Por Leticia Carrillo


‘Todos mienten’, el segundo largometraje del argentino Matías Piñeiro (‘El hombre robado’), se estrena el viernes 2 de abril en la Cineteca Nacional. A través de la reunión de unos jóvenes en una casa incomunicada, Piñeiro vuelve a retomar, como en su ópera prima, textos del intelectual y político Domingo Faustino Sarmiento para hablar de la historia de su país, pero sobre todo, del juego de los secretos y las revelaciones que cambian el sentido de los eventos.


CorreCamara.com platicó con el director sobre ‘Todos mienten’, que fue galardonada en el Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente de 2009 con el premio a las Mejor Película de la sección internacional y con una Mención Especial del Jurado. En la charla comentó sobre nuevas formas de hacer cine en Argentina, el efecto del Oscar para ‘El secreto de sus ojos’ sobre la cinematografía de su país, así como los temas presentes en sus cintas.


CorreCamara.com: ¿Cuál fue la razón por la que se filmaron de manera conjunta ‘Todos mienten’ y ‘Castro’, de Alejo Moguillansky?


Matías Piñeriro: ‘Castro’ y ‘Todos mienten’ son películas, se hicieron con un mismo sistema de producción, con una misma idea de cómo se pueden producir hoy en día películas en Argentina, con un equipo y dinero reducido porque no se necesita más. El cine es un a especie de ganadería extensiva, que gasta y gasta indebidamente y termina siendo un ejercicio de corrupción más que de creación. Nosotros pensamos que los recursos que ocupamos deben estar en función de hacer la película y no para alentar un conjunto de cosas que complican la producción y la vuelven un monstruo. Es mentira que si no tienes 500 mil dólares no puedes hacer una película, se pueden hacer filmes de tres horas, con locaciones en África, como ‘Historias extraordinarias’ (Mariano Llinás), que se ven y escuchan bien y que proponen una narración muchísimo más interesante, arriesgada que cualquier película argentina convencional de los últimos diez años.


La libertad que deja trabajar así se nota en la imagen impresa de la película, en el tipo de historia que quieres contar, en el montaje que quieres tener, en las actuaciones, con los actores que son mis amigos. Me gusta la idea de “troupe”, el de un grupo de amigos que trabaja juntos sólo por el placer de hacerlo, aunque veces haya dinero y a veces no.


El director de ‘Castro’ (Alejo Moguillansky) lo conocí cuando editó ‘El hombre robado’, él me enseñó a entender el cine de una manera muy fresca y arriesgada. En un momento dado, dijimos: “seamos la misma cosa para no estar peleándonos, somos gente que hace cine y tenemos la misma idea, vamos a potenciarla, permitir que la gente conozca nuestra obra, que se interese por ella”. Las películas son bastantes diferentes pero en ellas late el mismo corazón.


CC: Pero hacer las cosas de esta forma seguramente les ha acarreado problemas con la gente acostumbrada a hacer cine de manera convencional….


MP: Sí hay una batalla fuerte sobre el cine independiente en Argentina, hay gente que lo detesta, que cree que no sabemos contar historias, que no narramos nada, que quieren un cine industrial en el país, cuando eso no existe, hay casos industriales pero que tienen que ver más con el sistema de Hollywood que con algo realmente argentino. Como ‘El secreto de sus ojos’ pertenece más a ese universo, que está bien, lo que no está bien es querer aniquilar universos, debemos ser más tolerantes.


CC: Hablando del Oscar, se podría pensar que el premio obtenido por la película de Juan José Campanella, hizo que los ojos del mundo cinematográfico voltearan a tu país ¿esto realmente ocurrió?


MP: Yo no siento que el Oscar haya sido importante para la industria argentina, son casos tan excepcionales, deben ser increíbles para las personas que lo reciben. Cuando vi la película en agosto del año pasado le dije a un colega: “esta película gana el Oscar” y pasó, porque está muy pensada para eso, a mi no me simpatizó eso, pero es cierto que tenía muy claro su objetivo.


Yo estoy más interesado en otras cosas pero eso no significa que no quiera que existan películas como ‘El secreto de sus ojos’, sería como un dictador. Lo que sí provocó fue que la prensa local más ignorante y llena de fascistas dijera: “este es el cine que debe hacerse en Argentina”.


