Por Hugo Lara
Desde Morelia
En la Plaza de Armas de Morelia, dentro del marco del Festival Internacional de Cine de esta ciudad (FICM), se exhibe una magnífica exposición fotográfica sobre el trabajo de Alex Phillips (1900-1977), fotógrafo canadiense que desarrolló su carrera en México a lo largo de cinco décadas, desde los años treintas hasta los setentas. Esta exposición, patrocinada por Fundación Televisa, fue curada por el investigador Héctor Orozco, quien en años anteriores ya había estado a cargo de otros montajes similares.
La exposición está integrada por stills de varias de las películas representativas del trabajo de Phillips en México, quien es recordado, según describe el propio Orozco, como “maestro de muchos de sus compañeros y una figura muy respetada por el gremio. ‘Alex es un gran hombre, un hombre de una dulzura… de una bondad… de la que se debe sentir orgulloso. Tuve el privilegio de ser su discípulo y otro privilegio es ser amigo de él, a quien considero mi hermano’, dijo Figueroa. ‘Alex es un santo, es el hombre más bueno que he conocido, y como fotógrafo el mejor que he tenido’, le confesó Buñuel a Gustavo Alatriste. Y a Claudio Isaac lo impresionó al visitar el set de Foxtrot: ‘Don Alex llegó en silla de ruedas, por un caso avanzado de gangrena le habían amputado ambas piernas. Al ver su silueta avanzando desde la gran puerta del foro los técnicos, todos los miembros del staff, se congregaron en una clara actitud de reverencia’”.
La exposición curada por Orozco muestra las notables aportaciones de Phillips al cine nacional, especialmente durante la época de oro. Phillips fue reconocido “por su depurada técnica para diseñar la iluminación en el interior del estudio de cine. La sobriedad, elegancia y creatividad de sus soluciones, lo colocaron como el cinefotógrafo más sofisticado del periodo por las excelentes duplas creativas que estableció con Fernando de Fuentes, Julio Bracho, Tito Davison, Miguel Zacarías, Antonio Momplet y Roberto Gavaldón, directores absolutamente preocupados por el rigor visual de sus filmes” [1]
En el texto de la curaduría, Orozco señala que “Con el rigor que lo caracterizaba integró a su trabajo la mística mexicanista que predominaba en el arte, aportando interesantes imágenes a la invención iconográfica de nuestro país. Películas como ‘Revolución’ (1932, dir. Miguel Contreras Torres), ‘Enemigos’ (1933, dir. Chano Urueta), ‘La mujer del puerto’ (1933, dir. Arcady Boytler) o ‘Chucho el Roto’ (1934, dir. Gabriel Soria), fueron fundamentales en la formación de su aprendiz y amigo, Gabriel Figueroa”.
[1] “Luces, cámara, acción. Cinefotógrafos del cine mexicano” (Elisa Lozano y Hugo Lara, Cineteca Nacional, 2011)