Por Lorena Loeza 

¿En qué se parece el futbol a Dios?  En la devoción que le tienen muchos creyentes y en la desconfianza que le tienen muchos intelectuales. Eduardo Galeano 

Próximo al Mundial de Futbol, otras opciones de entretenimiento parecen palidecer. El lugar que ocupa el fútbol como opción de entretenimiento, prácticamente no tiene rival desde mediados del siglo pasado y además fue evolucionando con el tiempo. Digamos que hace unos quince años se limitaba a la eterna transmisión dominical del “juego del hombre” pero con el tiempo las transmisiones se fueron ampliando, incluyendo programas de análisis entre semana y a los canales de paga que transmitían juegos de las ligas europeas, o sudamericanas. 

Se inventaron torneos nuevos, se modificaron las temporadas. El caso es que el futbol domina los intereses de la pantalla  chica y por supuesto, empezó poco a poco a ser también un tema importante para la pantalla grande.  

Y es que –por su parte- el cine desde una concepción más académica, no solo es entretenimiento. Es documento, retrato y crónica. Y es por ello que el cine se ocupa no solo de ser expresión artística contemplativa, sino que también registra los hechos más relevantes  de nuestras vidas – en lo individual y colectivo. Y en este tenor, cine y fútbol parece ser una combinación perfecta.  El cine no puede dejar de consignar en la pantalla el fenómeno social y colectivo más popular en todo el mundo y en especial el que convoca a la enorme comunidad latina. 

La cantidad de películas que abordan el tema del futbol son muchísimas, llegando al momento cumbre en que de la mano de Emir Kusturica, el documental sobre Maradona llega al Festival de Cannes durante la  emisión 2008. Ya antes de eso habíamos visto Gol!  (D. Cannon. 2005) y Gol! 2, (J. Collet – Serra, 2007) cintas auspiciadas por la propia FIFA, donde hacen apariciones fugaces las grandes estrellas de fútbol europeo que son populares en el mundo entero. La historia narra el sueño de muchos chicos en todo el mundo: llegar a ser profesionales, salir de la pobreza, jugar en Europa, y ser estrellas a nivel mundial. Las películas han sido importantes éxitos taquilleros , lo cual hace del experimento un aprendizaje importante para la industria norteamericana, ya que Hollywood en general, se ha ocupado poco del tema, cosa que no sucede en otros lados del mundo. 

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Kuno Becker en Goal!

Otra  película memorable, por contar con la participación -ni más ni menos- que del Rey Pelé, es Victory (Escape a la victoria, Huston, 1981). La película es la conjunción de muchos talentos: está dirigida por John Huston y protagonizada ni más ni menos que por Sylvester Stallone – cuando se creía que podría ser el heredero del “italian style” de Pacino o de Niro- Max Von Sydow y Michael Caine. Pero además de Pelé (todo un atractivo en sí mismo) también participaron otros astros del fútbol, como Bobby Moore, Paul Van Himst, Osvaldo Ardiles y Kazimierz Deyna. La película  narra la historia de cuando a un general  alemán se le ocurre, durante una visita a un penal con prisioneros de guerra, plantearles jugar una especie de partido “amistoso” contra la selección alemana durante la II Guerra Mundial.  Los presos ven en este hecho la posibilidad de dejar la prisión y aceptan. La película bien dirigida y la historia bien contada,   cuenta además con el plus de ver a Stallone jugar junto al Rey Pelé. 

Pero – a mi juicio-  son todavía más interesantes las películas que tienen el fútbol como marco, pero que en realidad se centran en los que están del otro lado de la cancha: hablamos de los espectadores, cuya pasión y afición hacen del fútbol casi una religión. En este rubro están Días de futbol, (D. Serrano de la Peña, España, 2003) de lado de la comedia y Hooligans (L. Alexander, Inglaterra, 2005) un drama desde la perspectiva de las llamadas barras del fútbol inglés. Mientras la cinta española narra la monótona y desastrosa vida de unos cuarentones, que deciden volver a formar su el equipo de fútbol añorando cuando tenían 17 años; Hooligans, por su parte, se centra en los aficionados que hace de la porra un estilo de vida. Aquí llama la atención que las escenas de los juegos son muy pocas. El drama está afuera y no tiene nada que ver con la cancha. 

