Por Pedro Paunero

Alguna vez el escritor J. G. Ballard, uno de los máximos representantes de la New Wave inglesa de la Ciencia ficción, escribió que su obra se situaba a no más de cinco minutos, previendo varias situaciones que sucederían a escasos años de haberla escrito. La película de Alex Garland “Civil War” (2024), se sitúa en algún momento de los años por venir, a la vuelta de la esquina, y vuelve sobre el tema arquetípico del viaje peligroso e iniciático, en el marco de unos Estados Unidos sumidos en una cruenta guerra civil, donde la secesión, a raíz del ascenso de un presidente dictatorial, se ha dividido en cuatro bloques, constituidos por alianzas entre estados.

En un último intento por derrocarlo, las Fuerzas Occidentales, fruto de la alianza entre Texas y California, se dirigen a Washington D. C. mientras la experimentada fotógrafa de guerra Lee Smith (Kirsten Dunst) y el periodista Joel (Wagner Moura), acompañados por la novata fotógrafa Jessie Cullen (Cailee Spaeny) y el veterano Sammy (Stephen McKinley Henderson), del New York Times, intentan cubrir los hechos viajando desde Nueva York a Charlottesville, Virginia, donde se libra el frente de batalla, para continuar a Washington y entrevistar al dictador.

Las películas sobre la caída de los Estados Unidos y su regresión a un territorio brutal, donde impera la ley del más fuerte, constituyen una larga lista, casi un subgénero en sí mismas, como “¡Pánico en el año cero!” (Panic in Year Zero, 1962), dirigida por un Ray Milland comprometido con un mensaje liberal, o “Escape de Nueva York” (Escape from New York, 1981), de John Carpenter, que ejemplifican una especie de temor casi atávico del estadounidense promedio sobre la disolución del Estado, de entre las que podemos citar la reciente, “The Domestics” (Mike P. Nelson, 2018) con el mismo mensaje en tono más festivo.

Al principio, Lee no ve con buenos ojos a Jessie, que parece mas bien un estorbo, y el camino se torna en un continuo baño de sangre, desde el encuentro con hombres armados en una gasolinera, que tienen a varios “saqueadores” colgados y moribundos, ante los cuales Jessie reacciona con horror, hasta aquellos que fusilan a “no americanos “, donde la novata casi pierde la vida en una horripilante y enorme fosa común, los tiroteos que se suceden entre francotiradores, hasta las batallas callejeras, que ocurren mientras Jessie se arriesga cada vez más y Lee se retrae, afectada por el trauma de guerra.

Los momentos de introspección de que se vale Garland -Jessie con el brazo fuera del vehículo, en cámara lenta, disfrutando del viento o los chorros de un aspersor cayendo sobre la hierba-, funcionan como contrastes semi extasiados de las escenas de violencia urbana que llenan la película. Una mujer paseando su perrito o una chica en una boutique, leyendo un libro, son intentos fútiles por retener la cotidianidad de parte de ciudadanos, en apariencia apáticos, cuyo comportamiento sorprende a los viajeros, mientras estos experimentan en carne propia la desintegración del país.

La película puede leerse de varias maneras: como el bildungsroman de Jessie -un bautizo de sangre y fuego-, o como una reflexión sobre el riesgo mortal del reportero y fotógrafo de guerra, que la película muestra con insistencia morbosa que, no obstante, todo aquel que haya experimentado una situación periodística peligrosa o riesgosa, sabrá comprender.

De esta forma, “Civil War” resulta tan oportuna como oportunista, en el contexto del segundo mandato de Donald Trump -responsable de un golpe de estado fallido-, como presidente de unos Estados Unidos polarizados, y proclives a la violencia xenófoba.

Para saber más:

“«The Domestics». América siempre fue salvaje” por Pedro Paunero.

“«¿Habrá otro mañana?»: 55 años después de la paranoia atómica” por Pedro Paunero.

Por Pedro Paunero

Pedro Paunero. Tuxpan, Veracruz, 1973. Cuentista, novelista, ensayista y crítico de cine. Pionero del Steampunk y Weird West. Colabora con diversos medios nacionales e internacionales. Votante extranjero de los Golden Globe Awards desde 2022.