Por Pedro Paunero
Este 2022 se cumplen diez años de haber dado comienzo a esta tradición en CorreCamara; una idea que empezó como una lista de películas “alternativas”, es decir, poco comunes, y fuera de los circuitos comerciales, como sugerencias para ser vistas en la Noche de Halloween. Debido al honor -una tarea abrumadoramente divertida, encomendada por la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood-, de haber sido elegido votante en la 80 entrega de los Golden Globe Awards, no puedo sino agradecer a los lectores de este portal -mi casa de crítica cinematográfica-, que han pedido un nuevo listado, que por poco y no se lleva a cabo, por lo cual este año será distinto. Se trata de un recopilatorio de las nueve listas anteriores, que incluyen los enlaces a cada una, y donde se añade la mejor película -o dos de las mejores- contemplada en cada listado, tomando en cuenta que, la correspondiente al director francés Jean Rollin, quizá sea la más completa dedicada a la obra de dicho realizador, un “auteur” donde los haya, escrita en idioma español. Deseando pasen un feliz Halloween y un familiar Día de Muertos, van a continuación.
1. La vieja religión (lista 2013): «Incubus» (Leslie Stevens, 1965)
William –Capitán Kirk-, Shatner antes de volverse una leyenda entre la legión de fans de Star Trek protagonizó está joya de culto hablada completamente en esperanto para volverla una cinta cuyo lenguaje enigmático fuera un paralelo con su trama oscura y sobrenatural: un pozo en una aldea lejana cuyas aguas tienen la cualidad de sanar y embellecer a quien las beba y alrededor del cual habita un súcubo cuyas pretensiones son corromper un alma pura para convertirse en la favorita de Satán. Una cinta que demuestra que el cine de arte también puede ser siniestro.
2. Casas encantadas (lista 2014): «Picnic en Hanging Rock» (Picnic at Hanging Rock, Peter Weir, 1975)
¿Quién se llevó a estas niñas? Después de una caminata a un monte un profesor y tres niñas desaparecen. La chica que vuelve tiene la mente en blanco. ¿Hay algo perverso y de naturaleza sexual detrás de este hecho? Se trata de una cinta australiana de culto y no es para menos, la historia nos adentra en un terreno inasible: en el de las puertas que están ahí pero no se ven. Y aunque basada en una novela está, a la vez, basada en la consabida frase “hechos reales”. Hermosa, enigmática, elíptica, amenazante, con una banda sonora hipnótica sostenida por flautas de Pan. Casi vemos al dios entre las rocas, jugueteando a verse y no verse, con las chicas que van y vienen entre dos mundos… Mírenla y déjense hechizar por el cautivante enigma de esta “roca que se balancea” entre un más allá que parece lejano y se acerca, sin embargo, peligrosamente, a este desabrido mundo nuestro tan insulso y vacío y tan cercano.
3. Homenaje a Sir Christopher Lee (lista 2015): «La novia del diablo» (The Devil Rides Out aka The Devil’s Bride, Terence Fisher, 1968)
Terence Fisher, coloso de la productora Hammer, dirige en esta cinta a otro de los grandes de esa casa, Christopher Lee, en la película favorita de la amplia filmografía del actor, según declaró él mismo en alguna ocasión, una de las contadas donde interpreta al héroe y no al villano. Rituales y contra rituales, control mental a distancia, médiums, demonios desatados, pentagramas, poderosos hechizos y todo este material enmarcado en una película dónde importa más el aspecto metafísico del satanismo que los efectos especiales.
4. El diablo y sus seguidores (lista 2016): «Divá Bára» (Vladimír Cech, 1949)
La madre de Divá Bára (interpretada por la hermosa actriz checa Vlasta Fialová) la está dando a luz dificultosamente durante una tormenta, mientras una misteriosa anciana entra en la casa buscando refugio. Se desatan todos los nudos y se abren todas las cerraduras para que Bára (Bárbara) pueda nacer. Las mujeres que atienden el parto ven salir a la anciana después de que un rayo cae y la rama de un árbol rompe el cristal de la ventana. La niña nace mientras se la proclama como a una salvaje e hija de una bruja del mediodía. Bára crece, en efecto, salvaje, libre y huérfana. Corre por los bosques, nada desnuda en el lago y tiene embobados a todos los jóvenes de la aldea que, incluso, llegan a pelear apasionadamente por ella. Entre la envidia, el rencor y la superstición las mujeres jóvenes y las madres del pueblo tratan de separar a Bára de sus hijos y hermanos. Encontrará en el piadoso sacerdote católico a su único defensor pero no podrá evitar que se la persiga como a una bruja y la aldea completa se ensañe con ella en un intento de linchamiento. Pero Bára no es otra cosa sino una encarnación de las fuerzas de la naturaleza, una seductora inocente que, si tiene algo de bruja, no es la maldad sino su intrínseca belleza fatal, la que la condena. Divá Bára es una preciosa pieza del cine checo que vale rescatar del olvido y que retrata las pasiones y excesos a los que puede llegar el ser humano a través del temor y el odio hacia el otro que no se somete a los límites socialmente establecidos.
