‘Medianeras’ hizo escala en Mamita’s Beach: Cine al ladito de la playa. Crónicas RMFF

Por Ulises Pérez Mancilla. Enviado.

Playa del Carmen. Avanzando por La Quinta Avenida, los acentos son como un paraíso construido en torno a una Torre de Babel, no sólo por la diversidad de extranjeros visitantes, sino por la variedad de migrantes de toda la República que ven en sus propinas un paraíso distinto al que consideran ellos. Paraíso al fin y al cabo, en un acto civilizado de reciprocidad, donde unos se sirven de otros, el sonido de las olas termina por acogerlos a todos: los unifica. El mar que todo lo puede, hace que hasta ese vientecillo fresco proveniente del caribe, le de un aire de glamour a este lugar.

La tarde del quinto día del Festival de Cine de la Riviera Maya, proyectó a la orilla de la playa la película argentina “Medianeras” de Gustavo Taretto. En el espacio turístico conocido como Mamita’s Beach, apenas se puso el sol, quedaron listos un centenar de elegantes camastros en color crema que conforme oscurecía, fueron ocupados por los invitados especiales del festival.

Alrededor de las vallas, algunos oriundos de Playa del Carmen sacaban sus sillas. Eran realmente pocos, después de todo, ya lo decía un chofer de las camionetas del festival: “aquí hay mucho trabajo, todos los días, a toda hora, así que somos los últimos en disfrutar de la belleza de la playa”. El previo al evento ocurría de manera discreta. Directores, actores y actrices ocupaban sus lugares, aluzados por las cámaras de tele que apenas los identificaban tomaban “aspectos”.

El elenco de “Días de gracia” (Dolores Heredia, Tenoch Huerta, Kristian Ferrer, Gustavo Sánchez Parra, etc.) ocupaban lugar junto con su director Everardo Gout, próximo a estrenar en cartelera. También aparecieron los novios Jorge Luis Moreno y Paulina Gaytán. Plutarco Haza se acercó a saludar a Roberto Fiesco y lo mismo hizo Giovanna Zacarías. Llegó Martha Orozco, productora de “Cuates de Australia” y Tatiana Graullera, también productora de “Un mundo secreto”, ambas en competencia dentro de la Sección Plataforma Mexicana.

En tanto que los amigos se saludaban o iban por una que otra chela, la primera y segunda llamada se sucedieron casi una tras otra. La temperatura bajó levemente, sorprendiendo a los de look más playero. Era el fresco de la noche, presente a la hora en que la pantalla comenzó a proyectar una película de la cual, Hollywood podría hacer un remake con Anne Hathaway y Ryan Goslin.

En un tono de comedia muy al estilo de “Amelie” o “500 días con ella” (al igual que éstas, con profundas referencias generacionales a la cultura pop), el filme argentino (coproducido por Alemania y España) toma como metáfora las construcciones (medianeras, son los lomos inútiles de los grandes edificios que terminan abandonados o plagados de publicidad), para contar la historia paralela de unos treintañeros que, en medio de una crisis personal y social histórica, se reúsan a encontrar el amor, refugiados cada uno en un infantilismo cómodo. Vecinos de la misma calle y de la misma dolencia, él y ella están predestinados a no encontrarse pese a ser almas gemelas, hasta que…

Ideal para un evento playero donde hubo risas e identificaciones sobre una narrativa ingeniosa dentro de lo convencional, el público recompensó a la peli que alguna vez fue corto con hartos aplausos. Al final de la proyección, Paula Chaurand, directora del festival apareció frente a la pantalla para presentar a la productora Natasha Cervi y a los protagonistas: Javier Drolas y a la española Pilar López de Ayala, que por la mañana ya habían estado en los Cines Hollywood (sede en Playa del Carmen) para hablar casualmente con la prensa.

Ni el grado internacional los salvó de la temida sesión de preguntas y respuestas de un público entusiasmado, la mayoría de las veces fuera de lugar. Por ejemplo, una mujer tomó la palabra para decir que ha dejado de creer en los humanos, que se refugia en el amor de los perros y preguntó si acaso no había venido el perro que hace de mascota del personaje de Drolas, para felicitarlo. Otra que, montada en señorita Quintana Roo, se encargaba de preguntar a la ganadora de un Goya por “Juana la loca” de Vicente Aranda, si se la estaba pasando bien en Cancún mientras asumía una extraña responsabilidad turística hospitalaria. Estás cosas siempre pasan, hasta en los mejores festivales.

¡Hora de poner en off el micro! A unos pasos de ahí, el coctel espera: XX Lager patrocina. A él asiste Javier Drolas, pero no López de Ayala que se retira al lujosísimo Mayacoba Roswood. Por su parte el actor argentino busca convivencia: lo mismo platica con la directora de BAFICI que con Giovanna Zacarías, que se retiró pronto a dormir. También estaba Rigoberto Pérezcano, con pulcra guayabera y el director filipino, Rayan Martin, joven veterano de Cannes, que terminaría llevándose el premio Riviera Lab de Coproducción.

Los festivales de cine también son como Torres de Babel: más allá del lenguaje y de su carácter internacional, se viven a disposición de la emoción con que uno cargue ese día y del lugar en que la ruleta del cine te otorga en ese momento. A veces presentes con una película en competencia, a veces con una en construcción, a veces por mero ocio, a veces con la emoción de la primera vez, a veces harto de la rutina de siempre, a veces como programador o público; la comunidad cinematográfica hecha mano de estos eventos para tejer nuevos proyectos y afianzar alianzas de amistad o de trabajo… la misma reciprocidad que se vive en esta playa (eso que llaman “el día a día”), acaso con un ligero toque de virtual glamour.

En un tono de comedia muy al estilo de “Amelie” o “500 días con ella”, el filme argentino toma como metáfora las construcciones para contar la historia paralela de unos treintañeros