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Este viernes se puso punto final a la competencia de la Berlinale, y mañana conoceremos el palmarés. Como corolario de un festival poblado de dramas se vio la multiaplaudida “A Royal Affair”, la húngara “Just The Wind” (foto), la local “Gnade”, y la canadiense “Rebelle”.

La coproducción paneuropea “”A Royal Affair (Un asunto real) brindó los mayores aplausos del día después de otras dos cintas más oscuras. Se desarolla en la Dinamarca del siglo XVIII, cuando la proximidad a la corona, y especialmente a la reína Carolina Matilde, de la que se convertirá en amante, convierte al renovador Johann Friedrich Struensee en una de las personas más envidiadas y odiadas del reino. El se convertirá en el motor del cambio de un país que por su influencia entrará en la modernidad, pero la nobleza más reaccionaría logrará llevarlo a juicio.

Tras la cámara de este film en el que colaboraron Dinamarca, Suecia, Alemania y República Checa, está el danés Nikolaj Arcel, responsable antes de cintas como “La isla de las almas perdidas” y guionista de la adaptación escandinava de “Los hombres que no amaban a las mujeres – Millennium 1”.

Estimable también, pero dura y oscura es la húngara “Just The Wind” (Simplemente el viento), de Bence Fliegauf, un film de ficción pero que encuentra inspiración en los crímenes reales contra gitanos que tuvieron lugar en ese país la década pasada4. El ganador del festival de Locarno con Milky Way (2007) busca hacer partícipe al espectador la angustia y la paranoia de una familia romaní que vive integrada en la sociedad, y ajena a cualquier comportamiento delictivo cuando son acosados por racistas que amenazan su vida, ante la indiferencia de la mayoría de la población y la pasividad de las autoridades.

Lo peor del día fue el drama familiar del alemán de Matthias Glasner “Gnade” (Misericordia), en el que una pareja de alemanes residente en Noruega, allí donde el sol no aparece en meses. La mujer accidentalmente apropella a una niña y acaba huyendo, pero ese accidente trágico servirá paradójicamente para crear nuevos lazos en una familia que parecía condenada a la separación.

El último film en competencia resultó ser “Rebelle”, de Kim Nguyen. El film, centrado en una niña soldado del Congo, resultó acorde con la tónica de un festival abocado a mostrar las lacras y convulsiones del mundo actual.

Rachel Mwanza en el papel de Komona, la niña a la que capturan con doce años los rebeldes y cuyo “bautizo de fuego” consiste en obligarla a ejecutar a sus padres, es el eje de un film que apenas deja algún minuto de respiro de una muerte a la siguiente.