5. «El demonio» (Il Demonio, Brunello Rondi, 1963)
Como sucede con Divá Bára, pero en una forma más poderosa y directa que aquella, esta cinta es un crudo retrato de la superstición y una despiadada crítica social sobre el atraso en las zonas rurales del sur de Italia que narra, de manera por demás ambigua, la historia de Purificazione (interpretada por la hermosa modelo Dahlia Lavi), una joven que bien puede ser una trastornada o una endemoniada que inventa rituales demoníacos para doblegar la voluntad del hombre que ama. El espectador se sitúa de manera empática con la supuesta poseída pero no puede soslayar un cierto rechazo hacia las maneras que tiene para conseguir sus fines. Dramática y horrorosa, con una trama cercana a la narración documental (se recurrió a la población natural del lugar dónde se filmó la película, a manera de extras) consigue transmitir angustia en las escenas en las que el pueblo por completo se vuelca para linchar a la desgraciada protagonista de esta historia, basada en hechos reales que se sucedieron poco tiempo antes de que se rodara esta joya cinematográfica injustamente olvidada.
6. «Equinox» (Dennis Muren y Jack Woods, 1970)
Aunque su guion fluctúa entre la torpeza y el ingenio Equinox se ha ganado el respeto de los fanáticos del género debido a que podría ser la fuente de la trilogía The Evil Dead (1983) de Sam Raimi. Con una factura barata y una trama que llegaría a ser un lugar común (el descubrimiento de un libro antiquísimo de sabiduría prohibida cuyas invocaciones abren puertas que no deberían de abrirse con sus consabidas consecuencias) pero con un uso sofisticado de la animación Stop-Motion, sitúan a esta película en un plano relevante en relación a otras cintas independientes. Destaca la aparición -y la mala actuación-, de Fritz Leiber, el célebre escritor de horror y fantasía, como el Dr. Watermann, el ocultista y dueño del libro que tanto aparece como desaparece cada tanto tiempo de la historia. Dimensiones paralelas, demonios voladores, monstruos y gigantes prehistóricos complementan este producto bastante entretenido.
7. Cerebros vivientes (lista 2017): «La mujer y el monstruo» (The Lady and the Monster, George Sherman, 1944)
Esta fue la primera película basada en la novela de Curt Siodmak, “El cerebro de Donovan”, aparecida por entregas en la revista Black Mask en 1942 y que tuvo una primera adaptación, anterior a las tres películas que del libro se han rodado, por parte de Orson Welles, ni más ni menos, como parte de su serie radiofónica Suspense. Siodmak había sido el responsable del guion de la más memorable película de licántropos de la historia, la legendaria “El hombre lobo” (The Wolf Man, George Waggner, 1941) con Lon Chaney Jr. en el papel principal y que incluyó elementos, por entonces novedosos (y hoy imprescindibles para su imaginería literaria y cinematográfica), como el pentagrama, la luna llena, la maldición que pesa sobre el licántropo y las balas de plata. “El cerebro de Donovan”, libro que se convirtió en obra de referencia, y que ha sido alabado por autores como Isaac Asimov y Stephen King, contiene todos los elementos que se volverían tópicos en el subgénero. En este film Franz Mueller (un decadente Erich von Stroheim), realiza experimentales trasplantes de cerebros en su castillo, situado en Arizona. Mueller está enamorado de su asistente Janice Farrell (Vera Ralston), pero ella lo está, a la vez, de Patrick Cory (Richard Arlen), científico ayudante de Mueller. Cuando el avión del déspota banquero William H. Donovan se estrella en el desierto, Mueller aprovecha el cuerpo del fallecido para probar sus teorías y culminar sus experimentos. El resultado será el de un cerebro perverso, mantenido de manera artificial, que ejerce control telepático sobre Cory para continuar con sus criminales transacciones comerciales. Janice, la mujer del título, será la encargada de luchar contra el siniestro cerebro y el control que ejerce sobre su amado.
