Hitchcock y su muy rubia debilidad

Por Lorena Loeza

Alfred Hitchcock y su conflictiva personalidad han sido recientemente objeto de dos biopics que se destacan entre otras cosas, por  la caracterización que se hace en pantalla del llamado “Amo del Suspenso”  como un hombre obsesivo, siniestro y controlador, por decir lo menos. Las películas en cuestión son “Hitchcock” (Sacha Gervasi, 2012) y “The Girl” (2012), donde los actores Anthony Hopkins y Toby Jones, respectivamente, encarnan al cineasta inglés.

Y no es que sea una novedad —el tema ya había sido comentado en numerosas ocasiones—  pero llama la atención que asuntos que se consideraban rumores que hacían crecer el mito del director ante los ojos de sus fans, hoy sean documentados para la pantalla grande, como es el caso de la preferencia de Alfred Hitchcock por las rubias de corte clásico, asunto que muchas veces se dijo, rayaba en lo obsesivo.

El caso es que al parecer, Alfred Hitchcock era en primer lugar, un hombre de musas. Las figuras femeninas son centrales en todas sus historias y llama particularmente la atención que todas guardan un mismo tipo, además de que al parecer,  una vez que encontraba  a la actriz que cumplía con sus expectativas no la soltaba durante un tiempo. Algunas de ellas se quejaron de que el director se obsesionaba con ellas y se volvía autoritario, dominador y asfixiante.

Y es que el director británico tenía fama de excéntrico, por decir lo menos. Declaraciones como aquella de que los actores eran ganado, le afianzaron la imagen de persona de trato difícil. Un genio incomprendido, tal vez.

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Foto de la película “Hitchcock”

El caso es que las también llamadas “Rubias Hitchcock” eran todas del mismo tipo, elegantes y de una belleza clásica. Algunas de ellas le rompieron el corazón al decidir no trabajar más con el, como Ingrid Bergman o Grace Kelly, cuyo casamiento con el Príncipe Rainiero de Mónaco, dicen que sumió al director en una profunda depresión, ocasionándole incluso un quebranto de salud.

Las razones de este patrón tan definido fueron objeto de muchas suspicacias. La versión del propio Hitchcock está plasmada en el libro “Hitchcock por Hitchcock” en un capítulo que se llama “Cómo elijo a mis heroínas”. El texto es ilustrador porque la explicación es más bien pragmática: debe ser más agradable a las mujeres que a los hombres, que constituyen un porcentaje  importante de la audiencia y no toleran la vulgaridad que viene de su propio sexo. Además no debe superar la talla mediana, ya que una mujer muy alta es sumamente difícil de fotografiar. Tiene que poseer una belleza y una juventud reales para aguantar los enfoques al rostro y expresiones (eso quiere decir que para Hitchcock la cirugía plástica no era considerada como opción). Pero lo más importante es que debe ser dócil para seguir las instrucciones del director. Esta última afirmación, definitivamente apoyaría el perfil de controlador en sus propias palabras y sin ambigüedades.