Por Miguel Ravelo
México, 1942. El presidente Manuel Ávila Camacho, desde la cámara de diputados, le declara la guerra al eje nazi-fascista. La tensión en el país es casi palpable: crisis, angustia e incertidumbre son el día a día de las familias mexicanas, que temen que sus hijos, padres y parejas sean llamados a combatir. Fue en este agobiante panorama en el que se desarrolló una de las historias más perturbadoras del México de los años cuarenta, la de Gregorio “Goyo” Cárdenas. Brillante y prometedor estudiante de química, Cárdenas logró, de agosto a septiembre de 1942, hacerse del sobrenombre que lo acompañaría hasta su muerte en 1999: “el Estrangulador de Tacuba”.
Presentada el pasado marzo en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara, “Los crímenes de Mar del Norte” llega a cartelera bajo la dirección de José Buil (“La fórmula del doctor Funes”, 2015), autor también del guion, y con la actuación de Gabino Rodríguez (“A tiro de piedra”, 2010; “Tormentero”, 2017) encarnando al infame protagonista. A pesar de existir suficiente información sobre el caso del también conocido como el primer asesino serial mexicano, su historia fue perdiendo presencia con el paso de los años. Actualmente no es tan común que las generaciones más jóvenes sepan quién fue este hombre, cuáles fueron sus crímenes y sobre todo, cómo se vio involucrado en uno de los casos más extraños dentro de la tortuosa historia de la justicia mexicana.
Es fácil suponer entonces que la llegada al cine de la historia de Goyo Cárdenas presumía interés y atractivo, considerando además que no se había realizado antes otra película que abordara directamente el tema. Fotografiada por Claudio Rocha en un atrayente blanco y negro que nos sitúa en la época y le otorga a la historia pinceladas que remiten al cine negro clásico, “Los crímenes de Mar del norte” aborda la amistad entre cuatro estudiantes: Gregorio y Graciela (Gabino Rodríguez y Sofía Espinosa), y Paquita y Jorge (Vico Escorcia y Norman Delgadillo). Compañeros en la universidad, Gregorio y Jorge montan un improvisado laboratorio en la calle de Mar del norte, que más que servirles de lugar de estudio, buscan utilizar de guarida para llevar ahí a sus novias. Pronto descubriremos que Gregorio lo utiliza además para llevar prostitutas, asesinarlas y enterrarlas en el jardín con la mayor despreocupación.
Es en la presentación de sus personajes que la película comienza a evidenciar falta de claridad en cuanto a su protagonista. Por un lado, la historia es narrada a través del personaje de Jorge “El Calavera”, que es a todas luces menos interesante que el de Gregorio. En cuanto queda claro que Goyo es un asesino, el interés se vuelca sobre él, haciendo que Jorge se convierta en un secundario no muy atractivo, aunque la película insista en continuar llevando el relato a través su narración. La actuación de Norman Delgadillo como el amigo de Cárdenas es competente, pero quien realmente resulta interesante es Gregorio, a quien Gabino Rodríguez dota de un carácter repulsivo pero al mismo tiempo logrando no perder el atractivo ni el carisma del personaje. De igual forma, tanto Vico Escorcia como Sofía Espinosa logran actuaciones interesantes, a pesar de que el guion no les facilita mucho material con el cuál trabajar o con el que pudieran haber logrado mayor profundidad en la creación de sus personajes.
Desde el primer asesinato en el laboratorio de la calle de Mar del norte, es evidente que la película no resolverá de forma muy afortunada los momentos claves de su historia. La dirección no consigue crear momentos visualmente atrapantes, lo que provoca que ninguno de los asesinatos de Cárdenas consiga tampoco generar suspenso o provocar angustia; el personaje los efectúa de una forma tan mecánica, que la naturalidad y facilidad con que son cometidos los termina volviendo poco creíbles. No se ofrecen tampoco elementos para lograr comprender las motivaciones del protagonista, ni mayor asomo a su pasado; lamentablemente el asunto comienza a volverse rutinario y anecdótico.
“Los crímenes de Mar del norte” cuenta con varios elementos destacables, como las ya mencionadas actuaciones de Rodríguez y Espinosa; la fotografía de Rocha, el diseño de arte de Jay Aroesty o la muy atractiva música de Eduardo Gamboa. Desafortunadamente estos elementos se encuentran unidos a un guion al que le faltó ahondar en sus personajes, desentrañar sus motivaciones, explorar tanto a su protagonista como a sus personajes secundarios, los que terminan sintiéndose hasta desaprovechados; pareciera que la película estaba interesada solamente en retratar la anécdota del asesino, inclusive mostrando poco interés en quiénes fueron realmente los involucrados. La historia era muy atractiva y brindaba amplias posibilidades para plasmar visualmente a una de las más retorcidas mentes criminales de la historia de México, pero lamentablemente la aproximación y tratamiento terminaron volviéndose planos y provocando que el interés se perdiera.
Con una conclusión poco afortunada y que termina inclusive cambiando el género, el clímax lleva la historia a terrenos que inician siendo cómicos y terminan en un nivel francamente absurdo; el director optó por finalizar su visión de la historia con el encarcelamiento de Cárdenas, haciendo a un lado una de las partes más interesantes en el caso. Luego de convertirse en el preso que más tiempo pasaría dentro del penal de Lecumberri, Cárdenas fue exonerado en 1976 durante la presidencia de Luis Echeverría. En uno de los más extraños giros dentro de la justicia en México, Cárdenas dio un discurso en 1976 en la cámara de diputados, siendo ovacionado y reconocido como una de las mayores pruebas de la rehabilitación brindada por el sistema penitenciario del país. Se entiende que el guion decidiera mostrar solamente lo relacionado con los asesinatos, pero es difícil no sentir que “Los crímenes de mar del norte” terminó desaprovechando el potencial que ofrecía la historia de Cárdenas y su recorrido de más de tres décadas, de asesino serial a celebridad local. Hombre terrible, aterrador y complejo donde los haya, el más reciente acercamiento cinematográfico a su historia deja los ánimos algo bajos, considerando especialmente las oportunidades no aprovechadas.
Dirección · Directo: José Buil. Guión · Screenplay: José Buil. Fotografía · Cinematography: Claudio Rocha. Música · Music: Eduardo Gamboa. Sonido · Sound: Carlos Aguilar. Director de arte · Production designer: Jay Aroesty. Edición · Editor: José Buil / Carlos Espinosa. Productor · Producer: Maryse Sistach / Karina Blanco. Intérpretes · Cast: Gabino Rodríguez, Sofía Espinosa, Norman Delgadillo, Vico Escorcia,