Por Domingo Rojo
Cuenta Peter Bogdanovich que, siendo adolescente, la primera vez que vio morir a John Wayne, en la cinta Sands of Iwo Jima (1949) le provocó una gran conmoción, puesto que el célebre actor encarnaba a la sazón la figura del héroe indestructible. Wayne murió sólo siete veces en la pantalla de entre las más de 170 cintas en las que tomó parte. Es una precondición que los héroes del cine de acción sobrevivan a los peligrosos riesgos de sus aventuras.
Por eso es más impresionante para la audiencia cuando uno de estos héroes es sacrificado: Mel Gibson en Corazón Valiente (1995), o Bruce Willis en Sexto Sentido (1999). Por norma, la muerte del héroe no forma parte de los códigos del cine de Hollywood. Todo lo contrario, su valentía y honor siempre lo salva de las acechanzas de sus adversarios, a veces con sanguinaria brutalidad.
En los años ochenta Sylvester Stallone le dio forma quizá al más salvaje de estas representaciones: Rambo III (1988) que mereció en su momento ingresar al libro de records Guiness como la película más violenta, con 221 escenas de sangre y 108 muertes explícitas.
No fue esto lo que provocó la censura del filme en Inglaterra, sino la acción de un demente, Michael Ryan, que inspirado por esa borrachera de sangre despachó al otro mundo a 16 personas antes de suicidarse.
Negocios desde ultratumba
“No creo en una vida posterior, pero por si acaso me he cambiado de calzoncillos”, dijo en solemne ocasión Woody Allen. Esta frase podría adornar el logotipo de ciertos representantes de talentos de Hollywood, que ofrecen sus servicios en una rara modalidad. Agencias como CMG Worldwide o Roger Richman se han especializado en representar a estrellas ya fallecidas, como James Dean, Marilyn Monroe o Elvis Presley.
Cuando la imagen de sus clientes es comercializada, en un anuncio o una película, ellos negocian las ganancias de los herederos, incluida su comisión. Por ejemplo, entre sus logros está un proceso contra Spike Lee por su película Malcolm X, que lo obligó a pagar una indemnización a la viuda de aquel. Pero en este negocio hay de todo, como un tal Vance Slimme, quien hace unos pocos años aseguraba tener poderes psíquicos para contactar a sus clientes de ultratumba y tratar de tú a tú sus contratos, según un recorte de prensa recabado.
Él cree que su futuro será próspero, pues gracias a la tecnología digital —como en S1m0ne (2002)— cualquier director puede formar su reparto de ensueño, resucitando a las antiguas glorias de Hollywood. Ahora la cosa es saber cuándo la tecnología volverá a la vida a algunos buenos guionistas y directores, para completar el cuadro.