Por Leticia Carrillo
En el marco de la XIX Reunión Ordinaria del Comité Intergubernamental del Programa Ibermedia, mecanismo regional que busca la integración y el desarrollo de la cinematografía iberoamericana, CorreCamara.com entrevistó en la Ciudad de México a Jorge Luis Serrano, Director Ejecutivo del Consejo Nacional de Cinematografía de Ecuador, quien entre otras cosas afirmó que, con el objetivo de acercar la producción fílmica nacional a los espectadores, “hay que ser imaginativos y aprender las lecciones de la piratería” y subrayó que “dentro de poco se va a hablar mucho de la cinematografía ecuatoriana, por la calidad de sus propuestas”. Aquí les presentamos la conversación…
CorreCamara: ¿Cuál es el balance con el que llega Ecuador a este encuentro?
Jorge Luis Serrano: Esta reunión es estratégica, aquí está reunida la institucionalidad cinematográfica iberoamericana para entender y enfrentar problemáticas comunes, especialmente en el ámbito de la circulación y la distribución que es el que nos llama a ser más imaginativos, y en el que tenemos que incorporar el uso de las nuevas tecnologías. El problema de la producción ya está resuelto, el panorama de norte a sur, y al margen de las diferencias y asimetrías que pueden ser importantes, todos los países producen; es el tema de la distribución en donde esta el cuello de botella, la pregunta es cómo hacer que la gente consuma lo que producen nuestros países, dentro y fuera de sus respectivos territorios.
CC: En ese sentido, ¿cuáles son las propuestas que tiene su país para resolver este problema?
JLS: Nosotros estamos proponiendo un modelo de distribución masiva consistente en usar la red interprovincial de autobuses, conformada por 3 mil unidades. Hemos llegado a un acuerdo con la Federación de Transportistas de Ecuador y con la Agencia de Tránsito para programar en este medio de transporte, producción nacional, principalmente contenidos de carácter educativo y turístico.
Sin embargo, es importante resaltar que el problema de la distribución es de mercado pero también del ámbito legislativo, no existen marcos legales que obliguen a las salas de cine a estrenar la producción nacional y mantenerla un determinado número de semanas de acuerdo a la ocupación.
Lamentablemente la solución no se verá a corto plazo porque hay que llegar a los Congresos nacionales y eso no es nada fácil por el cabildeo y la presión de las majors, sumado a que los asuntos culturales siempre son relegados en la agenda pública.
Lo que complementa esto es que nuestras cinematografías y el acceso a ellas difícilmente pueden existir sin que existan políticas de Estado, a diferencia de la gran industria hollywoodense donde manda el capital privado.
CC: En México se ha hablado de la construcción de salas dedicadas exclusivamente a la exhibición de películas nacionales como una forma de solucionar parcialmente el problema ¿qué piensa de esta propuesta?
JLS: Puede ser parte de la solución pero al mismo tiempo no debemos cerrar los ojos a una realidad: actualmente, el hábito de ir al cine está muy vinculado a los centros comerciales, a los malls, por la seguridad, por hábitos de consumo; será difícil volver al pasado.
Considero que, con las reservas del caso y cuidando las palabras con pinza, tenemos que aprender las lecciones de la piratería, ahí es donde están los hábitos de la gente; en lugar de continuar satanizándolo pues es casi imposible erradicar ese problema, hay que hacer un esfuerzo por aprender de la piratería, del bajo costo y el fácil acceso que ofrece para obtener contenidos; por ahí están las respuestas. Tenemos que ser imaginativos para encontrar formas que nos permitan distribuir y circular masivamente los contenidos que estamos produciendo, por internet, por la red de televisiones públicas….
Hablando de piratería, el problema siempre se enfoca desde el factor económico y en lo personal, creo que es lo menos importante. Mi preocupación con la piratería tiene que ver con el dominio cultural que se da a través de ella: cuáles son los contenidos que se difunden, cuáles las películas más vistas, cuáles las que tienen más incidencia en los consumidores, en el imaginario colectivo. Es un problema mucho más grave porque es intangible porque no se puede medir; por eso es importante introducir contenidos nacionales en la mayor cantidad de canales de exhibición, para que la gente se acostumbre a ellos, que tenga contacto con la diversidad cultural.
CC: ¿Cuáles son los beneficios que ha tenido para Ecuador su participación en el Programa Ibermedia?
JLS: La cinematografía ecuatoriana se están consolidando poco a poco, hace apenas cinco años que contamos con una Ley de Cine y esto ha marcado la diferencia, estamos hablando de 5 ó 6 cintas producidas anualmente, que es lo que nos habíamos propuesto. Entre el Programa Ibermedia y los fondos concursables del Consejo de Cine se está inyectando a la producción cinematográfica alrededor de 1 millón de dólares a la producción nacional.
Asimismo, Ecuador tiene convenios bilaterales con Venezuela, lo que ha permitido concretar varios proyectos de coproducción entre las dos naciones; en 5 años se han invertido en cine casi 6 millones de dólares, que si bien es una cifra modesta en términos regionales, está haciendo una diferencia importantísima en nuestro país que tiene 14 millones de habitantes y 220 salas de cine. Los proyectos que acceden a los fondos cuentan con un estricto control de calidad y han permitido el ingreso de una nueva generación de profesionales, son vistos por miles de espectadores, ganan premios en festivales, los que a su vez demandan mayor presencia de producciones ecuatorianas.
CC: Hablando de los cineastas al frente de estos proyectos ¿cuáles son mayoría: los debutantes, los experimentados, los veteranos? y ¿cuál ha sido el mayor caso de éxito de sus directores?
JLS: Tenemos a un cineasta importante, Sebastián Cordero (“Crónicas”), que también ha participado en las convocatorias del Consejo de Cine y acaba de rodar con fondos estatales su más reciente producción, “Pescador”. Está desde él hasta un decano del cine nacional como Camilo Luzuriaga (“Entre Marx y una mujer desnuda”), vinculado actualmente a proyectos más educativos pero que también ha participado de estos proyectos concursables, en medio de ellos hay toda una camada de cineastas jóvenes que concursan y han hecho su ópera prima.
Aquí, hay que subrayar que una normativa de nuestros concursos dice que al menos una de las producciones debe ser ópera prima por lo que siempre hay una puerta abierta a los nuevos talentos y con una cinematografía tan joven como la nuestra, esto se está dando naturalmente; yo estoy seguro que dentro de poco se va a hablar mucho del cine ecuatoriano por la calidad de sus propuestas.