Por Leticia Carrillo


Norteado, la ópera prima de ficción de Rigoberto Perezcano, arrasó con los premios de la sección Cine en Construcción de la pasada edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián. Gracias a ellos, pudo finalizar su postproducción y de paso, se le abrieron las puertas de otros certámenes fílmicos como Toronto y Morelia, en los que estará presente este año, además del propio festival donostiarra.


Correcamara.com conversó con el director sobre su película, de la que dijo, aborda el tema de la migración  desde una “perspectiva distinta” en donde la ficción se mezcla con elementos documentales y el drama y la tragedia con “el humor y la esperanza”.


CORRECAMARA.COM: Rigoberto ¿Cómo fue la experiencia en San Sebastián?


RIGOBERTO PEREZCANO: Fue increíble porque en ese momento nosotros teníamos la esperanza de terminar por nuestra cuenta la postproducción de la película. El que nos hayan invitado fue una de las cosas más fortificantes, porque estuvimos al lado de películas de gran nivel como La nana, Ilusiones ópticas y El árbol. Por esta razón nunca pensamos que fuéramos a ganar y mucho menos los tres premios. Pero esto le dio un impulso inmediato a la película pues pudimos acabarla este año en coproducción con España.


CC: ¿Cuáles fueron los argumentos por los que el Jurado de San Sebastián escogió a Norteado?


RP: El que un tema tratado ampliamente en el cine como la migración no haya sido contado de una forma tradicional, fue lo que le gustó al Jurado. La gente va con un prejuicio cuando sabe de qué tratará la cinta pero se lleva una sorpresa muy grata al ver que no es un drama y que no nos regocijamos en la tragedia  sino que es una película que si bien no se separa de lo profundo, también tiene un lado de comedia. Al final la estructura cambia, lo que empezó como un documental termina siendo una ficción partes muy cómicas.


CC: Estos tintes de comedia que mencionas ¿son los que diferencian a Norteado de las demás películas sobre migración que han aparecido en los últimos años?


RP: Sí, en el momento en que tomé el proyecto me cuestioné mucho si valía la pena hacer una película sobre este asunto sabiendo que en el cine mexicano hay películas maravillosas de migración desde los años 50 y ahora vuelve a haber un boom. Era un reto muy grande hacer una ópera prima de migración, por eso me propuse hacerlo de manera completamente diferente, contar la historia de otra manera.


CC: ¿Qué papel jugó tu historia personal en la realización del filme?


RP: Fue fundamental porque yo decidí  dirigir una película sobre migración en el momento en que regresé a Zaachila (Oaxaca), mi pueblo y vi que la mano de obra joven está saliendo  constantemente;  la gente tiene que emigrar porque la calidad de vida en sus comunidades  no es la deseable, ellos necesitan mejores empleos, comida, sostener a su familia y también un buen trato.


Tuve la necesidad de tomar a migrantes reales para que me contaran lo que fue para ellos el cruzar. Tampoco quiero que sea una postura militante del cine de migración, yo sólo traslado mesurada y humildemente mi postura de director a Andrés, el personaje principal cuya intención es cruzar.


CC: ¿Tú te consideras un migrante?


RP: Sí, pero de alguna manera soy muy cobarde porque siempre regreso al lugar donde nací, viví en la Ciudad de México y fuera del país pero todo el tiempo vuelvo porque ahí es donde puedo alimentar mi trabajo.


CC: ¿Dónde se rodó la película?


RP: El principio de la película está rodado en la Mixteca Oaxaqueña para ver el origen del personaje  aunque entre el 80 y 90 por ciento se rodó en Tijuana, Mexicali y el desierto.


CC: ¿Cuál fue el mayor reto de filmar en estas locaciones?


RP: No caer en el estereotipo  en la forma de retratar un lugar como Tijuana pues creo que hay muchísimas películas que repiten el mismo estilo y es muy fácil caer en él, ver en ese sitio la última esquina de Latinoamérica y querer meter todo en quince minutos, la cantina, el acordeón, cuando la realidad es más extensa.


Edgar San Juan, el productor, y yo queríamos que se viera como una ciudad fronteriza pero sin caer en el cliché de ciertos íconos de Tijuana. No queríamos perder el hilo que nos condujera a nuestro objetivo, era importante tener mucha mesura.


CC: En ese sentido ¿tu película es sobria?


RP: Es muy respetuosa, de la gente que vive al lado de la frontera y de la que quiere migrar.


CC: ¿Seguirás explorando este tema en tu siguiente película?


RP: Tengo un proyecto en el que llevo trabajando casi once años de mi vida, yo pensé que ese iba a ser mi ópera prima; quiero filmarlo en las costas de Guerrero y Oaxaca y sólo te puedo decir que se llama Carmín Tropical.