y una reacción a esta práctica del cine entendido
como se entendía antes.

No es que me gusten todas las películas de este grupo, ni que premisas
como la lentitud o duración de escenas me parezca en sí mismo un valor
estético; siento que es una reacción a una narrativa que nos heredaron
y que  lo más sano es romper con una manera de producir las películas,
de la  que Ripstein es la honrosa excepción de esa generación, igual se
inserta en un esquema que dice “el cine se hace así”

Entonces toda esta generación Yulene Olaizola, Rubén Imaz, Michael
Rowe, es gente que está tratando de abrir esos esquemas y de validar
otras prácticas, que entra un diálogo de lo contemporáneo, es que me
parece que los otros están en la edad de piedra. Me parece triste, pero
alentador por lo nuevo que está pasando.

CC: De los nuevo proyectos ¿qué estás haciendo?, ¿qué tienes en puerta?

GR: Vamos a hacer una cosa con Nicolás que se llama Los mejores temas,
y va actuar  mi papá que no es actor. Es un poco sobre el ensayo es
como la idea de ensayar algo, desde el ensayo escrito o la idea en
teatro cuando ensayas como condición  previa a la representación.

Esta la empezaremos en dos meses, tengo un grupo de teatro, este a lo
tenemos varias giras, vamos a ir a un festival en Bruselas, vamos a ir
al festival de otoño de París con una obra que hicimos sobre las
guerrillas en los sesentas y setentas; luego iremos a Montreal. También
hay películas de gente que me gustaría como Amat Escalante, pero aún no
se concreta; Rubén tiene una película que estamos platicando, no para
actuar pero si para participar en ella; en ese sentido que estamos
conversando, y ese es el tipo de relaciones que me interesaría generar,
podría haber otras maneras de colaboración que fueran más interesantes.

Esta idea abismal de que el director dirige una película luego se pasa
ocho años de vida consiguiendo dinero para la otra, vuelve a dirigir y
se pasa cinco años buscando dinero y luego vuelve a dirigir, a mi me
perdonan, pero ese esquema lo que hace es que esas personas no se
dediquen al cine, se dedican a buscar dinero: Yo no me dedico al
boliche porque juego una vez al mes. Lo que define a lo que uno se
dedica es la cantidad de tiempo que pasas en una cosa

Este esquema está mal, y no sé a quién se le ocurre perpetuar algo que
tiene a los cineastas cinco años buscando dinero, me parece infame, me
parece inhumano y he participado con cineastas que han dejado de filmar
mucho tiempo y evidentemente es muy difícil, para ellos, para el
equipo. Nadie puede correr el maratón sin correr cinco años.

http://cinelasamericas.org/images/stories/2010/film_stills/perpetuum_mobile.jpg

Still de Familia Tortuga (2006) de Rubén Imaz

Por Hugo Lara Chávez

Cineasta e investigador. Licenciado en comunicación por la Universidad Iberoamericana. Director-guionista del largometraje Cuando los hijos regresan (2017). Productor del largometraje Ojos que no ven (2022), entre otros. Director del portal Correcamara.com y autor de los libros “Pancho Villa en el cine” (2023) y “Zapata en el cine” (2019), ambos con Eduardo de la Vega Alfaro; “Dos amantes furtivos. Cine y teatro mexicanos” (coordinador) (2015), “Luces, cámara, acción: cinefotógrafos del cine mexicano 1931-201” (2011) con Elisa Lozano, “Ciudad de cine” (2010) y"Una ciudad inventada por el cine (2006), entre otros.