8. Sangre y erotismo: el cine psicotrónico de Jean Rollin (lista 2018): «La violación de la vampira» (aka. La reina de las vampiras; Le viol du vampire, Mélodrame en deux parties, 1967)
Considerada como la primera parte de la rarísima “trilogía vampírica” de Rollin, destinada originalmente a ser un mediometraje, alargada por petición de los productores encantados por su imaginería, de ahí que se divida en dos partes desiguales en calidad y duración, cuya truculenta trama cuenta la historia de cuatro hermanas que obedecen a una misteriosa y sobrenatural voz -proveniente de la ridícula estatua de un dios cornudo-, y que resulta ser falsa, que las induce a creer que su verdadera naturaleza es la vampírica (una fue violada y a otra le arrancaron los ojos), pero que resulta ser la de un viejo rabo verde que las mantiene en sujeción sexual. Rollin despliega una serie de triquiñuelas que formarían parte de su impronta característica: un desfile de personajes salidos de los recovecos de un guion alucinado, incluyendo un psicoanalista que pretende curar a las hermanas de su convicción de ser vampiras, sectas extrañas, vampiros y hasta autómatas. Como sucedería posteriormente en otra cinta de culto, “El ansia” (The Hunger, 1983) de Tony Scott, el vampirismo en esta película funciona como una metáfora de la lucha de clases. En su difícil metraje se conjunta una hermosa languidez erótica con los hilos psicotrónicos más inesperados y chocantes.
9. Pioneros del Gran Guiñol, el Gore y el Terror (lista 2019): «El palacio de las maravillas» (The Show, Tod Browning, 1925)
Denominado, con justa razón, el “Edgar Allan Poe” del cine, Tod Browning rueda “El palacio de las maravillas” tras asistir a una de las funciones de la gira americana, durante el año de 1923, del Teatro del Grand Guignol francés. Un elemento recurrente en las puestas en escena de dicho teatro, la decapitación, aparece en show sobre Juan el Bautista del título de este melodrama que cuenta la historia de un enredo amoroso, con un trasfondo de espectáculo de feria, con falsos fenómenos incluidos, y una atmosfera criminal. Pieza clave de Tod Browning, rey del Gran Guiñol, cuyos elementos desarrollaría después en obras como la magistral “Garras humanas” (The Unknown, 1927), la perdida “La casa del terror” (London after Midnight, 1927), la celebérrima “Drácula” (1931), o en su obra maestra –que tanto influyera en el cine de fenómenos de circo- “Freaks” (1932), así como en la tardía “Muñecos infernales” (The Devil-Doll, 1936).
10. Freaks y Mutantes (lista 2020): «La isla de las almas perdidas» (Island of Lost Souls, Erle C. Kenton, 1932)
Charles Laughton (en una de las cimas de sus interpretaciones, poderosa, sádica, cínica) interpreta al Dr. Moreau –entregado a experimentar con animales, presionando la evolución, para convertirlos en semi-humanos, en su laboratorio, conocido como la “Casa del dolor”, toda vez que sus estudios son quirúrgicos y no genéticos—, en la mejor de todas las adaptaciones de la novela de H. G. Wells, hasta la fecha. Bela Lugosi, con aspecto de hombre lobo, es el “Recitador de la Ley”, cuya lección, a punta de latigazos, mantiene su naturaleza de bestias a raya:
“¿Cuál es la ley? No caminar a cuatro patas. No sorber el agua. No derramar sangre. ¿Acaso no somos hombres?”
Kathleen Burke, interpreta a la hermosa –y exótica— “mujer pantera”, por sus ojos felinos, a quien no se acreditaba, como solía hacerse por entonces, para mantener el misterio y el interés en el personaje. La película estuvo prohibida en Inglaterra hasta 1958, debido a las mismas cuestiones que Wells atacaba en la novela: la brutal práctica de la vivisección, a la cual la crítica popular consideró que incitaba. No debemos olvidar la ironía de todo eso, que hoy en día es la misma que censura películas bajo la corrección política. Incluso el mismo autor repudió la cinta, al considerar que se dejaba fuera toda la profundidad que había puesto en su obra. ¡Qué bien que no conoció a Eddie Romero! Un director de quien trataremos más adelante. La historia todos la conocemos: el náufrago Edward Parker (Richard Arlen), es recogido por un barco mercante que transporta animales destinados a la isla de Moreau. Ya en esta, al romperse el rechazo inicial del doctor al considerarlo un entrometido, es alentado a comenzar un romance con Lota, la mujer pantera, la más perfecta de las creaciones del científico, en aras de conseguir un hibrido. Pero no cuenta con que Ruth Walker (Leyla Hyams), prometida de Parker, arribará muy pronto a la isla, echando abajo sus planes. Por cierto, en esta adaptación, también podemos ver que nuestro científico experimenta con plantas, en especial en una escena en la que aparecen unos espárragos gigantes, pero la mejor de todas es aquella en la que, las bestias hombre, se acercan cojeando, arrastrando amenazadoramente sus miembros, mitad pezuñas y garras, o manos, a su “padre”, para espetarle:
“¡Tú nos hiciste en la Casa del Dolor! ¡Nos hiciste como cosas! ¡No hombres! ¡No bestias! ¡Cosas! ¡En parte hombres, en parte bestias! ¡Cosas!”
