Ilustración 1. Material fílmico contaminado por hongos.
Por Alfonso Espinosa Rosas
Es el año 2020. Los automóviles aún no vuelan… No puedo recordar otro año, al menos en este siglo, en el que se haya hablado más sobre enfermedades causadas por microorganismos y virus. La incertidumbre del futuro de la especie humana en estos días ha hecho que cuestionemos nuestra existencia, incluso nos ha orillado a pensar, a más de uno, que pudiera acabar en un suspiro. Sin embargo, nuestra especie lleva más de un siglo planeando su inmortalidad a través de la máquina del tiempo inventada en el siglo XIX llamada cinematógrafo, materiales audiovisuales, fotografías, películas y cualquier imagen ya sea en movimiento o no, que haya capturado un momento en la historia o que plantee una ficción de cómo pudieran o nos gustaría que fueran las cosas en determinado punto del tiempo.
Se estima que las bacterias se originaron hace unos 3,500 millones de años y los hongos hace 1,500 millones, aproximadamente. No fue hasta mediados del siglo XVII que el neerlandés Anton van Leeuwenhoek, utilizando un microscopio casero, logró observar por primera vez bacterias, hongos microscópicos, protozoos, espermatozoides y glóbulos rojos. Así, sin ninguna preparación científica, siendo un curioso más de este archivo que llamamos Tierra, se convirtió en el fundador de la bacteriología, dando inicio a una batalla interminable contra enfermedades causadas por diversos microorganismos.
Con la invención del microscopio nos dimos cuenta que estas pequeñas formas de vida estaban en todas partes y eran las causantes no sólo de enfermedades humanas, sino también de la descomposición del alimento, el deterioro de superficies y materiales, y sí, también estaban creciendo y alimentándose de nuestra preciada máquina del tiempo que llamamos película.
Los materiales fílmicos alrededor del mundo sufren su propia pandemia, ya que hay gran cantidad de colecciones colonizadas por diversos tipos de hongos y bacterias. En realidad, el principal problema y el verdadero peligro epidemiológico se encuentra en la infestación de hongos. Si bien las bacterias están presentes en casi la mayoría del material fílmico, éstas no representan un peligro significativo al compararlos con organismos fúngicos, los cuales son considerados por algunos expertos como los microorganismos más agresivos al momento de colonizar alguna superficie o huésped.
Para que los archivos fílmicos podamos crear un sistema de salud fílmico, al igual que las enfermedades humanas, es importante entender por qué los microorganismos crecen en las películas. Sabemos que la composición de los primeros materiales fílmicos es orgánica, a partir de celulosa, una fuente de azúcares perfecta para hongos y bacterias. Pero ésta no es la principal fuente de nutrientes para los agentes infecciosos de nuestra película. Y es aquí donde este padecimiento se agrava, porque consumir la imagen de la película es el objetivo real de esta enfermedad fílmica.
La emulsión fotosensible donde se encuentran las imágenes que dan vida a la magia del cine, en realidad no es una emulsión, sino una suspensión con finos cristales sensibles a la luz para formar un gel sobre nuestra base de celulosa. Un gel es un sistema coloidal donde las proteínas interaccionan con agua para obtener una densidad similar a los líquidos, pero es una estructura más parecida a la de un sólido. Son estas proteínas contenidas en la imagen las que hacen al material fílmico un caldo de cultivo perfecto para hongos y bacterias, los cuales devoran la imagen hasta desaparecerla totalmente.
Ilustración 2. Película 8mm. con presencia de hongos vistos al microscopio con aumento en 10x y 40x.
Al igual que la mayoría de las enfermedades humanas, la principal solución es la prevención. Es muy complicado, si no imposible, mantener las películas con su sana distancia de la contaminación, ya que las esporas de hongos están prácticamente en todas partes. Lo que debemos controlar son las condiciones ambientales (humedad y temperatura) para evitar su activación y crecimiento.
Como nosotros, las películas también deben estar en condiciones saludables para salir bien libradas de una contaminación fúngica. Si nuestros materiales fílmicos presentan una degradación química (producción de ácido) serán aún más susceptibles a contaminarse, debido a que la mayoría de los hongos microscópicos son acidófilos (crecimiento favorecido en medios ácidos), complicando de forma crítica el cuadro clínico de nuestra película.
Tratar el material fílmico en etapas avanzadas de una contaminación fúngica es difícil. La imagen que ya fue consumida por la infestación se convierte en un daño irreversible sobre el material. Los anti fúngicos comerciales destruyen los hongos junto con la imagen, puesto que muchos de estos microorganismos ya están en capas más profundas de la emulsión fotosensible.
Estos casos son atendidos día a día en el Laboratorio de Restauración Digital de la Cineteca Nacional, donde el personal también debe tomar medidas de seguridad sanitaria para evitar posibles infecciones de hongos en vías respiratorias. El uso de bata, guantes, lentes de seguridad y mascarilla es indispensable para tratar a estos pacientes fílmicos. Los tratamientos para este padecimiento dependerán de la zona de contaminación, ya sea en la base de celulosa de la película, la emulsión fotosensible o ambas. También dependerá de qué tanto haya profundizado el microorganismo en el gel. El diagnóstico se genera observando al microscopio la película para tratar de caracterizar el microorganismo presente y determinar el tratamiento. Normalmente se realiza una remoción física con solventes que no dañan la imagen, pero sí la pared celular de los hongos. Finalizado el tratamiento se realizan nuevas pruebas al microscopio para corroborar la descontaminación para su posterior digitalización, donde es crucial mantener aséptico el escáner para evitar contaminaciones futuras.
Ilustración 3. Película 16mm. vista al microscopio antes y después de la desinfección fúngica.
La mayoría de los casos detectados en etapas tempranas de la infestación fúngica suelen recuperarse de manera satisfactoria, el problema siempre será atenderlos en etapas avanzadas o con cuadros complicados como la degradación química de la película. Sin embargo, aún no hay una cura o vacuna que tenga a salvo a nuestra historia en celulosa y al igual que las enfermedades que aquejan a la humanidad, tendremos que aprender a coexistir en un planeta que lleva miles de millones de años poblado de microorganismos, donde tal vez nosotros somos los que llegamos al último.
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