Por Orianna Calderón
El techo de cristal al que se enfrenta
una mujer que hace cine en Latinoamérica se apoda Hollywood. Su
influencia se manifiesta en reglas como la supremacía de la trama que
propicia la identificación del espectador con el héroe omnipotente; su
poder se concreta en la presencia apabullante de las majors en las salas de cine de los malls.
Esta fue una de las inquietudes que la chilena Alicia Scherson y la
peruana Marité Ugás manifestaron en el Primer Congreso Internacional La Experiencia Intelectual de las Mujeres en el Siglo XXI,
organizado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes del 7 al
11 de marzo de 2011. Ambas cineastas se dieron cita el jueves 10 en el
Palacio de Bellas Artes, para participar en una mesa moderada por la
dramaturga mexicana Sabina Berman.
Egresada de la Escuela Internacional de San Antonio de los Baños,
Cuba y con maestría por la Universidad de Illinois, Alicia Scherson
afirma que creció en el espejismo de la igualdad y las certezas. Por
eso, darse cuenta de que vivía una realidad arbitraria y categorizada
masculinamente, fue pegarse un alcachofazo que le reveló el
mundo como un lugar complicado e incómodo, donde la incertidumbre
reemplazó a la verdad absoluta; una vez autoconsciente de su posición
fuera del universo ordenado del mainstream, se dispuso a
habitar ese espacio al margen, pero sin darle la espalda a las fórmulas
narrativas que permiten llegar a un público amplio.
Así, con personajes que no saben muy bien cómo estar en el mundo, dudan, se contradicen y se van por las ramas, la ópera prima de Alicia Scherson, Play (2005), es premiada en Tribeca y Montreal, además de exhibirse en numerosos festivales internacionales. Su segundo filme, Turistas
(2009), se estrena en el festival de Rotterdam, aborda el tema del
aborto y muestra el quiebre de figuras de autoridad. Actualmente
prepara El futuro, largometraje basado en Una novelita lumpen de Roberto Bolaño.
Por su parte, la cineasta Marité Ugás, habló de su experiencia como
fundadora de Sudaca Films, la productora de cine independiente con la
que ha filmado sus dos largometrajes: A la media noche y media (1999) y El chico que miente
(2011). Este último se estrenará en la edición 26 del Festival
Internacional de Cine en Guadalajara, donde compite en la sección
Largometraje Iberoamericano de Ficción.
Ugás no considera que su obra se pueda catalogar como cine de mujeres, pero sí tiene cierta mirada femenina,
la cual puede percibirse en el ritmo de las secuencias y la atención a
detalles que parecen insignificantes en el desarrollo de la trama. Si
en algo coinciden las dos cineastas latinoamericanas, es en la búsqueda
de pequeñas subversiones respecto a la estructura dramática
aristotélica, sea mediante la forma en que hacen sentir el tiempo en
las secuencias y la atención al audio, sea con la construcción de
personajes polivalentes y contradictorios. Trabajan con y en contra de
las convenciones; están en diálogo constante con una estructura que se
quiere hegemónica, pero que evidentemente es insuficiente para narrar
las nuevas historias de la diversidad.
Sabina Berman, guionista y co-productora del filme sobre feminicidios en Ciudad Juárez Backyard
(2009), mencionó que sólo 7% de los largometrajes que se realizan a
nivel mundial son dirigidos por mujeres, y que en Latinoamérica es
frecuente que las cineastas trunquen su carrera apenas tras su ópera
prima. En este sentido, Ugás aseveró que un elemento fundamental para
fomentar la producción de cine latinoamericano, hecho tanto por mujeres
como por hombres, es la creación de leyes que aseguren la exhibición de
películas nacionales por lo menos dos semanas antes de entrar en
competencia con los estrenos de las majors.
Ejemplificó con el caso de Venezuela, donde El chico que miente
se ha mantenido en cartelera con un éxito inesperado para un
largometraje independiente, gracias en gran medida a una ley de cine
de este tipo: Es preciso que el cine nacional/local permanezca en las
salas por más de tres días para que el público pueda formarse una
opinión propia, más allá de ese falso lugar común de que todo el cine latinoamericano es malo.
EN LA FOTO DEL INICIO: Alicia Scherson.