Por Perla Schwartz
Una narrativa minimalista conformada por varios planos largos, con una fotografía un tanto deslavada de Sergio Armstrong es el marco donde se desarrolla la inquietante película de Pablo Larraín “Postmortem”, la cual se hizo acreedora al Mayahuel a Mejor Película Iberoamericana en el pasado Festival Internacional de Cine en Guadalajara.
Estamos ante una historia inteligente, con una anécdota mínima pero con matices realmente desgarradores. Mario, un apocado hombre de 55 años (el estupendo Alfredo Castro, quien también diera vida a “Tony Manero”, el filme anterior de Larraín), trabaja como mecanógrafo de informes en la morgue de un hospital chileno.
Su vida es monótona: de la casa al trabajo, ida y vuelta; su vida cambia, ilusionado, hace fantasías amorosas en torno a Nancy, su vecina, una bailarina de cabaret (Antonia Zegers).
El marco de la historia es en un Chile desgastado pocos meses antes del golpe de estado de Augusto Pinochet al gobierno liberal del doctor Salvador Allende. Mario empezará a frecuentar a Nancy pero ésta desaparecerá misteriosamente el 17 de septiembre de 1973, después de que el ejército irrumpiera abruptamente en su casa; es entonces cuando, de manera desesperada, Mario emprenderá su búsqueda.
Hasta aquí a grandes rasgos la anécdota mínima de “Postmortem” que se erige como una gran metáfora de la dictadura chilena, del juego de poderes entre víctimas y victimarios, del retrato de una sociedad decadente y deshumanizada.
Larraín maneja en forma magistral una violencia emocional que permea todo su largometraje, traza la ambigüedad que caracteriza el modo de comportarse de un ser humano ordinario y por supuesto, ello se remite a un gobierno represivo que busca dominar determinadas situaciones.
“Postmortem” es una visión personal del realizador en torno a la dictadura que tanto tiempo aquejó a su país y nos sitúa en la génesis de la misma. El montaje y la música que acompaña a las potentes imágenes hacen de este filme un trabajo contundente que es necesario ver pues es, a final de cuentas, un retazo de la historia reciente de América Latina.
Su paso por la cartelera comercial fue fugaz pero se puede ver actualmente en la Cineteca Nacional.
“Postmortem”. Chile, 2010, Dirección y guión: Pablo Larraín. Fotografía: Sergio Armstrong. Intérpretes: Alfredo Castro, Antonia Zegers, Amparo Noguera, Jaime Vadelli. Duración: 98 minutos.