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El veterano Woody Allen regresaba este miércoles a Cannes para inaugurar la 64 edición del certamen galo con su postal turístico-cultural “Midnight in Paris”, visión “totalmente subjetiva”, según su autor, de la “Ciudad Luz” que tando admiran los estadounidenses, como paradigma de una Europa cargada de cultura, historia y elegancia, en contraste con su propio país donde el culto se dirige más a la cartera que al arte.
  

“Midnight in Paris”, el film de producción española -como los dos anteriores- dirigido y escrito por Woody Allen, no aporta nada especialmente original a su obra, pero no deja de ser una entretenida historia en la que el neoyorquino, juega con un peculiar viaje sentimental y cultural en el tiempo por la capital francesa, convertida no sólo en escenario mítico sino en referencia artística para la “intelligentsia” estadounidense.
  

El protagonista de su historia (genialmente interpretado por Owen Willson, quien realiza una imitación perfecta del propio Woody Allen en muchas de sus cintas) es un guionista de Hollywood que quiere pasarse a la novelística “seria”, y lleno de dudas e inseguridades acompaña a su prometida y a los padres de ésta, ricos y conservadores republicanos, a la capital francesa, donde en realidad él quiere afincarse para acabar su libro, mientras que ella se decanta por Malibú…
  

El Gil de “Midnight in Paris” hubiera sido 30 años atrás interpretado por el propio Allen, pero -edad obliga- el ya septuagenario cineasta ha delegado en Willson, quien borda una copia exacta de las interpretaciones del propio cineasta-actor, incluidos titubeos al hablar y sus típicas gesticulaciones, aparte del inequívoco dialogo tantas veces utilizado por el neoyorquino.
  

En una inesperada puerta del tunel del tiempo -aquí un viejo renault de los años 20- que se abre cada medianoche parisina, el aspirante a escritor encuentra acceso a los escritores, pintores y vanguardistas de la Boheme parisina de los años 20: Hemingway, Fitzgerald, Stein, Picasso, Dalí, Buñuel… y una joven musa de pintores de la que se enamora (preciosa Marion Cotillard).
  

El pintor catalán está interpretado por un Adrien Brody en una divertida escena a la que también se suma Luis Buñuel, a quien el escritor estadounidense trasunto de Woody Allen sugiere como tema la historia de su futura película “El ángel exterminador”.
  

Estas aventuras nocturnas en el pasado acentuarán las contradicciones existentes entre Gil y su prometida (una Rachel McAdams a la que Allen se empeña -acertadamente- en sacar de espaldas para mostrar su casi perfecto trasero), con quien tiene menos en común de lo que suponía.
  

En la postal parisina, el papel reservado a la “Primera Dama” Carla Bruni, es casi anecdótico, apenas tres breves escenas en las que hace de guía del museo Rodin y traductora del diario de la musa, que el personaje de Willson encuentra casualmente en el puesto de un “bouquiniste” callejero. La ex modelo y cantante no lo hace tan mal como algunos preveían, pero ha preferido no sumarse a la promoción de la cinta aquí en la Croisette.
  

La moraleja de “Midnight in Paris”, que en España se estrena ya este viernes, es que cualquier tiempo pasado no es necesariamente mejor, y hay que disfrutar el presente, porque tal vez algún día en el futuro también será mitificado por nuestros descendientes. Esa es la opinión expresada en rueda de prensa por el propio Allen, para el que es mejor vivir con los pies en el suelo.
  

La primera jornada del festival se vio además adornada por la presencia de otra gran figura norteamericana, el actor, productor y director Robert de Niro, presidente del jurado.