Por Ezequiel Obregon
  

EscribiendoCine-CorreCamara.com
  

Bs. As. Arg.- El festival de cine porteño nació con la dirección artística de Andrés di Tella, pero se consolidó como evento insoslayable de la ciudad cuando lo dirigió Quintín. Continuó con Fernando Martín Peña y desde hace tres ediciones es dirigido por Sergio Wolf. ¿Demasiadas cabezas en treces años? Un asunto bastante subjetivo por cierto, pero que al mismo tiempo señala la coherencia estética de una programación subyugante, que ostenta los 400 títulos y mantiene un público ávido de ver el mejor cine independiente del mundo.
  

Más allá de los desniveles, el BAFICI presentó una Competencia Internacional más que digna. De 19 films hay cierto consenso crítico de que brillan tres (algunos dicen dos, dejando de lado la maravillosa Le quattro volte de Michelangelo Frammartino). Hay un grupo de cuatro o cinco películas muy buenas, unas cuantas buenas, y apenas dos o tres cuestionables artísticamente. El hecho de que el jurado haya dado tres menciones especiales (infrecuente para este tipo de eventos) da cuenta de la calidad, considerando que estamos frente a un festival clase B. Clasificación que habilita al equipo programador a elegir filmes que compitieron en otras latitudes.
  

El estudiante (Santiago Mitre, 2011) y Yatasto (Hermes Paralluelo, 2011) demostraron que la línea entre documental y ficción puede ser difusa. Ambas zonas se curzaron cruzadas y arrojaron resultados valiosos. Dos cines distintos, con sus propios lenguajes, excelentes representaciones locales que, según dicen los que siguieron de cerca de la Competencia Nacional, resultaron superlativos.
  

Grecia y Uruguay fueron los países sobresalientes. Tanto Attenberg (Athina Rachel Tsangari, 2010) como Wasted Youth (Argyris Papadimitropoulos y Jan Vogel, 2011) señalan distintas perspectivas sobre el relato cinematográfico en realizadores de un país emergente en lo artístico, pero en plena crisis económica. Uruguay fue representado por una amable y reflexiva comedia, Norberto apenas tarde (2010), que ubica a Daniel Hendler como un director a tener en cuenta. Con La vida útil (Federico Veiroj, 2010) hubo una apuesta más riesgosa, que no defraudó a los amantes de los relatos más conceptuales y con un estilo particular.
  

Esta edición demostró que la indagación sobre las posibilidades expresivas también pueden conmover, y si no vean The Ballad of Genesis and Lady Jaye (Marie Losier, 2011), que emociona con la singular historia de amor de dos artistas de culto, al mismo tiempo que esboza un atractivo repaso del arte americano de los ’70 a la actualidad. Hacia la conmoción también va At Ellen’s Age (2010) de Pia Marais, con un merecido galardón a su protagonista. Y si de comicidad se trata, se vieron la guatemalteca Las marimbas del infierno (Julio Hernández Cordón, 2010) y la búlgara Shelter (Dragomir Sholev, 2010), que desde dos tipos de puesta en escena muy disímiles ofrecieron risas y reflexión por partes iguales.
  

Morgen (Marian Crisan, 2010) señala que el buen cine rumano no es una moda pasajera, mientras que películas de países que no suelen llegar el resto del año encontraron su lugar en el festival, como en los casos de la serbia Tilva Ros (Nikola Lezaic, 2010) y la portuguesa A espada e a rosa (João Nicolau, 2010) que más allá de que para quien escribe esto fueron dos de las propuestas más flojas, no dejan de ofrecer una bienvenida radicalidad en sus narrativas.
  

Qu’ils reposent en révolte (Des figures des guerres), estupendo documental de Sylvain George fue la gran ganadora. Resulta atendible que el jurado premie un trabajo que puede establecer puentes con la problemática inmigratoria de la Ciudad de Buenos Aires. Un panorama del mundo en el que vivimos, reflejado de forma cruda y honesta. Cine poético y político. Algo que habla muy bien del BAFICI.
  

Paradoja mediante, Buenos Aires acaba de ver pasar un verdadero oasis para los cinéfilos, que ahora deambulan entre salas alternativas (no siempre bien acondicionadas) y los ciclos, en medio de una cartelera comercial cada vez más antojadiza y liderada por los imperativos del mercado. Se extrañarán las retrospectivas, como la de Godard o la de los nuevos talentos. ¿Visitas? Este año hubo pocas, y todo estuvo muy centralizado en la figura de Santiago Segura, cuyo film Torrente 4 en 3D no es nada representativo de la línea del Festival.
  

Acaba de terminar un evento que necesita –debe- ir hacia la tan postergada autoarquía, la posibilidad de defender su lugar de privilegio en el mundo, amenazado por la política de ajuste. No aumentar el presupuesto en tres años es acotarlo, en términos de crecimiento, considerando la variación de los precios en los costos de producción. Ojalá que se pueda saldar esta deuda antes de la XIV edición.