Por Ali López
Un grupo de cazafantasmas “fresas”, más cercanos a Carlos Trejo que a Bill Murray, deciden entrar al clausurado sanatorio San Rafael, en la Ciudad de México, buscando fantasmas, demonios, vampiros, duendes o lo que sea que ahí se encuentre. Aquí vale señalar que en la película “Archivo 253” (2015), dirigida por Abe Rosenberg, nos encontramos frente a un “found footage” (tal vez el primer largometraje de éste tipo filmado en México), que utiliza la estética ya clásica de la cámara en mano, el fuera de foco, el encuadre mal cuadrado y todo eso que parece facilitar la producción (pero nada más alejado de lo cierto). “The Blair Witch Project” (Daniel Myrick, Eduardo Sánchez, USA-1999), “Cloverfield” (Matt Reeves, USA-2008), la saga “[REC]” (Jaume Balagueró, Paco Plaza, España-2007-2014), todas tiene su chiste, su proceso de realización encausado a un resultado final casi perfecto. Una idea cinematográfica bien procesada; dotar de realismo a una situación francamente irreal, no es un asunto sencillo.
A veces es un poco difícil comprender a los fans del terror, ¿por qué les gustan películas que, regularmente, son baratas y oportunistas? ¿Por qué les atraen un cúmulo de films iguales en calidad, tópicos, forma y fondo? Y es que son pocas las excepciones, pocas las cintas horroríficas que salen del molde y trasciende más allá del propio círculo. Es difícil comprenderlos (comprendernos), pues cuando uno se acerca a una cinta de terror suele ser paja, los alfileres son tan pocos, y a veces ya tan conocidos, que uno no tiene más que preguntarse ¿por qué?
El cine de terror vive una crisis; tal vez sea porque la realidad resulta más terrorífica que la ficción, porque las ideas han llegado a un punto de letargo, o porque la segunda mitad del Siglo XX se encargó de desmitificar al monstruo, volverlo humano, y alejarlo para siempre de nuestros miedos mundanos.
Los fanáticos, esos poco comprendidos, hacen lo posible por compartir su gusto y rescatar el género. Algunos deciden escribir sobre cine, otros formar cineclubes, o comercializar productos con los iconos del género.
Y están los que deciden hacer filmes, y los muchos que deciden verlos. También están los que ni siquiera son fanáticos, pero saben que su cinta de horror será vista por los cientos de seguidores que buscan salvaguardar el objeto de su afecto. Porque, regularmente, los fans consumen lo consumible, lo que tenga pinta de ser horroroso, grotesco, macabro, mórbido, malsano, artero. Así, los zombies caen en la telaraña de la tarántula gigante, y acaban engullidos de desasosiego, desesperanza, rencor y cólera.
Y ni ellos mismos se comprenden ¿Por qué siguen cayendo en las garras de algún moderno conde chupasangre que les succiona el dinero de sus bolsillos, el alegría del alma, y las ganas de creer que algún día tendrán otra vez una cinta que les asuste, les entienda, les emocione, atrape a los forajidos y haga que los comprendan?
En “Archivo 253” todo falla, el aparente realismo que le pretenden imprimir a las situaciones, dejando a los actores improvisar, sólo muestra la confusión que había en el proceso de realización. Hay desorden en los diálogos, en los tonos, en la situación misma que nunca se aclara. “Archivo 253” es un film barato, oportunista, de baja calidad, tópicos comunes, poca forma, poco fondo, y que deja decepcionado, y colérico, a más de uno.
Se habla de exorcismos, de fantasmas, de maldiciones, de todo y nada a la vez. Se pretende entablar una situación a lo “[REC]” (delimitando poco al monstruo, al enemigo, al otro), pero se logra sólo confundir sin causa. El punto de una cinta de terror, cuando hay “algo” tras “alguien”, es tratar de develar el misterio de quién anda tras quién. Y es libertad del autor dotar de pistas claras, o no, al espectador, pero todo debe llevar hacia el cauce del esclarecimiento del misterio. Aquí nada de eso pasa, hay una exageración de pistas falsas, que terminan por llevarnos a ningún lado; parece que el guion siguió el mismo proceso que la cinta, y fue escrito “en vivo” sin ser releído o revisado. La trama no debe llevarte al desorden, debe guiarte al punto álgido de tu trama, de tu idea, del porque decidiste hacer esa cinta; teoría fundamental de guion cinematográfico.
Y es que “Archivo 253” se basa casi netamente en la historia, y lo que más falla es esa columna. Hay momentos oportunos, clichés sí, pero que pudieron ser mejor explotados. Hay un sólo momento clásico de susto y brinquito, y de ahí en fuera, pasa muy poco.
El problema es, a mi parecer, el poco entendimiento que hubo en elaborar una cinta de metraje encontrado. Si analizamos las cintas en las que, claramente, se basan los realizadores del film, “La Bruja de Blair” y “[REC]”, veremos que su estructura narrativa es, prácticamente, la estructura narrativa del videojuego. Cada secuencia es el equiparable a una “misión” en un videojuego, se busca un objetivo, y al final, se logra ese objetivo. Pero resulta que esta “misión” es sólo una “sub-misión” de un trabajo más grande, entonces, una “sub-misión” te va llevando a otra, y así sucesivamente, hasta que llegues con el “Jefe Final”, vencerlo significara la gloria, o en su caso la vida o la muerte. Así resulta que la Niña Medeiros es “Bowser”, o Elly Kedward es como Ganondorf. En Archivo 253 hay muy poco de ésta lógica, se entiende que por pura intuición un esbozo de una historia para found footage tiene esta estructura. Lo que sucede con la cinta mexicana es que las “misiones” en las que se ven inmiscuidos los personajes, se extienden largos minutos, lo que les hace perder sorpresa, soltura y valor.
La fotografía es básica e inexistente, no hay una composición visual en ningún momento (y sí, éste tipo de cine si lo tiene). El sonido es lo más sobresaliente, se nota la mano experta de Lex Ortega (y que ahí cayó un gran aporte del presupuesto de post-producción). Las actuaciones son malas hasta para terror. Y los efectos especiales son un homenaje a “Serafín: La Película” (René Cardona III, México-2001), creo yo.
Nada apetecible verla (espero), “Archivo 253” no es ni un digno Serie B, es más, tuvo financiamiento de EFICINE, gracias al estímulo 189, y de las cadenas Cinepólis, que por una extraña razón, creyeron en la cinta. Si ellos ya gastaron sus pesos produciendo, promoviendo (y de qué manera) y apoyando la cinta, ustedes no pierdan sus pesos pagando un boleto para verla. Créanme, hay muchas mejores maneras de apoyar el cine de terror y el cine mexicano.