En México, desde la Epoca de oro del cine, ha habido algunas aproximaciones a este deporte, como Los hijos de don Venancio (1944), un drama familiar donde Joaquín Pardavé se enfrenta al dilema de apoyar a su equipo favorito, el Club Asturias, de origen español, o al llamado “equipo del pueblo”, el Atlante, donde juega uno de sus vástagos, ni más ni menos encarnado por una gloria del futbol nacional, Horacio Casarín. 

También se puede mencionar El Chanfle I (1979), y El Chanfle II (1982) que dirige y actúa Chespirito, con su tradicional cuadro de actores, aprovechando su alto perfil mediático. El fútbol aparece incluido un poco a fuerzas, porque se trata de una comedia de enredos alrededor de una confusión de espionaje internacional. Sin embargo, resulta el pretexto perfecto para mostrar un moderno estadio Azteca y algunas anécdotas  futboleras. 

Muy pocos recordarán a la muy curiosa cinta Chido Guan, el Tacos de Oro (Alfonso Arau, 1985), producida en vísperas del Mundial de México 86, donde Fernando Arau interpreta a un jugador excepcional que logra llevar a la selección nacional a ganar la copa del mundo en una final contra ¡Alemania!

También en tono familiar se filma Atlético San Pancho (G. Loza, 2001), una comedia familiar sobre un equipo de niños de provincia, que tienen como sueño jugar en el Estadio Azteca. La comedia es fluida, y de lo más destacable que se ha hecho en México pensando en el público infantil y familiar, y a no ser por la descarada propaganda para Televisa y  Coca Cola, el experimento resulta bastante recomendable. 

Otra más de las producciones nacionales recientes es Cómo no te voy a querer (Víctor Avelar, 2009), sobre la circunstancia de los jóvenes aficionados que sueñan con el futbol.

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Gael García Bernal y Diego Luna en Rudo y Cursi.

Finalmente no podemos dejar de mencionar a Rudo y Cursi (C. Cuarón, 2008) Todo un suceso de taquilla que representa el mejor ejemplo de cómo la industria puede volverse rentable, incluso cubriendo varios frentes: se editó un libro, el tema musical fue todo un éxito y por si fuera poco, resultó una gran fenómeno de recaudación en taquilla.  

La historia gira en torno a dos hermanos que viven en medio de la pobreza en un pequeño pueblo. Ambos jugadores de un equipo de fútbol llanero, un día se les presenta la oportunidad de que uno de ellos se pruebe en un equipo de la capital a nivel profesional. Sólo puede ir uno de los dos, así que lo deciden con un penal. El elegido (Gael, el cursi) resulta ser el menos interesado. Él lo que quiere en realidad es cantar.  Lo que sigue, es una serie de encuentros y desencuentros alrededor de la industria del fútbol, pero también alrededor de la pobreza y el sueño de muchos chavos pobres: ser estrella en el fútbol profesional. 

Lo curioso es que la trama  es tan fantasiosa como realista, contada entre una muy ligera línea que cruza ambos escenarios. Situaciones reales llevadas al extremo -a veces solo para provocar a la risa- son el común denominador de la historia. Filmada totalmente en México es también de resaltar la apuesta que hacen todos los involucrados para seguir rodando en el país, a pesar que pudieran hacerlo en cualquier parte del mundo,  y sobre todo, tomando en cuenta la actual situación de la industria fílmica en nuestro país. 

Y sí, el Mundial ya está en puerta: El nuevo opio de los pueblos para algunos, el mejor ejemplo de la pasión y la lealtad para otros.  La más importante de las cosas menos importantes: sí, claro, estamos hablando de fútbol.

FOTO DEL INICIO: Still de la película Escape a la Victoria.

CORRECAMARA también recomienda el libro: 

FÚTBOL Y CINE. EL BALOMPIÉ EN LA GRAN PANTALLA 
Autor:     CARLOS MARAÑÓN     
ISBN: 978-84-96582-07-1    
Editorial: OCHO Y MEDIO LIBROS CINE    
340 Páginas

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