Y, a poco de su centenario, nos sigue conmoviendo –y estremeciendo—, ese alarido desgarrador.
11. Infancia perversa (lista 2021): «El pueblo de los malditos» (Village of the Damned, Wolf Rilla, 1960)
La adaptación que hiciera Wolf Rilla de la novela “Los cuclillos de Midwich” (1957), del célebre autor británico John Wyndham, anunciaba, bajo la forma de metáfora, el ensanchamiento de la brecha generacional que caracterizaría no sólo al cine por venir, sino a las próximas décadas. Comienza con un hecho inaudito: el desmayo de todos los habitantes del pueblo de Midwich, y cualquiera que atraviese un área invisible que lo envuelve para, al despertar, percatarse que todas las mujeres en edad de concebir están embarazadas y dan a luz el mismo día. Tal como hacen las aves llamadas cucos o cuclillos, algo ajeno a este mundo ha puesto su semilla maligna en úteros humanos. Los niños resultantes comparten una mente común, rasgos físicos idénticos: cabello rubio platino y ojos penetrantes (en la novela de color dorado), carecen de sentimientos y no dudan en asesinar si se sienten amenazados. Estamos ante uno de los temas más socorridos de la Ciencia ficción, el de la invasión extraterrestre, pero presentado de una forma por demás original y perturbadora. El mismo año que se publicaba en Inglaterra “Los cuclillos de Midwich”, el director John Frankenheimer debutaba en el cine con “El joven extraño” (The Young Stranger), película en la línea de “rebeldes sin causa” que estableciera el clásico de Nicholas Ray, con James Dean en el papel protagónico. El violento Hal Ditmar (James MacArthur), de dieciséis años, en este caso, se opone a su padre, como un acto que lastima el “corazón de los hogares estadounidenses”, como rezaba el reduccionista y melodramático tráiler. La brecha generacional, que llevaba ya un siglo existiendo, alcanzaba, entonces, el espejo más visible y ubicuo de la cultura pop: el cine.
12. «No nos libres del mal» (aka Don’t Deliver Us from Evil; Mais ne nous délivrez pas du mal, Joël Séria, 1971)
La políticamente incorrecta película de Jöel Séria muestra los oscuros poderes que, sin soslayar el erotismo, el par de amigas adolescentes, la pelinegra Anne (Jeanne Goupil), y la rubia Lore (Catherine Wagener), desplegarán para servir a su señor, Satán. No cabe duda que Anne maneja a Lore, a quien usa para provocar sexualmente a varios adultos (la lascivia, como vehículo para la auto contaminación, y erradicación de todo rastro de pureza, y extirpación de la estorbosa virginidad, vista como un sacrificio), aunque al final les dejen sin satisfacer sus deseos (y haya un asesinato de por medio), todo es válido, como leer al prohibido Lautréamont, el burlarse de la religión católica de varias formas, o hacer bullying escolar –antes que este recibiera un nombre-, así como envenenar el canario de uno de los sirvientes, y planeen ir matando una a una cada ave de su colección (para que sufra lentamente), lo que importa es lo que harán al final, valiéndose para ello del poema del supremo maldito, Baudelaire, en un acto teatral que se reviste de suprema como ardorosa entrega, literalmente, en esta película que se promocionó como “prohibida en Francia”.
13. «¿Quién puede matar a un niño?» (Narciso Ibáñez Serrador, 1976)
El realizador uruguayo-español Ibáñez Serrador se hace la pregunta suprema, en esta asombrosa película, sobre una cuestión moral que planteara su original literario, la novela de Juan José Plans, “El juego de los niños” (1976). Aunque la maldad que estos niños, únicos habitantes de una isla a la que arriba una pareja de turistas, es indudable, la premisa es tan terrible que se ve suavizada por la explicación de un posible origen extraterrestre, es decir, como en el caso de “El pueblo de los malditos” y “El germen de las bestias”, el asesinato por parte de los niños, según esta visión, no puede ser, de ninguna manera, de origen humano. ¿Quién puede matar a un niño? se pregunta Serrador, y sus niños asesinos permanecen, así, tan campantes, cuando la cuestión ya había quedado zanjada en el final de “El germen de las bestias”: los adultos, por supuesto, que ven amenazada su propia visión de las cosas, y son capaces de destruir aquello que no comprenden.