Por José de Jesús Chávez Martínez
La leyenda de Michael Myers empezó a escribirse en 1978, año en que una crisis económica se había apoderado de los Estados Unidos y el sector servicios comenzaba a ejercer su primacía en el mercado. Dicen algunos expertos que cuando un evento de colapso financiero sucede en ese país o alguna amenaza externa acecha, comienzan (o comenzaban) a surgir monstruos que representaban males sociales de ese tipo y su desestabilización. Pues será el sereno, pero es en ese contexto donde surge este ser sobrenatural que se ha convertido en leyenda.
En efecto, Michael posee una fuerza descomunal y un instinto asesino, aspectos de su persona cuya procedencia no se dejan en claro en esta primera cinta de la saga. Otra característica es que, como psicópata que es, no parece tener sentimiento alguno más allá de ser una máquina de matar. En una de las primeras escenas, una noche previa a Halloween de 1978 aparece el Dr. Sam Loomis (el genial Donald Pleasance) en compañía de una enfermera que llegan en un automóvil a un manicomio y ven cómo los enfermos deambulan en los jardines, pues han escapado. Loomis, que es psiquiatra, desciende para buscar a Michael, que es su paciente, y se pierde en la oscuridad mientras el monstruo despoja del vehículo a la enfermera y huye. Al día siguiente, Michael se interna en el pueblo de Haddonfield y busca denodadamente a Laurie Strode (Jamie Lee Curtis), una joven estudiante universitaria de excelencia que además es niñera, con la obvia intención de matarla. Ahí comienza una cacería silenciosa que va dejando víctimas (amigas y conocidos de Laurie) en el camino. De entonces a la fecha, Michael y Laurie son rivales a muerte.
Esta obra destaca por las atmósferas de inseguridad establecidas por su director, el maestro John Carpenter (“La niebla”, 1980; “La cosa”, 1982; “Christine”, 1983), además de la desquiciante música también creada por él. Los silencios y los ruidos inquietantes tienen su base en Psicosis, de Alfred Hitchcock, pero socialmente “Halloween” se dirige más hacia la fragilidad y al castigo a partir de la segunda mitad del relato. Fragilidad de las chicas escolapias y el castigo hacia ellas y sus parejas varones por la desenfrenada práctica de la sexualidad y el abuso de alcohol, exceptuando a Laurie que es más sensata. También se subraya la ausencia de los padres que dejan solos a sus hijos a merced del asesino, de hecho, casi no aparecen figuras paternas-maternas en la historia, a excepción del sheriff Brackett (Charles Cyphers), padre de Annie Brackett (Nancy Kyes), amiga de Laurie.
Otro de los elementos destacables es la presencia del Dr. Loomis, un médico que se ha obsesionado con el caso de Michael y ha ido desarrollando a la par una patología obsesiva en apariencia, ya que tiembla y se llena de nervios cuando habla de su paciente, y ha conseguido un permiso para portar armas porque quiere eliminar al monstruo, al que describe no como persona o como enfermo mental, sino simplemente como “pura maldad”. Además, el doctor viste como un detective (con gabardina y toda la cosa) y no como un médico.
Está también Laurie, la típica muchacha pueblerina que no se deja arrastrar por conductas riesgosas y es además muy inteligente y valiente para enfrentar a Myers, que por cierto en las películas posteriores se sugiere que es su hermano.
Y está Michael que, ya se dijo, es un ser sin sentimientos, prácticamente inmortal, que aun teniendo la capacidad del habla no menciona una sola palabra y es pura violencia ejercida sin piedad, especialmente en la noche de Halloween. Sus antecedentes datan de cuando tenía seis años de edad y se inicia como asesino con su propia hermana adolescente, elegida como víctima luego de que ésta había tenido relaciones con su novio, de ahí que también se identifique a Michael como misógino. Posee tal fuerza brutal que es capaz de matar a un perro pastor alemán con sus manos y porta un atuendo que se ha vuelto legendario: un overol azul, una máscara blanca con peluca integrada que hace referencia al Capitán Kirk, de la serie televisiva “Viaje a las estrellas”, y un enorme puñal, lo que lo convierte en un asesino en serie tipo “slasher”. En esta primera película de la saga se establece su perennidad y lo lleva a aparecer en las secuelas subsiguientes (aunque Laurie no en todas) para así traspasar las fronteras del thriller y asentarse en el terror.
Pero más que una película de terror, “Halloween” es un clásico del género. De las películas que se desarrollaron a partir de esta primera entrega algunas no desmerecen, pero otras no están a la altura. De las cintas de esta saga que valen la pena sobresale la versión que en 2007 dirigió el rockero Rob Zombie: una historia menos paranormal pero sumamente violenta y visualmente bien conformada; y “Halloween H40” (David Gordon Green, 2017), donde se patentiza la indestructibilidad de Myers. Lástima que “Halloween ends” (también de Green, 2022), la cinta con la que supuestamente finaliza la saga, haya resultado un fiasco.
Con este clásico, Carpenter se establecería aún con más presencia como uno de los referentes del género y como todo un autor con una obra reconocible e indispensable en las fechas de octubre. A temblar los sensibles, que para eso es “Halloween”.
Título original: Halloween. País: Estados Unidos. Año. 1978. Dirección: John Carpenter. Producción: Debra Hill. Guion: John Carpenter y Debra Hill. Música: John Carpenter. Fotografía: Dean Cundey. Montaje: Tommy Lee Wallace y Charles Bornstein. Intérpretes: Donald Pleasence, Jamie Lee Curtis, Nick Castle, Tommy Moran, P. J. Soles, Nancy Kyes, Charles Cyphers, Kyle Richards y John Michael Graham.