CC: ¿Y cuáles son tus intereses fílmicos?


MP: Armar nuevas narraciones, que me interesen, que me sorprendan, que crea que puedan dar gusto de ver y experimentar, crear algo con la cámara, que una parte de la realidad se ilumine. Mis historias son ficciones “sobreficcionadas”, historias un poco barrocas, no son cotidianas, me gusta inventar algo, por eso un título como el de ‘Todos mienten’.


CC: ¿Cómo describes a ‘Todos mienten’?


Es una película que tiene un ritmo veloz, un montaje extraño que a veces da mucha y a veces poca información; es una construcción musical rítmica con una trama que no está muy clara sino entrecortada pero que al final aparece. Sus personajes no se dejan ver, se esconden, besan a unos y a otros, van por un lado y por el otro, proponen unas historias estrafalarias sobre la falsificación de cuadros; es una cosa múltiple, una narración en ebullición.


CC: La estructura narrativa y visual de ‘Todos mienten’ hace que el espectador se llene de dudas…


MP: Yo creo que gestar esa sensación está bien, porque vemos que lo que está pasando en ese momento va a ser desmentido en la próxima escena, eso es parte de la historia y el público debe dejarse llevar por el ritmo de la película y por las dudas planteadas.


El espectador debe estar atento, ser parte de la historia, participar en el juego; tiene que entender las reglas que la película tiene y comenzar a decodificarlas; hay que dejarse invadir por eso, dejar atrás la pasividad y empezar a tomar decisiones.


CC: ¿Por qué retomar en tus dos largometrajes la obra de una figura política como la del presidente Domingo Faustino Sarmiento?


MP: Porque hay algo en su escritura relacionado con el tomar algo de lo real para ejercer sobre lo real, pero en medio está la literatura, usa formas de ella para pensar lo real y creo que el cine puede hacer lo mismo.


CC: ¿Cuál es el cine que te gusta?


Soy un fanático total de cine americano de los años 30, 40 y 50; trato de pensar en ese cine para ver lo que yo hago actualmente, pero sin tratar de repetirlo porque sería ridículo. Cuando veo películas de Godard me emociono y me gusta compartir eso con alguien más.


CC: Siendo un director tan joven (28 años) y una de las promesas del cine argentino ¿no sientes presión por lo que sigue?


MP: La presión es hacer algo bueno, honesto, que te guste a ti y a la gente con la que estás trabajando, que mueva a la gente, esas son presiones. Lo demás no es cosa mía, yo no puedo decidir por el mundo. Me gustaría seguir filmando, por suerte lo he podido seguir haciendo de una manera constante y lo que me gusta es que una película llama a la otra, si yo no hubiese hecho ‘El hombre robado’, no hubiera podido hacer ‘Todos mienten’.


CC: ¿Cómo equilibrar tus intereses artísticos como creador con lo que buscan los espectadores?


MP: Mis películas están dirigidas a un circuito alternativo de exhibición, donde acude la gente que tiene que verlas. La idea es resistir y en esto es muy importante el trabajo del espectador, saber cuál es la oferta cinematográfica y moverse a esos lugares, sabiendo que su esfuerzo va a redundar en algo, que va obtener algo por ve la película. La curiosidad es algo que nos puede salvar.


CC: Con la llegada de las nuevas tecnologías es más fácil que cualquier persona pueda hacer una película ¿Cómo ves esto?


MP: Constantemente se hacen experimentos, intentos fallidos pero estos, a veces, son más interesantes que los que se erigen como los grandes filmes. El BAFICI tiene como 50 películas argentinas independientes por año, es una locura, pero está bien, eso permite que haya cosas muy interesantes y muchas que no, es bueno pasar por esa experiencia. Esto ya no se puede parar y si no hubiera sido por eso nosotros no hubiéramos hecho algo; lo que yo valoro de todo esto es no querer cortar, censurar porque pareceríamos viejos envidiosos. Claro que el fenómeno que estamos presenciando se presta al “cualquierismo”, es bueno saberlo, identificarlo, no dejarse invadir por él; aunque esta es una tarea de los periodistas y críticos, quienes deben seleccionar y apuntar a las cosas valiosas, aunque en una película sólo haya una escena interesante, lo cual no es muy fácil de hacer.


EN LA IMAGEN: El director Matías Piñeiro