Por Samuel Lagunas

Carmen Aristegui fue despedida de la cadena MVS el 15 de marzo de 2015. Pocos meses habían transcurrido después de que desde su noticiero se publicara el reportaje sobre la “Casa Blanca” del entonces presidente Peña Nieto que desenmascaraba una aterradora red de corrupción, tráfico de influencias y conflicto de intereses que anidaba en el corazón del gobierno. Fanjul escuchó la noticia, la de la salida de Carmen, y sintió un profundo desasosiego. Casi tan grande como el dolor que sintió al oír en el programa de Aristegui los testimonios de sobrevivientes y familiares de los 43 desaparecidos de la Normal de Ayotzinapa en septiembre de 2014. Así, entre la indignación y el pesar, Fanjul decidió acercarse a Carmen y empezar la filmación de “Silencio radio”. El trabajo buscó ser un acompañamiento a la periodista en su enfrentamiento contra el Estado y en la búsqueda de un nuevo espacio desde donde informar a la población. El resultado es por demás desequilibrado y contradictorio.

Fanjul, como en su anterior “Muchachas”, vuelve a situar su voz en primer plano. Ella es el filtro de la voz de Carmen, quien no se dirige a Fanjul ni a su cámara más que en dos ocasiones: al referir el “exilio” forzado de su hijo Emilio y durante una caminata en Washington. El resto del tiempo, Fanjul utiliza el lenguaje indirecto para asomarnos, muy tenuemente, a la vida interior de Aristegui, siempre en relación al juicio que inició en defensa de su libertad de expresión contra el gobierno de Peña Nieto. En este sentido, buena parte del documental conforma un modesto archivo visual del caso: las audiencias ante Derechos Humanos, las visitas con los abogados, entrevistas con organismos internacionales.

La otra parte tiene que ver con el nacimiento del nuevo programa de Aristegui a través de internet. Fanjul procura en todo momento ceñirse a un estricto seguimiento: no “entrometerse” sino documentar las conversaciones con el equipo, las reacciones ante las agresiones, los pequeños desacuerdos. Fanjul toma un desvío para entrevistar a algunos miembros actuales del equipo de Aristegui. Es este acercamiento el que nos revela el lado más humano de “Silencio radio”. Uno de los colaboradores admite que tuvo que ser medicado contra la ansiedad, otro reconoce el miedo que tiene a sufrir algún atentado. Fanjul roza con estos testimonios algunas de las vulnerabilidades que enfrentan las y los periodistas independientes en México (un eficaz y contundente acercamiento al tema lo ofrece “No se mata la verdad” [2015] de Témoris Grecko); pero evita profundizar mucho en esos abismos.

La mirada de Fanjul se obstina con embeleso en el rostro de Carmen. En algunas secuencias, incluso, la cámara parece unirse al coro litúrgico de vivas y halagos de las señoras que quieren una fotografía con Aristegui. Como en “Muchachas”, Fanjul nos devuelve una imagen de su protagonista que no trasciende el lugar común. No hay ninguna revelación profunda, ni siquiera interesante, en el seguimiento que hace “Silencio radio” sobre Aristegui. Es, “Silencio radio”, un poco de abono para la entronización de Aristegui en el iconostasio del periodismo independiente. Porque, si bien es cierto que Fanjul trata de enmarcar la labor periodística de Carmen en un escenario mucho más amplio —con la secuencia de la manifestación en contra del asesinato de hombres como Javier Valdez de Río 12—, ese movimiento denota más que nada ignorancia sobre lo diverso del escenario del periodismo independiente en México, reforzando un centralismo pernicioso —un ¡carmencentrismo! — que impide una apreciación adecuada y completa del fenómeno.

La miopía de “Silencio radio” desemboca en una injusticia mayor que figura ya como un lastre, un límite, en la obra de Fanjul: la incapacidad de ver a una persona más allá de su trabajo. Y esa reducción, no sólo para una reconocida periodista, sino para cualquier otra persona, es una tragedia que, paradójicamente, en el caso específico de este documental, llega como resultado de confundir a Carmen con una estatuilla de aparador a la que se la contempla en vez de hablarle. O sea: con un ídolo.

“Silencio radio” inauguró el Festival Ambulante en Casa. No olvides consultar toda su programación: https://encasa.ambulante.org/

Ficha técnica:
Título original: Silencio radio. Año: 2019. Duración: 79 min. País: Suiza, México. Dirección/Guion: Juliana Fanjul. Música: Marc Parazon. Fotografía: Jérôme Colin